En una mañana de verano que comenzó como cualquier otra, el bullicio habitual de los vagones del metro londinense se convirtió en una escena de horror. El 7 de julio de 2005, mientras miles de personas se desplazaban hacia sus trabajos, una serie de explosiones simultáneas interrumpió la rutina con una violencia que marcaría para siempre la historia reciente del Reino Unido.
Cuatro atentados suicidas coordinados en el corazón del sistema de transporte público de Londres dejaron 52 personas muertas y más de 770 heridas. La BBC los describió como “la peor atrocidad terrorista en suelo británico”.
Dos décadas después, ese día sigue resonando en la memoria colectiva británica. Con el estreno de la serie documental de Netflix el 1 de julio de 2025, Attack on London: Hunting the 7/7 Bombers, la directora Liza Williams recuperó los relatos de víctimas, testigos y autoridades para reconstruir los hechos y analizar sus secuelas. Según informó The Independent, el proyecto implicó más de 750 entrevistas y buscó no solo narrar lo ocurrido, sino también reflexionar sobre la unidad social frente al extremismo.
Cronología de los atentados
El jueves 7 de julio de 2005, a las 8:50, tres bombas explotaron casi simultáneamente en el metro de Londres:
- La primera detonación ocurrió entre Liverpool Street y Aldgate.
- La segunda entre King’s Cross y Russell Square, el ataque más letal, con 26 víctimas fatales.
- La tercera, cerca de Edgware Road, causó la muerte de seis personas.
Casi una hora más tarde, a las 9:47, una cuarta bomba estalló en un autobús de dos pisos en Tavistock Square, en las inmediaciones de la sede de la Policía de Transporte Británica (BTP). Esta explosión causó la muerte de 13 personas. En total, el saldo fue de 52 muertos y más de 770 heridos, de acuerdo con cifras oficiales recogidas por The Independent.
El caos se apoderó de la ciudad. Los servicios de emergencia ejecutaron un operativo sin precedentes para rescatar a pasajeros atrapados en túneles y atender a los heridos. En muchos casos, las condiciones dificultaron el acceso a las víctimas, lo que agravó el impacto emocional.
La atleta paralímpica Martine Wiltshire, quien se encontraba en el tren de Aldgate, declaró ante la investigación judicial de 2011 que, tras la explosión, vio “una luz blanca” antes de ser lanzada contra la estructura del vagón. Wiltshire perdió ambas piernas y su testimonio, citado por la BBC, se convirtió en símbolo de la resiliencia de los sobrevivientes.
Identificación de los atacantes
La investigación policial identificó rápidamente a los autores de los atentados. Se trataba de cuatro ciudadanos británicos: Mohammad Sidique Khan (30 años),Shehzad Tanweer (22),Hasib Hussain (18)y Germaine Lindsay (19). Todos murieron al detonar los explosivos que portaban.
Según The Guardian, Khan dejó un vídeo póstumo en el que reivindicaba el ataque y expresaba admiración por Al Qaeda, lo que reveló la influencia del extremismo yihadista en la radicalización del grupo.
El documental de Netflix analizó los entornos familiares y sociales de los atacantes. Un trabajador juvenil llamado Mohammad, entrevistado por The Independent, afirmó haber conocido a Tanweer años antes del atentado. Según relató, intentó disuadirlo de una visión conservadora del Islam. “Era un buen chico… pero cuando su padre me pidió ‘salva a mi hijo’, me quedé realmente impactado”, expresó. “A veces me pregunto si hubiera pasado más tiempo allí… tal vez habría cambiado de opinión”.
Reacción gubernamental y respuesta ciudadana
Pocas horas después de los atentados, el entonces primer ministro Tony Blair calificó los hechos como actos terroristas, según reportó CNN. El Gobierno británico reforzó inmediatamente la seguridad nacional, especialmente en estaciones de trenes, aeropuertos y espacios públicos, e inició una investigación judicial de gran escala.
El ataque generó una oleada de temor e incertidumbre entre los londinenses. Las autoridades instaron a mantener la calma, mientras la ciudad comenzaba a procesar el trauma. En entrevistas recogidas por The Independent, la directora Liza Williams destacó: “Este fue un enorme trauma nacional, pero espero que la gente lo vea y se dé cuenta de lo importante que es no dejar que los acontecimientos nos dividan”.
En paralelo, se multiplicaron los homenajes a las víctimas, las expresiones de solidaridad y los debates sobre integración, radicalización y seguridad en el transporte público. El atentado también motivó reformas legislativas en materia de inteligencia y prevención de la radicalización, incluyendo la expansión de programas comunitarios y mayores facultades para los servicios de seguridad.
Atentados fallidos del 21 de julio
El 21 de julio de 2005, apenas dos semanas después, cuatro nuevos artefactos explosivos fueron colocados en tres trenes del metro y un autobús, replicando la estrategia de los atentados anteriores. En esta ocasión, los dispositivos no lograron detonar debido a fallos técnicos.
La policía lanzó una operación a nivel nacional. En 2007, Ramzi Mohammed, Muktar Said Ibrahim y Yassin Omar fueron declarados culpables de conspiración para cometer asesinato. Según la BBC, el juez del caso señaló que, de haber funcionado correctamente los detonadores o el peróxido de hidrógeno, “cada bomba habría explotado”. Los tres fueron condenados a penas mínimas de 40 años de prisión.
En 2008, Ismail Abdulrahman fue sentenciado a ocho años de cárcel por colaborar con uno de los autores y por ocultar información clave a las autoridades.
Durante este periodo, se produjo un hecho que generó indignación pública: el 22 de julio de 2005, agentes de policía dispararon y mataron al electricista brasileño Jean Charles de Menezes en una estación del metro, tras confundirlo con un sospechoso. La muerte de De Menezes derivó en investigaciones internas, protestas y una amplia cobertura mediática. El caso fue retratado en la docuserie Sospechoso: El asesinato de Jean Charles de Menezes, según reportó The Independent.
Testimonios y memoria colectiva
La dimensión humana de los atentados del 7 de julio se manifiesta en los testimonios recogidos en el documental de Netflix. Martine Wiltshire, sobreviviente de Aldgate, relató su proceso de recuperación física y emocional tras la amputación de sus piernas. Su historia refleja tanto el sufrimiento personal como la capacidad de reconstrucción.
El trabajador juvenil Mohammad, cuya experiencia también forma parte de la serie, ofrece una mirada compleja sobre los procesos de radicalización. Su intervención contribuye a entender cómo múltiples factores —familiares, religiosos, sociales— pueden confluir en la captación de jóvenes por parte de ideologías extremistas.
La serie incluye además entrevistas con agentes policiales, familiares de las víctimas y personas cercanas a los atacantes, construyendo una narrativa amplia sobre las secuelas sociales y emocionales del terrorismo.