
A bordo de un avión comercial, la figura de las azafatas comúnmente se asocia a cortesía, presencia impecable y atención al pasajero. Aunque muchos creen que su trabajo se restringe al servicio en cabina, la realidad es que su formación está enfocada, ante todo, en garantizar la seguridad a bordo y gestionar situaciones de emergencia o primeros auxilios. Esta función primordial convierte a la tripulación en una pieza clave para el resguardo de todos los ocupantes, según explican diversos textos divulgativos sobre la normativa de tripulación de vuelo.
Ahora, una profesional experimentada ha expuesto las inusuales prohibiciones a tripulantes que rigen su conducta mientras portan el uniforme de vuelo y están en contacto con el público. A la vista de los pasajeros, el personal de cabina suele interactuar durante el embarque, el servicio y el desembarque, lo que alimenta la idea equivocada de que su labor se limita a la atención y hospitalidad.
Sin embargo, especialistas y documentos internos subrayan que las tripulantes a bordo reciben formación para actuar en incendios, coordinar evacuaciones, asistir en incidentes médicos y controlar riesgos de manera inmediata.
Históricamente, el rol ha evolucionado desde asistentes conocidos como “grumberos” (encargados inicialmente de tareas como manipulación de carga y vigilancia de elementos peligrosos) hasta convertirse en un puesto con preparación integral en seguridad, incluidos protocolos específicos ante posibles amenazas.
La atención al pasajero representa una parte mínima del adiestramiento, mientras que la responsabilidad principal recae en asegurar el cumplimiento de estrictas normas de las aerolíneas.
Las restricciones con el uniforme
La azafata argentina Bárbara Bacilieri, con 14 años de experiencia y conocida en redes sociales como “Barbie Bac”, ha detallado para What’s The Jam las restricciones menos conocidas a las que está sometido el personal de vuelo.
En sus declaraciones, Bacilieri remarcó que están prohibidas las muestras públicas de cariño mientras se viste el uniforme: “Los besos y las demostraciones públicas de afecto están prohibidos”, explicó.

El código de conducta también veta, sin excepción, fumar cigarrillos o vapear durante la jornada laboral. La azafata añadió que “está estrictamente prohibido” el consumo de alcohol en uniforme, aunque sí se permite beber agua en áreas apropiadas. El listado de acciones no permitidas incluye incluso conductas cotidianas: “Ni masticar chicle ni hacer burbujas están permitidos”, explicó la tripulante argentina, según recogió NeedtoKnow.
Además, el consumo de café y té tiene limitaciones concretas: “Tomar café en la puerta de embarque también está prohibido”, puntualizó Bacilieri, argumentando que en esa zona el personal resulta especialmente visible para los viajeros.
Muchas de estas restricciones no siempre figuran en manuales oficiales ni responden a normativas estrictas de todas las compañías aéreas; a menudo son resultado de la disciplina interna y de la imagen profesional que las empresas desean transmitir.
La experta, que difunde sus experiencias en redes sociales, sostiene que el respeto por este “código no escrito” constituye parte fundamental del trabajo: el personal debe mantener constantemente un estándar de neutralidad, compostura y discreción, ajustando su comportamiento incluso en gestos tan simples como beber en público frente a los pasajeros.

Observación y vigilancia: el otro lado de la norma
Además de estas reglas de conducta, la labor de las auxiliares de vuelo implica una vigilancia minuciosa de los pasajeros desde el embarque. Como indica la normativa profesional, esta observación trasciende la cortesía: la tripulación busca identificar a personas con síntomas de enfermedad, embarazadas próximas a término que requieran certificado médico, o pasajeros cuya actitud denote nerviosismo y pueda requerir apoyo especial.
Asimismo, atender a menores, personas mayores, lesionadas o con necesidades específicas tiene prioridad para garantizar una evacuación eficiente en caso de emergencia.

El personal también está entrenado para detectar a viajeros que representen un riesgo potencial: individuos en estado de ebriedad, con actitudes indisciplinadas o signos de comportamiento inusual pasan a ser observados detenidamente, pues cualquier altercado puede afectar la seguridad operativa y la convivencia a bordo.
Además, se procura identificar médicos, bomberos o personal entrenado que pueda ser útil en incidentes a bordo, e incluso detectar indicios de actividades ilícitas, como tráfico de personas o sustancias prohibidas. Toda instrucción impartida por la tripulación debe ser acatada rigurosamente; el incumplimiento puede derivar en sanciones o la expulsión del avión, resaltan los textos sobre la función del personal de cabina.
Bacilieri, consultada por What’s The Jam, señaló que este enfoque preventivo se refleja en aspectos mínimos del día a día: acciones aparentemente inocentes, como portar un vaso de agua a la vista de los pasajeros, pueden desencadenar demandas masivas, complicando el trabajo del personal, especialmente en vuelos largos o en compañías con restricciones sobre el suministro de agua.