El acuerdo entre Rusia e Irán para la producción de drones en territorio ruso ha dado lugar a una red de pagos encubierta que incluye transferencias de oro y la participación de países intermediarios, lo que ha dificultado la aplicación de sanciones occidentales. Según consignó The Washington Post, este entramado financiero ha permitido a ambos países sortear los controles de exportación impuestos por Estados Unidos y sus aliados, mientras refuerzan su cooperación militar y tecnológica.
Desde que Moscú y Teherán firmaron un pacto para el intercambio de tecnología y la fabricación de vehículos aéreos no tripulados (UAV) en la región rusa de Tartaristán, la capacidad de producción de drones en Rusia ha experimentado un crecimiento notable. De acuerdo con The Washington Post, este avance ha permitido a las fuerzas rusas lanzar ataques masivos contra ciudades ucranianas, utilizando cientos de drones diariamente. El medio detalló que la colaboración se ha traducido en la fabricación local del modelo iraní Shahed-136, rebautizado por Rusia como Geran-2, un dron de hélice capaz de recorrer cientos de kilómetros y transportar 53,5 kilogramos de explosivos hasta su objetivo.
El informe publicado este jueves por C4ADS, un grupo de investigación con sede en Washington especializado en temas de seguridad global, y compartido con The Washington Post, arroja luz sobre el papel de Irán en el acuerdo y la profundización de los lazos entre dos de los principales adversarios geopolíticos de Estados Unidos. Según el reporte, el paso de la importación a la fabricación local de UAV ha sido determinante para sostener la ofensiva rusa en Ucrania. El documento señala: “El cambio de importación de UAV a fabricación localizada de UAV ha desempeñado un papel significativo en el apoyo a la guerra de Rusia en Ucrania”.
Las cifras proporcionadas por fuentes ucranianas indican que los ataques con drones de tipo Shahed se han vuelto habituales, con un promedio de 100 aparatos por noche en lo que va del año. El pasado fin de semana, los bombardeos alcanzaron picos de hasta 300 drones en una sola noche. Estos datos sugieren que el acuerdo de fabricación, que ha supuesto un desembolso estimado de 2.000 millones de dólares para Rusia, ha resultado efectivo. Un análisis de los ataques con drones sobre Kiev, realizado por la firma Dragonfly Intelligence, muestra que la cantidad de proyectiles por ataque ha ido en aumento: de 60 diarios entre agosto y enero, a 110 diarios en los últimos tres meses.
El informe de C4ADS también destaca que los drones rusos han mejorado en velocidad y altitud, lo que les permite superar la cobertura de los grupos móviles de defensa aérea ucranianos. Además, los aparatos transportan cargas explosivas mayores que en el pasado. El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, declaró esta semana que Rusia puede fabricar entre 300 y 350 drones de largo alcance al día, mientras que Ucrania produce cerca de 100 diarios debido a limitaciones financieras.
La localización de la producción ha permitido a Rusia mantener y ampliar rápidamente su capacidad de ataque a larga distancia, aprovechando desarrollos previos en investigación y tecnología. El informe señala que Rusia puede destinar recursos adicionales para fabricar o modificar el Geran-2 según las necesidades de la guerra, sin requerir apoyo adicional de Irán. Además, los desarrolladores rusos en la planta de Alabuga han accedido a tecnología suministrada por Irán para iniciar la producción del modelo Geran-3, una variante propulsada por motor a reacción que alcanza velocidades superiores al Geran-2, lo que facilita la evasión de sistemas antiaéreos y la selección de objetivos con mayor rapidez.
El investigador Omar Al-Ghusbi, autor del informe, explicó a The Washington Post: “Hemos visto que han pasado de importar el Geran-2, a una versión localizada del Geran-2, y ahora a producir el Geran-3 de forma local. Parece que la localización está siendo bastante exitosa, ya que empezamos a ver más variaciones respecto al conjunto inicial de drones iraníes, aunque para algunos componentes siguen dependiendo de importaciones”.
Ni el Ministerio de Defensa ruso ni la misión iraní ante las Naciones Unidas respondieron a las preguntas sobre el informe y la cooperación en la fabricación de drones. En ocasiones anteriores, un portavoz iraní reconoció que ambos países mantienen una cooperación bilateral en defensa, ciencia e investigación, que se remonta a antes del inicio del conflicto en Ucrania.
El informe de C4ADS se basa en datos filtrados y fuentes públicas para rastrear la transferencia de tecnología UAV de Irán a Rusia. Entre las filtraciones clave se encuentran 10 gigabytes de archivos de Sahara Thunder, una empresa con sede en Teherán dedicada a actividades que van desde el transporte de petróleo hasta la adquisición de material de defensa. Estos documentos, obtenidos por el grupo de hackers Prana Network a principios de 2024, revelan los vínculos de Sahara Thunder con la zona económica especial de Alabuga, donde se ubica un centro de investigación y una línea de ensamblaje de drones. La información de las filtraciones ha sido corroborada con datos públicos adicionales, registros de ubicación de aeronaves y embarcaciones, y análisis detallados de componentes.
En abril de 2024, Estados Unidos impuso sanciones a Sahara Thunder por su apoyo al Ministerio de Defensa iraní y por facilitar la transferencia de UAV a Rusia. Según The Washington Post, la empresa fue identificada como una fachada del aparato militar iraní, involucrada también en el envío de mercancías a países como Rusia, China y Venezuela.
El informe describe un sistema de pagos complejo para concretar este acuerdo multimillonario. Además de transferencias bancarias convencionales, procesadas a través de una entidad en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Rusia entregó lingotes de oro como parte del pago. El uso de las Free Zone Establishments de los EAU, jurisdicciones especiales que permiten la propiedad extranjera total, exención de impuestos y facilidades para mover activos y fondos, proporcionó a Rusia e Irán acceso a infraestructuras financieras normalmente vedadas para ellos, según el reporte.
Un extracto de un contrato entre Alabuga y Sahara Thunder detalla la entrega de lingotes de oro por un valor aproximado de 104 millones de dólares. El informe explica: “Al utilizar oro, las partes evitaron el uso del dólar estadounidense, que podría escasear o estar sujeto a acciones de cumplimiento por parte del Departamento del Tesoro de EEUU. La transferencia de oro también proporciona mayor anonimato, ya que elude los sistemas financieros tradicionales y deja una huella digital limitada”.
Datos corporativos iraníes muestran que, meses después de la imposición de sanciones estadounidenses a Sahara Thunder, la empresa inició un proceso de liquidación, aunque probablemente otra entidad legal ocupará su lugar. Según el informe de C4ADS, la colaboración entre Rusia e Irán en materia de drones pone de manifiesto las limitaciones de las sanciones internacionales, ya que las entidades involucradas se adaptan y surgen nuevas para continuar las operaciones. El documento concluye: “Solo comprendiendo y adaptándose a estas tácticas, los actores globales podrán interrumpir a entidades similares”.