Laura Sánchez vuelve una y otra vez a repasar lo que sucedió el viernes 23 de agosto de 2024. Ese día, su hija, Bondaruk, pasó más tiempo frente al espejo para prepararse para la foto anual que iban a tomarle en el colegio. Su mamá le tocó bocina desde el auto como casi todas las mañanas, mientras Ema alisaba su flequillo para lucir perfecta en el recuerdo escolar. “Estaba muy linda ese día”, recuerda su mamá en diálogo telefónico con Infobae.
Un día después, el sábado 24 de agosto, Ema se suicidó en su cuarto de la casa familiar de Longchamps. Un chico de la escuela había difundido sin su consentimiento un video en el que se los veía teniendo sexo. Las imágenes corrieron por todos los grupos de Whatsapp en el colegio y Ema rápidamente estuvo al tanto de la situación. “La exposición digital es una situación muy parecida a la violación. Así lo sienten las víctimas”, explica Sánchez.
Laura sostiene que no hubo chance de anticipar nada. “Todo sucedió en menos de 24 horas”, admite. Esa semana la familia planificaba un viaje a Brasil y “Ema, además, ya me había comentado que sus planes futuros eran estudiar psicología”.
La última imagen de Ema
Queda como registro la última foto de Ema, la mañana de la viralización del video. Allí, se la ve con su flequillo perfecto y el entusiasmo de una chica de 15 años en la mirada.
Entonces, Laura vuelve a repasar esos días. “El viernes me llamaron del colegio para contarme la situación. Le habían sacado el celular al chico y había recibido un reto – recuerda Sánchez -. Le dije que iba a pasar el lunes”. Después todo se precipitó, Laura habló con su hija el sábado a la mañana y se fue a hacer unas compras. Cuando volvió estaba muerta. Era el mediodía del sábado 24 de agosto de 2024. Los horarios los tiene grabados en su memoria. Laura sale de su casa a las 12.30. La chica que los ayudaba se va a las 13. Y Laura volvió a las 13.35.
Desde ese momento, empezó una vida diferente para Sánchez. “Primero fue el shock por lo que había pasado con mi hija”, explica. La mujer tuvo que tomar licencia de su trabajo y también decidieron mudarse. “Esta casa la habíamos elegido con Ema. Nuestra idea era quedarnos muchos años en ese hogar. Pero todo nos recordaba a ella. A lo que había sucedido”, cuenta la mujer.
La vida después de la tragedia
Sánchez, además, empezó a concurrir al grupo Renacer a la que concurren otros padres que perdieron a sus hijos. En ese espacio, Laura se dio cuenta que había una chance. Una luz para poder seguir. Está también su hijo, menor que Ema, su red de amigas y su pareja.
Lo primero que analiza Laura es la poca contención que recibieron por parte de colegio al que asistía la adolescente. “Nunca me reuní con el director – sostiene Sánchez -. Además de un protocolo, le faltó sensibilidad humana”.
En el entierro de Ema había como unas 100 personas. Desde sus amigas más cercanas familiares hasta sus maestras del jardín maternal o de la colonia a la que iba de chica. “Del colegio, sólo algunos padres y la secretaria. No estuvo el director”, revela Laura.
El único contacto con el colegio fue el sábado a la tarde. La puerta de la casa de Laura estaba rodeada de amigos de Ema. Adentro, la policía todavía hacía los trámites tras la muerte de la chica. “Recibo un llamado en mi celular. Era la secretaria de la escuela que me dijo que quería confirmar el rumor de la muerte de mi hija. Esa fue la contención de la escuela para una de sus alumnas”.
Al chico que difundió el video de Ema lo echaron y nunca más hablaron del tema entre los estudiantes, muchos de ellos compañeros de Ema. “Taparon todo, como si no hubiera pasado nada. Como si no podría volver a pasar. La familia del victimario tampoco se comunicó conmigo”, afirma Laura.
El encuentro con Olimpia Coral
Fueron un par de meses de parálisis total hasta que una reunión inspiró a Laura a levantarse. A encontrar un objetivo por el que luchar. La mujer recibió en su casa a la joven mexicana Olimpia Coral. Cuando Coral tenía 18 años se había filmado junto a un novio teniendo sexo. La pareja era de Huauchinango, un pequeño pueblo de Puebla, en el centro de México. El video íntimo se difundió con virulencia. Escaló en las redes sociales. En las páginas pornográficas explotaban su identidad y le exigían dinero para borrar el contenido.
Olimpia pasó ocho meses encerrada en su casa de la vergüenza e intentó quitarse la vida tres veces. Su madre la impulsó a seguir. “Me dijo que no había hecho nada malo”. Y así comenzó el camino hasta llegar a la Ley Olimpia que lleva su nombre. Primero se promulgó en México y luego también en Argentina en 2023.
La norma busca sancionar la obtención, reproducción y difusión de material íntimo sin consentimiento, así como el ciberacoso y otras formas de ciberviolencia.
Según datos de Amnistía Internacional, una de cada tres mujeres argentinas de entre 18 y 55 años sufrieron violencia digital. El 59% recibió mensajes sexuales o misóginos, el 34% mensajes abusivos, y el 26% amenazas psicológicas o sexuales.
El proyecto de Ley Ema
“Ahora lo que falta es terminar con la impunidad en el caso de que los involucrados sean menores – explica Sánchez -, como es el caso de Ema”. El proyecto de ley, presentado durante agosto en Diputados con el apoyo de Olimpia Coral, no contempla penas de cárcel para los que difundan las imágenes. “Como se trata de menores la idea es generar conciencia con algún tipo de actividad o curso para que tomen conciencia que lo que hicieron puede matar a la víctima”, explica.
Sánchez se puso a trabajar con una serie de colectivos y ONG. Así, redactaron un protocolo de acción para que las escuelas tengan en cuenta en el caso de que se viralice un video como el que involucró a su hija. “Al principio yo no entendía el concepto de violencia digital – explica la mujer -. Los chicos viven una vida en las redes y ese tipo de violación de la intimidad es como una muerte”. Laura focaliza en la educación como forma de evitar los casos como los de su hija. “Es una réplica del mismo sistema en el cual la mujer es la víctima y el hombre se cree con el poder de hacer lo que quiera con esas imágenes que se tomaron en la intimidad”, advierte la mujer.
El protocolo ya está online y puede bajarse desde una cuenta de Instagram que abrió Laura para recordar a su hija. “El instructivo ya lo empezaron a usar en algunos colegios. Y es una guía para que las autoridades puedan contener a los chicos en situaciones en las que se viralizan imágenes privadas”.
En la última foto, Ema todavía no parece haberse enterado de la viralización del video. Se la ve sonriente y con su flequillo perfecto que le cae sobre los ojos.