Luis

La economía argentina registró en 2025 un paradójico contrapunto respecto de 2024: el año pasado el PBI se contrajo 1,7% comprado con el período anterior, en que también había caído, pero se pasó la mayor parte del año repuntando.

Los indicadores y estudios apuntan a abril/mayo del año pasado como el piso desde el cual el nivel de actividad aumentó (en octubre-diciembre el PBI ya había crecido 1,4% trimestral) aunque dejando de lado sectores como industria, comercio y construcción, los que más empleo generan. Ese envión llegó hasta febrero/marzo de 2025, en que la economía se trabó.

“El impacto sobre la actividad del apretón monetario para contener el dólar y la inflación después de haber abierto la puerta a la compra de dólares, más las denuncias de corrupción, empezaron a poner en duda la gobernabilidad. La recuperación ‘como pedo de buzo’ que había vaticinado el presidente Javier Milei se frenó en febrero y para julio (último dato oficial disponible) acumulaba una caída del 2,5% mientras la inflación seguía en torno al 2% mensual”, precisan Marina Dal Poggetto y Daniel Kerner en “Back to the 90s”, libro en el que -más que trazar un paralelo entre mileísmo y menemismo- describen la trayectoria económica de las últimas décadas en busca de lecciones que permitan una salida de una larga y frustrante calesita.

He ahí la paradoja: en 2024 el PBI cayó, pero pasó la mayor parte del tiempo repuntando, y en 2025 creció (la mayoría de las estimaciones apuntan al 4,5% anual), pero pasó más tiempo estancado o en leve declive. En algunos sectores ese declive se aceleró sobre el final, con más de 20 fábricas en crisis y casi 4.400 trabajadores afectados y especial agudeza en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y en el NOA.

La suerte de la economía en 2026 depende crucialmente de la resolución de tres pares de variables: el nivel de riesgo-país y el financiamiento de los pasivos que vencen a lo largo del año, la relación entre el precio del dólar y el nivel de inflación, y el impacto de la actividad sobre el nivel de empleo, crucial para que el Gobierno mantenga un nivel de apoyo que le provea gobernabilidad y chances de reelección hasta el final de su mandato.

Riesgo país y financiamiento

Luego del anuncio oficial de que a partir de enero el tipo de cambio se moverá entre bandas ajustables por inflación y que el BCRA comprará reservas, el riesgo-país, el costo del crédito soberano, cayó hacia el final de 2025 por debajo de 600 puntos, pero no logra perforar la barrera de los 550 puntos.

La apuesta oficial, a juzgar por la declaración del ministro Luis Caputo de que se quiere depender menos de Wall Street (esto es, menos de colocar bonos en dólares en el exterior) es a una nueva baja de la tasa de interés de la Fed, arreglárselas en el mercado local y así, en modo esquivo, atraer ofertas de crédito que se acerquen al 8% anual y de ser posible lo perforen.

Para los USD 4.200 millones que vencen en enero, el gobierno ya dispone de USD 2.500 millones en dólares y podría hacerse de los USD 1.700 millones que faltan comprándole al BCRA parte de las reservas con algo más de la mitad de los $4 billones que tiene depositados en pesos en la entidad o con un repo por una suma a determinar, dentro de los USD 7.000 millones que según Caputo y el propio Milei fueron ofrecidos por bancos internacionales.

El hueso más duro es refinanciar al costo más bajo posible los vencimientos por poco más de USD 7.100 millones de bonos hoy en manos de inversores privados

Resolver sin sofocones el primer gran vencimiento es clave para afrontar los de todo el año. En total, son unos USD 17.000 millones, incluyendo poco más de USD 4.600 millones en capital e intereses al FMI, otros USD 4.100 a otros entes multilaterales y unos USD 2.200 millones en Bopreales. El hueso más duro es refinanciar al costo más bajo posible los vencimientos por poco más de USD 7.100 millones de bonos hoy en manos de inversores privados.

