Los cachorros de la Edad de Hielo hallados en Siberia, que durante años alimentaron la esperanza de haber encontrado a los primeros perros domesticados, dieron un giro inesperado.
Un reciente análisis genético, liderado por la Universidad de York y publicado en la revista Quaternary Research, revela que estos famosos “cachorros de Tumat” no eran perros, sino lobos extintos, lo que desafía las hipótesis previas sobre la domesticación canina y arroja nueva luz sobre la fauna y el entorno del Pleistoceno.
Según informó la Universidad de York, este descubrimiento no solo redefine la identidad de los animales, sino que también profundiza el misterio sobre el origen de los perros y la relación entre humanos y lobos en la prehistoria.
Identificación y contexto: cómo fueron hallados
Según la Universidad de York, los conocidos “cachorros de Tumat” no pertenecían a la línea evolutiva de los perros, sino a una población extinta de lobos. El hallazgo, ocurrido en Siberia, a unos 40 kilómetros de la aldea de Tumat, se produjo en dos etapas: el primer ejemplar fue encontrado en 2011 y el segundo en 2015, ambos en el sitio arqueológico de Syalakh. Gracias a las condiciones de congelación del suelo, los cuerpos se conservaron en un estado excepcional, lo que permitió estudiar huesos, dientes, tejidos blandos e incluso el contenido estomacal.
Los cachorros fueron hallados junto a restos de mamut lanudo que mostraban signos de haber sido manipulados por humanos. Esta circunstancia llevó a los científicos a plantear que el sitio podría haber sido utilizado por personas para descuartizar mamuts, lo que, en su momento, sugirió una posible relación entre los cachorros y los humanos, ya fuera como perros primitivos o como lobos en proceso de domesticación. Sin embargo, los cuerpos no presentaban signos de ataque, lo que indica que los animales probablemente murieron cuando un deslizamiento de tierra colapsó su madriguera.
Análisis y desafíos: el misterio de los cachorros
El estudio, llevado a cabo en colaboración con instituciones de Bélgica, Canadá, Dinamarca, Alemania, Rusia y Suecia, se basó en el análisis genético y de “huellas químicas” presentes en los restos. Los investigadores determinaron que los cachorros eran hermanas de dos meses y que su dieta era mixta, con carne y plantas, similar a la de los lobos actuales. En los contenidos estomacales se encontraron restos de carne de rinoceronte lanudo y de una pequeña ave conocida como lavandera. También se identificaron restos vegetales como gramíneas, hojas del género Dryas y ramitas de sauce.
Pese a haberse hallado cerca de huesos de mamut modificados por humanos, no había evidencia de que los cachorros hubieran consumido carne de mamut. En cambio, uno de ellos contenía un trozo de piel de rinoceronte lanudo sin digerir, lo que indica que murió poco después de comer. Los investigadores creen que la presa era una cría cazada por la manada adulta y que fue alimentada a los cachorros.
Durante años, se consideró que el pelaje negro de los “cachorros de Tumat” podía ser un rasgo exclusivo de perros primitivos. Esta característica se interpretaba como un indicio de domesticación. No obstante, los nuevos análisis genéticos demostraron que estos animales pertenecían a una población extinta de lobos no relacionada con los perros modernos, según informó la Universidad de York.
Esto desmonta una de las pistas utilizadas para identificar la domesticación canina, ya que el color del pelaje no es una prueba concluyente. La presencia de pelaje negro en estos lobos sugiere que esta mutación ya existía en el Pleistoceno y no surgió exclusivamente en el proceso de domesticación.
Implicaciones para la evolución de lobos y perros
El descubrimiento tiene profundas repercusiones en la comprensión del origen de los perros. El doctor Nathan Wales, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York, explicó que los lobos grises existieron durante cientos de miles de años, y que el estudio del ADN fósil permite rastrear cómo cambiaron sus poblaciones. Además, subrayó que la preservación de tejidos blandos en estos ejemplares ofrece nuevas vías para explorar la evolución de los lobos.
Según el investigador, la dieta de los cachorros —similar a la de los lobos modernos— y su comportamiento reproductivo indican que eran criados por la manada en una madriguera, como ocurre con los lobos actuales. Además, el hecho de que consumieran carne de una presa tan grande como el rinoceronte lanudo sugiere que los lobos del Pleistoceno podrían haber sido de mayor tamaño que los actuales.
Anne Kathrine Runge, quien trabajó con los restos como parte de su doctorado en la Universidad de York, expresó su sorpresa, en declaraciones recogidas por la universidad, por el estado de conservación y la riqueza de datos: “Fue increíble encontrar dos hermanas de esta era tan bien conservadas, pero aún más increíble que ahora podamos contar tanto de su historia, hasta la última comida que comieron”.
Aunque reconoció que el hallazgo puede resultar decepcionante para quienes esperaban una confirmación sobre perros domesticados, señaló que estos lobos proporcionan una comprensión más profunda del entorno del Pleistoceno. “Muchos estarán decepcionados de que estos animales sean casi con certeza lobos y no perros domesticados, pero nos han ayudado a entender mejor el entorno de la época y cómo vivían estos animales”, añadió.
El entorno del Pleistoceno y un enigma que permanece abierto
El estudio permitió reconstruir el paisaje del norte de Siberia en el Pleistoceno, compuesto por una rica biodiversidad que incluía mamuts, rinocerontes lanudos y una vegetación de gramíneas, arbustos y sauces. La dieta diversa de los cachorros refleja esta variedad ecológica y la capacidad de los lobos de adaptarse a diferentes fuentes alimenticias.
Aunque los restos se encontraron junto a huesos de mamut modificados por humanos, no hay pruebas de interacción directa entre los cachorros y los humanos. Como destacó Runge, “el misterio de cómo los perros evolucionaron hasta convertirse en mascotas se profundiza, ya que una de nuestras pistas —el color negro del pelaje— puede haber sido una falsa pista”.
El equipo de la Universidad de York subrayó que, si bien este hallazgo no resuelve el origen del perro domesticado, proporciona elementos clave para futuras investigaciones, siendo que los científicos consideran que aún podrían descubrirse más restos de cachorros en el permafrost.