Bulgaria podrá adoptar el euro como moneda oficial el 1 de enero de 2026, después de recibir la aprobación formal de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea este martes. La medida representa un paso importante para el país balcánico, que ya es miembro de la Unión Europea desde 2007, pero que hasta ahora tenía el lev como moneda nacional. Con esta decisión, Bulgaria se convertirá en el vigésimo primer país que integra la llamada eurozona, es decir, el grupo de naciones que utilizan el euro como divisa legal, pero no implica un ingreso a la UE, ya que Bulgaria pertenece al bloque desde hace casi dos décadas.
El proceso hacia la adopción del euro ha sido largo y estuvo condicionado por el cumplimiento de estrictos requisitos económicos y políticos, supervisados por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE). En junio, ambas instituciones confirmaron que Bulgaria había alcanzado las metas necesarias en áreas clave como la estabilidad de precios, la disciplina fiscal, la convergencia económica y la integración del sector financiero. Según el informe de Bruselas, la inflación media anual en Bulgaria durante los últimos doce meses se situó en el 2,7 %, por debajo del umbral máximo permitido de 2,8 %, que se calcula sumando 1,5 puntos a la media de los tres países de la UE con menor inflación.
La ministra danesa de Economía, Stephanie Lose, quien lideró la reunión en nombre de la actual presidencia rotatoria de la UE, subrayó que se trata de “la culminación de un proceso exhaustivo hacia la adhesión de Bulgaria, que incluyó un análisis riguroso y una preparación intensiva”. Además, el tipo de cambio definitivo se ha fijado en 1,95583 leva por euro, y se adoptaron los textos legales que permitirán la transición formal al euro a partir del primer día de 2026.
El primer ministro de Bulgaria, Rossen Jeliazkov, expresó en redes sociales su agradecimiento a las instituciones europeas y reiteró que “el gobierno seguirá comprometido con una transición suave y eficaz al euro en interés de todos los ciudadanos”, según declaró en la plataforma X. Por su parte, el comisario europeo de Economía, Valdis Dombrovskis, sostuvo que la adopción del euro aportará oportunidades de inversión, empleo y crecimiento a la economía búlgara.
Pese a la aprobación política, la decisión no está exenta de controversia en la sociedad búlgara. Sondeos indican que casi la mitad de los ciudadanos se oponen a la entrada en la eurozona, principalmente por preocupaciones sobre posibles subidas de precios y pérdida del poder adquisitivo. Estos temores se han expresado en protestas en la capital, Sofía, donde manifestantes reclaman mantener el lev como símbolo nacional.
Desde junio, también se han instalado campamentos de protesta frente a la presidencia y al Banco Nacional de Bulgaria. Algunos partidos de oposición, especialmente los de tendencia ultraderechista, han aprovechado el debate para promover discursos críticos hacia la UE.
El proceso de ampliación de la eurozona se produce en un contexto de integración paulatina. Cuando los primeros billetes y monedas de euro comenzaron a circular en enero de 2002, solo 12 países formaban parte de la eurozona, entre ellos Francia, Alemania, Italia, España y Grecia. Con el paso de los años se sumaron otras naciones: Eslovenia en 2007, Chipre y Malta en 2008, Eslovaquia en 2009, Estonia en 2011, Letonia en 2014, Lituania en 2015 y Croacia más recientemente en 2023, elevando entonces a 20 los países de la moneda común. Con la incorporación de Bulgaria, la eurozona pasará a tener 21 miembros en 2026.
Los preparativos técnicos para la transición incluyen la adaptación de cajeros automáticos y sistemas bancarios, la obligación de informar los precios tanto en euros como en lev, y campañas masivas de información para consumidores y empresas. La política monetaria del país pasará a estar gestionada por el Banco Central Europeo, al igual que en el resto de la eurozona.
A pesar de cumplir con los criterios económicos, la Comisión Europea advirtió a Bulgaria sobre la necesidad de avanzar en áreas como la lucha contra la corrupción, la independencia judicial, la eficiencia administrativa y la reducción de la dependencia de combustibles fósiles. Además, recomendó prestar atención a posibles desafíos sociales y regulatorios durante el periodo de transición.
Por el momento, otros seis países de la UE continúan utilizando monedas nacionales y no se han integrado al euro: República Checa, Hungría, Polonia, Rumania, Suecia y Dinamarca. La entrada de Bulgaria marca un nuevo capítulo en el proceso de integración europea, consolidando la expansión gradual de la moneda única en la región.