Las experiencias de la infancia que explican la falta de respeto hacia los padres en la edad adulta. (Freepik)

La infancia es aquella etapa donde se comienza a desarrollar la personalidad y las relaciones con las personas que nos rodean, especialmente con los más cercanos. Entre estas interacciones, la que se tiene con los padres juega un papel fundamental.

Según diversos estudios, ciertos patrones de crianza y comportamientos parentales pueden generar desconexión emocional, rechazo o faltas de respeto hacia los progenitores en la edad adulta.

Incoherencia en las normas

Una investigación de la Escuela de Psicología-Psiquiatría de Estados Unidos ha descubierto que la inestabilidad en la crianza es uno de los factores más destacados. Es decir, cuando los límites y las reglas cambian constantemente, los menores pueden experimentar confusión e inseguridad.

Esta falta de estabilidad dificulta que los niños puedan desarrollar un sentido claro de lo que se espera de ellos, por lo que es más probable encontrarse con conductas erróneas cuando crezcan. Así, en la adultez, esta inestabilidad puede derivar en faltas de respeto y comunicación con los padres.

Además, esta falta de coherencia en las normas puede influir en la forma en la que los niños perciben la autoridad o las relaciones, por lo que puede afectar en la etapa adulta y la dinámica familiar.

Validar las emociones infantiles

Otro de los aspectos clave es la necesidad de los menores por sentirse escuchados y comprendidos. Según un estudio de Asociación de Psicología Americana, cuando los padres minimizan o ignoran las emociones de sus hijos con frases como “no exageres” o “no es para tanto”, se genera una sensación de desamparo.

En este sentido, estas respuestas pueden hacer que los niños internalicen la idea de que sus sentimientos no son importantes, lo que puede afectar a su autoestima y su capacidad para expresar emociones de una manera saludable.

En la etapa adulta, esta falta de validación puede traducirse en lejanía con los padres, con actitudes de rechazo o distanciamiento, dificultando la construcción de una relación de respeto mutuo.

Falta de reconocimiento

Los niños que durante la infancia sintieron que sus logros eran ignorados o comparados con los de los demás pueden presentar también falta de autoestima, lo que puede convertirse en un sentimiento constante de autoinsuficiencia, por lo que el distanciamiento y las faltas de respeto podrían aparecer en la etapa adulta.

Críticas excesivas

Los comentarios continuos pueden ser tan dañinos como el maltrato físico. De este modo, las críticas constantes minan la moral y fomentan el resentimiento y el rencor hacia los progenitores.

Varios estudios han demostrado que estos regaños están asociados a mayores niveles de depresión y problemas de comportamiento durante la adolescencia, lo que puede causar distanciamiento con los padres según vaya creciendo.

Las críticas excesivas pueden generar distanciamiento entre los padres y sus hijos. (Freepik)

Falta de tiempo de calidad

Para poder construir lazos paternofiliales hace falta pasar tiempo con los hijos. Un estudio realizado por Blaise Pierrehumbert confirma que la ausencia en los momentos importantes de la infancia del menor puede perjudicar la relación del futuro.

Es decir, la falta de tiempo de calidad perjudica la construcción de una buena base que se mantenga por la confianza, el afecto y la comprensión mutua.

Sobreprotección

Pero educar tampoco quiere decir estar encima en todo momento. Aunque pueda verse como algo positivo, la sobreprotección puede afectar al niño en la manera que no es capaz de valerse por sí mismo, lo que incrementa la dependencia emocional.

Este comportamiento puede desembocar en frustración, echando la culpa a los padres en forma de faltas de respeto.

La sobreprotección tampoco está justificada como una herramienta de buena educación. (Freepik)

Falta de empatía

La empatía es una de las bases de toda relación saludable. Los padres que no muestran interés por comprender las emociones y vivencias de sus hijos pueden estar creando una desconexión emocional que con el paso del tiempo se irá agrandando.

Según una investigación de la Universidad de Quebec, la falta de conexión emocional puede provocar heridas, que si no son curadas a tiempo, desembocan en distancia, frialdad y desprecio.