La tasa de riesgo-país es clave pues condiciona la tasa de interés, cuanto más baja mejor para la economía real y para el ingreso de los miles de millones de dólares en inversiones en energía y minería, que importan no solo por la actividad que generan sino también para asegurar que, vía exportación, a Argentina generará cada vez más dólares “propios”.

Entre 2006 y 2023 el Tesoro usó el equivalente a USD 300.000 millones de financiamiento del BCRA al fisco, de los cuales USD 100.000 millones fueron reservas, precisan Dal Poggetto y Kerner

Un buen uso de esos recursos sería la contracara del despilfarro de divisas y jauja fiscal de los últimos años. “Entre 2006 y 2023 el Tesoro Nacional usó el equivalente a USD 300.000 millones de financiamiento del BCRA al fisco (casi medio PBI), de los cuales USD 100.000 millones fueron reservas. Esto explica un Banco Central sin reservas y un excedente de pesos de la economía “esterilizado” a través de pasivos remunerados (deuda del BCRA) que, dada la tasa de interés, creaban pesos en forma endógena”, precisan al respecto Dal Poggetto y Kerner.

Dólar e inflación

Despejar las dudas sobre el financiamiento aliviaría a su vez otro dueto clave para la suerte de la economía en 2026: habría menos temor a que el dólar se “escape” de la banda de flotación, aflojaría la presión cambiaria y se facilitaría la compra de reservas a medida que la economía se “remonetiza” del 4,2 al 4,8% del PBI, según el cálculo de base oficial. Eso permitiría acumular unos USD 10.000 millones en el BCRA y acercarse a una de las metas del programa acordado en abril pasado con el FMI..

Ese objetivo hasta luce modesto si se tiene en cuenta que entre mayo y diciembre de 2024 el BCRA compró casi USD 7.000 millones, pero en medio de una fuerte remonetización. Según Jorge Vasconcelos, economista jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea, la duda es si podrá alcanzarse ese ritmo con el dólar dentro de la banda cambiaria. Permitir que suba para aumentar la oferta de divisas podría hacerlo chocar contra el techo ($1.565 a fines de enero). Si llega allí, ¿subirá el gobierno las tasas de interés? ¿Cuántos dólares comprarán los propios argentinos si las expectativas no son tan buenas Son incógnitas clave que se resolverán a lo largo de 2026.

Actividad y empleo

En cuanto a actividad económica, la expectativa, en buena medida derivada de la victoria electoral del oficialismo en las elecciones de octubre y de la agenda de reformas que impulsa en el Congreso, es que la economía no solo volverá a crecer en 2026, sino también en 2027.

Sudamérica y la Argentina “tienen lo que el mundo necesita”, resaltó JP Morgan, el banco más grande de EEUU, en su “Outlook 2026″, en el que destacó la importancia de Vaca Muerta y de “minerales críticos” como el litio, en un mundo en el que la fragmentación prevalece sobre la globalización.

Vaca Muerta y la Minería aparecen como pilares del crecimiento del PBI en 2026

Por su parte, un estudio de BBVA Research proyecta que tras crecer 4,5% en 2025 la economía argentina crecería 3% en 2026 y de vuelta 3% en 2027, rompiendo una larga racha, ya que desde 2006 no crece durante tres años consecutivos.

Según el estudio, en 2025 los sectores más dinámicos fueron los “capital-intensivos”, como Energía y Minería, además de la actividad financiera y el agro, que superó un bienio climático adverso, mientras que los de mayor caída fueron aquellos que emplean más mano de obra. “En 2026 la actividad mantendrá una dinámica heterogénea, pero con una convergencia gradual hacia un crecimiento más equilibrado”, afirma el estudio.

Reducir el riesgo país y asegurar el financiamiento necesario, evitar que saltos del dólar y de los precios por presiones externas o internas desvencijen la macro y lograr un buen mix de actividad y empleo mejorarían no solo las perspectivas económicas de la Argentina en 2026 sino también las perspectivas políticas del oficialismo de cara a 2027.