
El aumento del precio de la carne vacuna fue uno de los factores detrás del reciente aumento de las tasas de inflación mensual y según la Sociedad Rural Argentina (SRA), es improbable que esa presión afloje en los próximos meses.
Un estudio de la entidad sobre las “claves estructurales” del fenómeno afirma que el reciente aumento del precio de la hacienda surge de una convergencia de factores climáticos, productivos, logísticos y biológicos en un momento de “transición profunda” de la ganadería argentina.
No se trata de un episodio coyuntural, “sino la normalización de un mercado que durante cuatro años mantuvo precios rezagados frente a la inflación”, dice el trabajo, que en sus conclusiones afirma: “la suba de precios es parte de una transición estructural. Las malas políticas aplicadas entre 2019 y 2023 desalentaron la producción ganadera y estamos experimentando sus resultados. La oferta actual refleja decisiones tomadas años atrás, en un contexto que desalentaba la inversión. La demanda, local y externa, se fortaleció al mismo tiempo que el clima y la estacionalidad limitaron la oferta y el normal movimiento de hacienda. El nuevo marco político devolvió señales claras al mercado, pero la ganadería tiene tiempos biológicos que no pueden acelerarse. La recomposición llevará entre 2 y 4 años. Los precios de hoy marcan el comienzo de un nuevo ciclo, no su final”.
El estudio afirma también que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec “ya no refleja los patrones reales de consumo de proteínas”, pues el consumo de carne de pollo y de cerdo avanzaron con fuerza y la carne vacuna redujo su participación. “El índice sigue midiendo hábitos que ya no representan a la mayoría de los hogares y amplifica la percepción de aumento”, dice el estudio. A eso se suman, prosigue, restricciones físicas derivadas de las lluvias intensas y la precariedad de los caminos rurales. “El menor ingreso de camiones al Mercado Agroganadero de Cañuelas durante las semanas de mayores precipitaciones evidencia cómo la intransitabilidad reduce la oferta disponible en los remates”, dice, en referencia al aumento del precio de la hacienda, eslabón que impacta en los subsiguientes, hasta llegar a los precios al mostrador.

A su vez, la SRA considera que “el factor estructural más determinante” fueron las malas políticas: intervenciones en precios, restricciones a las exportaciones, cupos y otras medidas de desaliento a la inversión. “Las decisiones productivas tomadas en ese contexto explican también en gran medida los resultados actuales de producción: menos retención de vientres, menor tasa de inversión y menor capacidad de crecimiento del rodeo.
El documento explica la situación estructurándolo en diez preguntas y sus respectivas respuestas, a saber:
1: ¿El IPC realmente refleja el precio de la carne que la gente consume hoy?
Según el estudio, el cambio de patrones de consumo hizo que el IPC no represente bien el consumo actual. “En los últimos 20 años, el consumo total de proteínas cárnicas aumentó un 20 %, pasando de 92 a 110 kilos por habitante al año”, dice. El consumo de carne bovina se redujo un 24 %, de 63 a 48 kilos, y las exportaciones crecieron. A la vez, el consumo de carne aviar y porcina aumentó fuertemente, de 23 a 45 kilos anuales por habitante en el primer caso y de 6 a 17 kilos en el segundo. Por eso, dice la SRA, el IPC actual sobredimensiona el impacto del aumento de la carne vacuna, al reflejar patrones de gasto que perdieron vigencia.
En los últimos dos años nacieron casi 700.000 teneros menos que durante los dos anteriores
2. ¿Cómo influyen el clima, las lluvias y el estado de los caminos rurales?
Al respecto, el estudio cita la intransitabilidad de los caminos genera descalces en la oferta de hacienda. Las lluvias de 2025 superaron el promedio y afectaron los partidos bonaerenses de mayor stock ganadero, en especial en marzo y en octubre. Por eso, cuantifica, “en los últimos dos años nacieron casi 700.000 teneros menos que durante los dos anteriores”, a pesar de una mejora de los índices de reproducción, con menos vientres.
3. ¿Por qué suben los precios de la hacienda?
El aumento del precio del ganado es atribuida a un aumento de las demanda interna y externa, contra una oferta menor, por caída del stock y restricciones climáticas y de logística. A su vez, en la primera mitad del año se recuperó el consumo local, sobre los mínimos de 2024 y también aumentó la demanda externa.

