La Unión Europea (UE) exigió este martes a Israel que acelere de forma tangible el alivio humanitario en Gaza, advirtiendo que los progresos observados hasta ahora son insuficientes. “Se han abierto más pasos fronterizos y se reparan líneas eléctricas, pero la situación sigue siendo insostenible”, afirmó la alta representante para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas.
Aunque lo acordado incluye mayor acceso por puntos fronterizos, reparación eléctrica, ingreso de combustible y presencia de agentes de verificación de la UE, Egipto y Jordania han expresado que estas mejoras resultan aún insuficientes. Según el ministro egipcio Badr Abdelatty, la situación humanitaria continúa siendo crítica, con apenas 40 a 50 camiones diarios, muy por debajo de lo requerido.
Los datos del UNRWA son alarmantes: uno de cada diez niños menores de cinco años atendidos en Gaza presenta malnutrición, cifra nunca antes registrada, con más de 5.800 casos detectados solo en junio, incluyendo un millar de cuadros graves. La amenaza de hambruna sigue latente, con medio millón de personas vulnerables a falta de intervención urgente.
Mientras la UE establece un sistema de monitoreo con actualizaciones quincenales sobre la implementación del acuerdo, varios ministros trasladaron a Bruselas una lista de hasta diez medidas posibles contra Israel. Incluyen desde sanciones parciales al Acuerdo de Asociación UE-Israel hasta embargo de armas o suspensión de visados. No obstante, persiste una profunda división: países como Hungría, República Checa y Alemania han mostrado reticencias; España y Eslovenia presionan por sancionar, pero no hay consenso.
Kallas fue explícita al recordar que la intención no es castigar ni aislar a Israel, sino crear palancas para mejorar una emergencia calificada de “insostenible”. El debate alineó dos prioridades: garantizar un alto el fuego duradero y asegurar la liberación de los rehenes, en simultáneo con una respuesta humanitaria eficaz.
En paralelo, la Organización de Naciones Unidas informó que al menos 875 palestinos han muerto en las últimas seis semanas en los alrededores de puntos de reparto de ayuda, especialmente en instalaciones gestionadas por el GHF (Gaza Humanitarian Foundation) respaldada por EEUU e Israel; muchas muertes ocurrieron en rutas de convoyes de la ONU. Este modelo de distribución, criticado por la ONU y ONG por su falta de seguridad y por situaciones de caos, se mantiene en el centro de acusaciones internacionales de violaciones graves a los principios humanitarios.
En este contexto, la UE enfrenta una disyuntiva compleja: intensificar la presión política —incluido el posible embargo de armas o la revisión de beneficios comerciales— o priorizar la asistencia “sin penalizar a Israel”. Por el momento, el enfoque oficial privilegia la segunda opción, aunque Kallas advirtió que “las opciones siguen sobre la mesa y estamos preparados para actuar” si no hay avances reales.
El telón de fondo es sombrío. La destrucción de infraestructuras clave —desde electricidad hasta hospitales y plantas desalinizadoras— ha agravado la emergencia. En hospitales como el de Khan Yunis se registraron bombardeos en mayo que dejaron decenas de muertos y dañaron servicios vitales. Esta suma de factores agrava la vulnerabilidad de los civiles.
Un rayo de esperanza, aunque frágil, reside en el frágil alto el fuego vigente desde enero y el compromiso diplomático en curso: la UE ha insistido en que la diplomacia es el camino, y Kallas reiteró el llamado a reanudar las conversaciones de paz.
La próxima reunión formal de los ministros de Exteriores está prevista para octubre. A la vista de lo expuesto, la presión de ONG como Oxfam se intensifica, denunciando una UE que avanza con cautela mientras en Gaza mueren miles cada día por hambre, enfermedad y violencia.