En diálogo con Infobae en Vivo, la politóloga y columnista semanal María Migliore planteó una pregunta tan simple como profunda: “¿Alguna vez pensaron dónde van a vivir cuando sean viejos?”
Lejos de ser una inquietud lejana o personal, sostuvo que esta pregunta ya está en el centro de las agendas públicas y de gobierno en muchos países, incluida la Argentina.
Migliore advirtió que el envejecimiento de la población, combinado con transformaciones sociales estructurales, impone una revisión urgente del modo en que se piensa la vejez y el acompañamiento en esa etapa de la vida.
“Vivimos cada vez más tiempo. La esperanza de vida en Argentina era de 72 años hace tres décadas; hoy ronda los 77 y sigue creciendo. La vejez ya no es un tramo corto, puede durar 20 o 30 años. La pregunta ya no es solo cuánto vivimos, sino cómo vivimos esos años”, sostuvo.
Además del alargamiento de la vida, Migliore remarcó otro cambio clave: la caída en la tasa de natalidad. “En los años 90 cada mujer tenía en promedio tres hijos. Hoy está en 1,5. Esto cambia radicalmente el sistema tradicional de cuidados. La idea de que tus hijos se ocupaban de vos, o de ir a vivir a su casa, ya no es sostenible. Las redes familiares se están debilitando, y necesitamos construir un nuevo modelo de cuidado.”
Como ejemplo de esas nuevas formas de habitar la vejez, Migliore presentó una experiencia de cohousing en Belgrano, impulsada por una mutual israelita.
El cohousing, un modelo de vivienda colaborativa que combina independencia y comunidad, está ganando popularidad entre las personas mayores que buscan envejecer en un entorno que les permita mantener su autonomía mientras disfrutan del apoyo y la interacción social.
Esta modalidad ofrece una alternativa a los modelos tradicionales de vivienda, integrando espacios privados con áreas comunes diseñadas para fomentar la convivencia y la participación en actividades específicas para esta etapa de la vida.
Se trata de un proyecto sin fines de lucro donde adultos mayores viven en departamentos individuales dentro de un complejo compartido, con espacios comunes y actividades comunitarias. “No es un geriátrico. No están ahí porque no pueden valerse por sí mismos. Están ahí porque eligen vivir en comunidad, tener independencia, pero también compañía”, explicó.
Este modelo, dijo, responde también a un fenómeno que crece en la vejez: la soledad. “El 20% de los mayores de 60 años vive solo en Argentina. Y uno de cada tres expresa haberse sentido solo en algún momento. No se trata solo de necesidades físicas o económicas, sino de necesidades vinculares, afectivas, existenciales”.
Migliore destacó que, si bien este tipo de experiencias hoy son costosas y no están al alcance de la mayoría, pueden servir de inspiración para políticas públicas inclusivas: “Esto no puede ser un privilegio. Tiene que ser una base para pensar cómo escalamos experiencias como esta. Ya hubo intentos, como el programa ‘Casa Activa’ que promovía espacios similares desde el Estado, aunque su implementación fue limitada”.
La reflexión también incluyó comparaciones internacionales. “En países como Japón o el Reino Unido se crearon incluso ministerios de la soledad para abordar este problema desde una política pública integral. El desafío no es solo económico: también es cultural, urbano y vincular”.
Migliore cerró con una mirada integral: “Vivimos más, tenemos menos hijos. Las redes de cuidado tradicionales están cambiando. Esto impacta en el sistema previsional, en la vivienda, en las dinámicas sociales. Y la pregunta de fondo sigue vigente: ¿Dónde y cómo queremos vivir cuando seamos viejos? Necesitamos empezar a responderla como sociedad”.