Si bien en Argentina la última vez que se implementó un cambio de horario fue en 2009, en muchos países estas modificaciones se realizan de manera más regular, especialmente para ahorrar energía durante el verano. Sus efectos en las personas están bien documentados: el sueño, el estado de ánimo y el rendimiento cognitivo pueden verse alterados. Sin embargo, hasta hace poco, se sabía muy poco sobre cómo estos cambios afectan a los perros.

Este vacío comenzó a llenarse con un estudio reciente publicado en Plos One por investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá. El trabajo, titulado The Impact Of Daylight Saving Time On Dog Activity (El impacto del horario de verano en la actividad canina), se propuso analizar cómo la transición al horario de invierno impacta en la actividad matutina de los perros.

Para ello, los científicos utilizaron acelerómetros que registraron los movimientos de 25 perros de trineo y 29 perros de compañía, junto con sus cuidadores, en la provincia de Ontario. Compararon sus patrones de actividad antes y después del cambio de hora, y pusieron especial atención en lo que los perros hacían tras el descanso nocturno.

Los resultados revelaron diferencias interesantes entre los distintos estilos de vida caninos

Los resultados revelaron diferencias interesantes entre los distintos estilos de vida caninos. En los días posteriores al ajuste horario, los perros de trineo mostraron una disminución en su nivel de actividad alrededor del amanecer. Antes del cambio, la salida del sol coincidía con la llegada de los cuidadores, y después del ajuste, el amanecer ocurría antes, lo que provocaba un desfase en la rutina. A pesar de esta desincronización, estos perros lograron adaptarse en poco tiempo, aproximadamente un día.

En contraste, los perros de compañía no evidenciaron cambios drásticos en sus hábitos. Aunque sus cuidadores comenzaron a despertarse más temprano durante los días laborales, los animales mantuvieron sus patrones previos. No obstante, hubo una excepción: los ejemplares más viejos tendieron a mostrar una menor actividad durante la mañana siguiente al ajuste, lo que sugiere una sensibilidad particular ante los cambios bruscos.

Los perros de compañía no evidenciaron cambios drásticos en sus hábitos

Estos hallazgos desafían la suposición de que los perros, por su cercanía con los humanos, se adaptan fácilmente a cualquier modificación en la rutina. Por el contrario, el estudio indica que la estructura del día a día, más o menos rígida, influye directamente en la capacidad de adaptación del animal.

Este fenómeno no es exclusivo de los perros. En el caso de los humanos, la alteración horaria puede generar trastornos del sueño, fatiga, disminución del estado de alerta e incluso problemas de salud más serios. Diversas investigaciones vinculan el cambio de hora con un aumento en los accidentes viales y en los cuadros de insomnio y depresión.

El impacto en otras especies

Aunque el estudio canadiense se centró en perros, otras especies también muestran sensibilidad frente a los cambios artificiales en los ciclos de luz y oscuridad. Estas alteraciones pueden interferir con los ritmos biológicos que regulan funciones esenciales como la alimentación, la orientación y la producción hormonal. Algunos casos fueron documentados en la literatura científica:

  • Ganado lechero: un estudio publicado en Journal of Dairy Science detectó una disminución en la producción de leche cuando se modificaron los horarios habituales de exposición a la luz. La estabilidad lumínica resulta clave para mantener una rutina fisiológica eficiente en estos animales.

La estabilidad lumínica resulta clave para mantener una rutina fisiológica eficiente en estos animales

  • Aves migratorias: estas especies dependen de la duración del día para orientarse durante sus recorridos estacionales. Según la ciencia, los cambios artificiales en los patrones de iluminación pueden provocarles desorientación, lo cual afecta su capacidad para completar las rutas migratorias.
  • Pequeños mamíferos como los hámsteres: en estos casos, científicos observaron alteraciones hormonales y reproductivas cuando se introdujeron variaciones abruptas en los ciclos de luz y oscuridad, lo que sugiere una fuerte dependencia de sus relojes internos para funciones vitales.