4. ¿La disponibilidad de hacienda es menor que en otros años?
La sequía de 2023 y 2024 dejó una menor cantidad de terneros y niveles de mortandad que hicieron que parte del capital ganadero se asignara a sostener el volumen de producción. “Para 2026 y 2027 esperamos una mejora de la producción neta, en función de la menor cantidad de toneladas faenadas estimadas para el período”, dice el documento.
5. ¿Qué rol juega la estacionalidad en el final de cada año?
En promedio, en el último bimestre de cada año los precios de la hacienda aumentan cerca del 6% y luego caen entre abril-septiembre, evolución que replican los precios al consumidor.

6. ¿Qué impacto tuvo el cambio político y la desregulación del mercado?
En 2024 se eliminaron precios máximos, cupos de exportación y retenciones a la exportación y otras regulaciones, pero la sequía, y la escasez de crédito postergaron la recomposición del rodeo vacuno. Este año, a su vez, hubo una actitud de “espera”, que pausó las inversiones hasta las elecciones. “Las elecciones despejaron las dudas sobre una posible vuelta atrás con las regulaciones y la ganadería volvió a tener una percepción de rentabilidad futura positiva”, afirma la SRA.
7. ¿Por qué la oferta no aumenta ahora, si hay incentivos?
“El productor actúa según su percepción de la rentabilidad futura. La respuesta a la inversión depende de los tiempos biológicos propios del negocio”, dice el documento.
8. ¿La demanda interna también empuja los precios?
El consumo tiene relación directa con el poder adquisitivo de las familias. A mediados de 2025 el consumo de carne bovina alcanzó los niveles de 2020-22, una mejora del 7%, hasta 50,2 kilos anuales por habitante, causada por una “recomposición” del salario real. Pero en la segunda mitad del año el salario real empezó a caer respecto del precio del asado y el consumo retrocedió levemente.

9. ¿Qué papel juegan las carnes de pollo y cerdo?
El consumo total de proteínas animales cambió estructuralmente. En total, aumentó de 101 a 118 kilos anuales por habitante, con fuerte cambio de composición. El de carne aviar creció de 24 a 46 kilos por habitante, el de carne porcina de 8 kilos en 201 a 18 actualmente, mientras el de carne bovina cayó de 69 a 50 kilos por habitante/año. Según la Rural, no es algo para lamentar. “La mayor oferta de pollo y cerdo le dan mayor estabilidad al mercado y permite sostener la expansión del stock bovino”, dice, lo que atenúa el impacto en precios de las proteínas animales durante el ciclo de menor oferta vacuna.
10. ¿Qué impacto tiene el mercado internacional en esta suba?
La mejora de los precios globales de la carne impacta de manera directa en una mejora de la integración de la res, y por lo tanto en la capacidad de pago de los frigoríficos. De hecho, un gráfico del informe muestra cómo el precio del novillo aumentó en los principales países productores de carne del mundo, y notablemente más en EEUU.
Ese hecho está detrás, por caso, de la decisión (todavía no formalizad) del gobierno de Donald Trump de aumentar el cupo de importación de carne argentina con menor arancel e incluso de revertir aumentos arancelarios que había impuesto a la carne proveniente de Brasil.

Cabe consignar que entre expertos del mundo ganadero sigue siendo materia de debate si realmente se inició una fase de “retención” de vientres y menor oferta, que tendería a sostener altos niveles de precios. Al respecto, un reciente reporte de la Bolsa de Comercio de Rosario señala que el indicador de porcentaje de hembras en la faena total y la “tasa de extracción” se mantiene en niveles compatibles con una fase de liquidación, aunque -en sentido contrario- los datos de faena de noviembre serían compatibles con una transición hacia una fase de retención, no siendo posible una lectura unívoca.
Por eso, dice el informe, es imprescindible seguir de cerca esas variables y la evolución de los precios y de las existencias. Al respecto, cita un informe de Rosgan sobre la necesidad de “un plan estratégico orientado a la recomposición del rodeo”.