Si Lautaro Martínez arriesgaba el físico y se exponía a que la lesión muscular de seis días atrás se agravara, nunca más acertada fue la decisión de ponerle el cuerpo a un partido colosal. Después del 3-3 de la ida, había que echar el resto, ser parte aunque no se estuviera al 100 por ciento, porque esta clase de desafíos también se juega con el alma, con el corazón. Goleador y capitán, el Toro fue protagonista de un encuentro memorable. En realidad, la serie completa, los 90 minutos en Montjuic y los 120 en Milán, son para alguna plataforma de streaming porque tuvo todo: drama, angustia, héroes, euforia, lágrimas, felicidad, frustración. Desde el minuto 1, este Inter-Barcelona es para maratonearlo, imposible desengancharse porque siempre pasó algo y lo que parecía que era de una manera se transformaba al instante.

¿Por dónde empezar en este torrente de datos, sensaciones y emociones? Primero, la información dura: Inter venció 4-3 a Barcelona en tiempo suplementario y se clasificó finalista de la Champions League. El sábado 31 de este mes, en el Allianz Arena de Munich, enfrentará al ganador de la semifinal de este miércoles entre Paris Saint Germain (1) y Arsenal (0).

Vuelve Inter a una final por la Orejona, tras la definición que perdió hace dos años frente a Manchester City, con un plantel muy similar al de ahora, también con el mismo entrenador (Simone Inzaghi). Una coherencia y estabilidad que no dejan de ser un mérito en un club con deudas y estrecheces económicas, austero para reforzarse y sometido a cambios de dueño. Aun así, este Inter es el faro europeo del calcio, el último que le dio una Champions a Italia, con el título de 2010.

El reconocimiento a Inter no debe dejar en un segundo plano los aplausos para Barcelona, muy probablemente el equipo con el fútbol más atractivo de Europa. Su ausencia en el Mundial de Clubes será para lamentar, es un vacío que no muchos equipos están en condiciones de cubrir.

Lo más destacado de Inter 4 – Barcelona 3

Como en la ida, Inter estuvo dos goles arriba. Se fue al descanso 2-0, con la contribución decisiva de Lautaro, autor de un gol, tras una asistencia de Denzel Dumfries, el carrilero por la derecha que fue una de las figuras de las semifinales, con dos goles y tres asistencias. Al bahiense le cometieron el penal, cuando Cubarsí le barrió el pie de apoyo en el momento que iba a rematar de zurda. Çalhanoğlu, habitual encargado de los penales porque tiene una eficacia mayor a Lautaro, puso el 2-0.

Cuando el miércoles pasado Martínez salió tras la primera etapa con una elongación en los músculos flexores de la pierna izquierda, solo se hablaba de “un milagro” para que pudiera disputar la revancha. Lo que hubo fue voluntad y un deseo irrefrenable por estar en el cotejo más importante de la temporada, categorización que solo será superada por la final. En esta historia repleta de condimentos, Lautaro relató su vía crucis y resurrección: “Estaba lesionado. Mi pierna no estaba bien. Por eso lloré en casa dos días. No quería perderme el partido de esta noche. Tenía que jugar como fuera. Me puse una venda apretada. Mi pierna no está lo suficientemente fuerte, pero le prometí a mi familia que jugaría y salí al campo. Así soy”.

Y así fue, hasta que a los 25 minutos del segundo tiempo fue reemplazado por el iraní Taremi. Por ese entonces, Barcelona ya se había puesto 2-2, con dos goles en seis minutos. La situación se complicaba para Inter y Lautaro salía bajo la ovación de los tifossi. Se iba a sentar en el banco para que le aplicaran una compresa con hielo en la pierna izquierda. Pasaba a ser espectador e hincha en la mejor Champions de su carrera, como lo atestiguan sus nueve goles (marcó en octavos a Feyenoord, en cuartos a Bayern Munich y ahora en semifinales) y una asistencia.

El desconsuelo de Yamal es el de todo Barcelona, al que no le alcanzó el gran partido que hizo

El Giuseppe Meazza estaba inflamado, bajaban bramidos de unas tribunas de un estadio que unas horas el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, había incluido entre las deficiencias del calcio: “Son una vergüenza (los estadios). Italia es uno de los mejores países desde el punto de vista futbolístico, pero al mismo tiempo, comparado con otros grandes países, tiene con diferencia las peores infraestructuras. Es hora de hacer algo, porque los estadios son terribles”.

“El partido del año para Inter”, lo calificó la prensa de la ciudad. Y el equipo local salió a disputar cada pelota con ardor, muy consciente de sus fortalezas: la seguridad táctica por encima de la inventiva y los zarpazos por delante del juego asociado. Pelotas largas y profundas antes que lateralizar con toquecitos. No le preocupaba que Barcelona tuviera más la pelota, eso ya venía en el menú del desarrollo. Lo que más lo inquietaba era controlar a Lamine Yamal, para quien dispusieron una marca escalonada con Dimarco y Bastoni, más la ayuda cercana de Mkhitaryan.

Inter había sido oportuno, pero Barcelona está acostumbrado a remontar, su vocación ofensiva lo mantiene vivo hasta el último instante. En la temporada dio vuelta ocho encuentros en los que estaba abajo en el marcador. Y este iba a ser el noveno, porque el defensor Eric García y Dani Olmo habían conseguido el 2-2, tras centros del lateral Gerard Martin.

Cubarsí le comete penal a Lautaro; el árbitro lo cobró tras ser advertido por el VAR

Le quedó fútbol a Barcelona para un triunfo épico: Raphinha marcó el 3-2 a los 42 minutos del segundo tiempo. Caía el arquero Yann Sommer, que atajó mucho más de lo que cualquiera podía prever. Difícil imaginar que Inter saliera del pozo en que se había metido, hundido por el juego coral y dominante de Barcelona, que por primera vez en toda la serie estaba al frente en el resultado. Y solo quedaban dos minutos y lo que se adicionara para consumar la hazaña, que increíblemente cambió de bando. A los 48, el zaguero central Acerbi fue a buscar como si fuera un N° 9 el centro de Dumfries. Delirio en el Meazza con el 3-3.

Como si no alcanzara con lo visto, había alargue. Con Inter sosteniéndose en el monumental Sommer y castigando a la blanda defensa del Barça, que sufrió cada vez que fue exigida. Se unieron dos delanteros generosos y sacrificados, Thuram y Taremi, para que Fratessi, que se dio una pausa para crearse el espacio, definiera con un remate cruzado. Frattesi se subió a un portón lateral para festejar con los hinchas, frenesí al que también se sumó Lautaro. Se había olvidado del dolor en la pierna: “Forcé al 100 por ciento. No estaba para jugar. Le mando un saludo a mi madre, que no quería que jugara. Ella sufre, pero es en estos momentos en los que más me gusta estar dentro de la cancha». Para llegar al Allianz Arena había que pasar por el Meazza como un guerrero.