La visita oficial del presidente colombiano Gustavo Petro a China en octubre de 2023 no solo estuvo marcada por acuerdos diplomáticos y económicos, sino también por un episodio incómodo que, según revelaciones recientes, dejó al mandatario en el centro de la polémica.
El excanciller Álvaro Leyva, en una nueva carta publicada este 6 de mayo, relató detalles que evidencian la tensión vivida durante el viaje, señalando que Petro se habría molestado tras no poder incluir en la agenda el tema del metro de Bogotá, un asunto que ya había sido descartado por los diplomáticos chinos.
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Petro llegó a Pekín el 24 de octubre de 2023, invitado por el presidente Xi Jinping, con el propósito de “fortalecer las relaciones bilaterales y trazar un plan para su crecimiento en una ‘nueva era’”, como informó entonces la Cancillería colombiana.
Sin embargo, Petro insistió en abordar la posibilidad de modificar el trazado de la primera línea del metro de Bogotá, pese a las advertencias previas de la Embajada de China en Colombia, que había dejado claro que no era un asunto de Estado.
Según narró Leyva, durante el banquete oficial en honor a la delegación colombiana, Petro —sentado a la derecha de Xi Jinping— optó por guardar silencio absoluto durante las más de dos horas que duró la velada.
“Lo ignoró. Como si él no estuviese presente”, escribió Leyva en su carta, destacando que le tocó a él mismo asumir el rol de interlocutor, conversando con Xi sobre temas familiares, políticos y comerciales mientras desfilaban diez platos tradicionales de la cocina china.
Leyva no dudó en calificar el comportamiento de Petro como “terco” e “inflexible”, y afirmó que el mandatario “quedó en el ridículo” por no lograr imponer el tema del metro en la agenda.
A pesar de que los diplomáticos chinos reiteraron que el metro de Bogotá era un asunto local, Petro había expresado optimismo días antes, diciendo que buscaría “colaboración para transformar el transporte en Colombia hacia sistemas férreos y eléctricos”.
Sin embargo, ni en la declaración conjunta firmada en el Gran Salón del Pueblo, ni en los acuerdos alcanzados, enfocados en comercio, economía digital, desarrollo verde y telecomunicaciones, se incluyó mención alguna al proyecto bogotano.
Si no se habló del metro, ¿de qué se habló?
Pese al desplante de Petro en el banquete oficial y a que el metro de Bogotá no logró colarse en la agenda, la visita a China sí dejó resultados en otros frentes. China y Colombia anunciaron el establecimiento de una “asociación estratégica” tras la reunión entre Xi Jinping y Petro en el Gran Palacio del Pueblo, con promesas de cooperación en comercio, economía digital, energías limpias y cultura.
El gobierno chino, por su parte, no perdió oportunidad para destacar los 43 años de relación bilateral y presentar su propia narrativa de éxito diplomático.
Xi Jinping subrayó la resiliencia de los vínculos entre ambos países y dejó claro que la modernización de China y su papel global no necesitan ser opacados por demandas locales como las del mandatario colombiano.
El líder chino invitó a Colombia a sumarse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, abrió las puertas al comercio de carne bovina y extendió propuestas para aumentar inversiones en infraestructura y energías renovables. Además, se acordó profundizar intercambios culturales, educativos y científicos, así como apoyar iniciativas globales chinas en materia de seguridad y desarrollo.
Mientras tanto, Petro intentó alinearse con esta agenda, invitando a las empresas chinas a invertir en Colombia y mostrando interés en participar en los proyectos insignia de Pekín.
Incluso habló de colaborar en temas de paz, cambio climático y el conflicto en Medio Oriente, pero lo cierto es que los verdaderos beneficiarios visibles del encuentro fueron los intereses económicos y geopolíticos de China.
En cuanto al metro, ni una palabra quedó estampada en los protocolos ni en la declaración conjunta, confirmando que, pese a la insistencia de Petro, China nunca estuvo dispuesta a abrir ese capítulo en la visita.
El mandatario colombiano, entre gestos de incomodidad y silencios calculados, terminó cediendo espacio a una agenda que, en última instancia, lo dejó como mero espectador de los logros diplomáticos de su contraparte.