A las 7:35 de la mañana, el Vaticano anunció la muerte del papa Francisco tras doce años al frente de la Iglesia católica y una vida entera consagrada al servicio religioso. Su papado dejó un legado de gestos y reflexiones que marcaron a millones de fieles -y también al mundo-. Entre los muchos temas que abordó, la inteligencia artificial ocupó un espacio inesperado pero significativo en sus últimos años de vida.
“Fue un Papa que tuvo una profunda penetración en los ritmos del mundo contemporáneo: la sensibilidad, los problemas, los conflictos, los peligros del propio sistema político-económico. Como pastor intentó caminar en medio de todo eso alertando”, dijo a LA NACION Victorino Mareque, sacerdote diocesano de Buenos Aires. “La inteligencia artificial es un tema que genera mucho temor. Frente a una visión enamorada por las posibilidades técnicas, aparece la mirada global, integral y fraterna de Francisco”, aseguró.
Murió el papa Francisco a los 88 años
Fueron varias las ocasiones en las que el pontífice se refirió a la inteligencia artificial en el marco de una revolución que se desataba frente a sus ojos. Una de las instancias más relevantes fue durante el G7 de 2024, que se desarrolló en la región de Apulia, Italia. Meloni recibió a Francisco y, en una conferencia dedicada específicamente a esta nueva tecnología, el Papa se refirió a ella como un instrumento extremadamente poderoso cuyos beneficios o daños dependerán exclusivamente del uso que se le dé.
“No pocas veces, precisamente gracias a su libertad radical, la humanidad ha pervertido los fines de su propio ser, transformándose en enemiga de sí misma y del planeta”, reflexionó el líder de la Santa Sede. “Hablar de tecnología es hablar de lo que significa ser humanos y, por tanto, de nuestra condición única entre libertad y responsabilidad; es decir, significa hablar de ética”, continuó.
También se refirió a la autonomía de las máquinas. En esta línea, destacó que la inteligencia artificial siempre va a elegir por medio de algoritmos. El hombre, en cambio, tiene un corazón que lo ayuda a decidir. Y esto, según el líder, es particularmente importante en un contexto de conflictos armados, donde es necesario replantearse el desarrollo de las armas autónomas letales, ya que ninguna tecnología debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano. De ser usadas, la garantía de la supervisión es un imperativo no negociable.
“Frente a los prodigios de las máquinas, que parecen saber elegir de manera independiente, debemos tener bien claro que al ser humano le corresponde siempre la decisión, incluso con los tonos dramáticos y urgentes con que a veces esta se presenta en nuestra vida”, dijo el Papa. “Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las máquinas”, agregó.
Jorge Vilas Díaz Colodrero, director de la Diplomatura en IA y Gobierno 5.0 de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral, comentó a LA NACION que el enfoque de Francisco es fundamental ya que llama la atención sobre la tendencia que subyace en el mundo: la sustitución del ser humano impulsada por el cientificismo moderno. “La máquina resulta más funcional dentro del ideal de eficiencia del modelo productivo, en el cual la naturaleza humana es percibida como un obstáculo para la optimización de los procesos, dejando de lado la dignidad del hombre, con el peligro de desplazar a la humanidad concreta como centro de la historia”, expresó.
Con respecto a la regulación, el papa Francisco introdujo un concepto novedoso: la “algorética”, una palabra que fusiona “algoritmos” con “ética”. Con este término, propuso una forma de nombrar la necesidad urgente de establecer límites morales a los desarrollos y aplicaciones de la inteligencia artificial, para garantizar que su avance esté guiado por principios éticos universales. Esto es fundamental para que los nuevos modelos no refuercen prejuicios ni perpetúen desigualdades. La política, en este escenario, debe tener un papel importante para crear las condiciones para un buen uso posible y fructífero.
En este sentido Vilas Díaz Colodrero destacó que Francisco, como líder espiritual del mundo, vio claramente la transversalidad de la inteligencia artificial. “Insistió en el valor del hombre frente a un modelo eficienticista que puede dejar mucha gente de lado”, explicó. “Fue al rescate de lo verdaderamente humano: su sentido de la vida trascendente, finalidad que la máquina, por su misma esencia, no tiene”, siguió.
Otra ocasión en la cual Francisco se refirió a la inteligencia artificial fue en su Mensaje para la 57ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebró el 1 de enero de 2024. Allí, el pontífice destacó los avances tecnocientíficos como logros extraordinarios que han remediado innumerables males que estaban afectando la vida humana. Así, afirmó que las aplicaciones técnicas más avanzadas deberían utilizarse para allanar los caminos de la paz.
“Desde un punto de vista más positivo, si la inteligencia artificial se utilizara para promover el desarrollo humano integral, podría introducir importantes innovaciones en la agricultura, la educación y la cultura, una mejora del nivel de vida de naciones y pueblos enteros, el crecimiento de la fraternidad humana y la amistad social”, subrayó el papa. Sin embargo, para ello el desarrollo ético de los algoritmos tiene que estar presente en la experimentación, el diseño, la producción, la distribución y la comercialización de esta tecnología.
Más recientemente, en el Foro Económico Mundial que se desarrolló en Davos en 2025, el Papa volvió a referirse a algunas de las cuestiones ya mencionadas, pero además compartió una preocupación: la verdad está en crisis debido a los contenidos casi indistinguibles que genera la inteligencia artificial. De hecho, el mismo Francisco fue víctima de este fenómeno cuando vimos imágenes de él en una campera Balenciaga o dándole un beso a Madonna.
“A diferencia de muchas otras invenciones humanas, la IA se forma a partir de los resultados de la creatividad humana, lo que le permite generar nuevos artefactos con un nivel de destreza y una velocidad que a menudo rivalizan o superan las capacidades humanas, suscitando preocupaciones críticas sobre su impacto en el papel de la humanidad en el mundo”, dijo el Papa.
El pontífice señaló que es importante estudiar la inteligencia artificial y sus efectos a largo plazo. Para eso, llamó a los gobiernos y a las empresas para que “actúen con la debida diligencia y vigilancia” para gestionar las complejidades de esta nueva tecnología a medida que su aplicación e impacto social se hacen más evidentes. Así, los responsables deben evaluar críticamente las aplicaciones individuales de la inteligencia artificial en contextos particulares para asegurar que su uso promueve la dignidad humana y el bien común.