El gran salón de la Asociación Espiritista Constancia se encuentra en penumbras. Solo una luz azul muy tenue ilumina el espacio. De fondo, la música acompasada, casi como un mantra apenas audible, invita a la meditación, a la introspección.
Se respira una sensación de sosiego, como si se tratase de una pausa en el vértigo de lo urbano. Podría percibirse como un modo de poner en suspenso el modo terrenal en estado puro. El bellísimo edificio centenario, en impecable estado de conservación, invita gratamente.
Más de medio centenar de sillas se disponen mirando hacia uno de los frentes donde se dispondrán los oficiantes, en este caso “médiums”. Atmósfera de liturgia. De a poco, los asistentes van ocupando sus lugares, como si se tratase de un acontecimiento de expectación teatral. Aunque, desde ya, para los espiritistas, aquí nada está ligado a lo ficcional. Ver para creer o, dado el contexto, percibir para entender.
LA NACION fue testigo de una sesión de espiritismo parlante, una de las posibilidades en torno a esta práctica que cuenta con no pocos adeptos, muchos de los cuales realizan la actividad de manera solapada dada la incredulidad de sus entornos familiares, sociales o laborales.
Está claro que el neófito llega a una sesión pensando en que comenzarán a volar objetos, se harán presentes espectros o se escucharán voces desde el “más allá”. Nada de eso ocurre. O casi nada.
“Las sesiones no tienen la espectacularidad que se muestra en las películas, todo es más sobrio. Además, no buscamos convencer a nadie, no es una secta”, aclara Nilda Brunetti. Determinada y desde el vamos, la presidenta de Constancia -desde 1998, cuando heredó el cargo dejado vacante por su padre- explica el tono de la experiencia que comenzará, como cada sábado, después de las cuatro de la tarde y que estará muy lejos de parecerse a una escena de la película Ghost. O no tanto.
Los responsables de Constancia se empeñan en clarificar algunos aspectos de la doctrina que suelen ser malinterpretados o, incluso, tomados en broma. Los directores de la entidad sostienen que “la facultad ’mediumnica‘ es natural y no sobrenatural”, como el sentido común determinaría.
“No hablamos con los muertos, como habitualmente se sostiene, algo que hace que todo el mundo se asuste, pero sí se trata de espíritus que están desencarnados”, coinciden los directores integrantes de la comisión directiva.
El glosario es bien interesante. Quienes llevan adelante la actividad espiritista no hablan de muertos, sino de “desencarnados”, porque, según entienden, los espíritus van y vienen del plano de lo carnal al no carnal varias veces. Vida y muerte, para los neófitos. Un loop de la existencia etérea que se reitera en sucesivos cuerpos.
Amanda Orefice de Pitta es “médium vidente” y llegó a Constancia invitada por un familiar: “La primera experiencia me gustó mucho y me quedé”. La mujer, que desconocía algunas de sus posibilidades espirituales, cuenta que, asistiendo a una de las sesiones, “un director de la Asociación me dijo que yo ´tenía un ser´, es decir, un ser que se quería incorporar. Por supuesto, le respondí: ‘Cómo voy a incorporar algo que no siento´. Pero, al tiempo, percibí una cosa extraña, significaba que me había tomado ese ser, fue como si me dijera: ‘Ahora estás preparada, lo tenés que hacer’”.
Ante la mirada algo desconcertada del cronista, la mujer explica que “es como alguien que se incorpora en uno, algo que no se puede expresar”. “A veces uno no lo ve, pero tiene a un familiar o ser querido cerca”, remarca.
Ni la presidenta ni lo directores de Constancia cobran honorarios ya que se trata de una asociación civil sin fines de lucro. Está claro que, de este tipo de actividades y organizaciones, la Iglesia católica no quiere oír hablar, manifestándose en contra de esta forma de credo.
Con todo, una imagen de Jesús domina una de las paredes. Enfrentado, el busto de Cosme Mariño, un recordado presidente de Constancia que ingresó a la organización en 1879, dos años después de su fundación. Mariño fue también director de la revista de la entidad, una de las tantas publicaciones que edita esta Asociación Espiritista en cuyo edificio también conviven una librería y la biblioteca especializada.
Los anaqueles históricos sobre los pisos de madera lustrosa se convierten en un viaje en el tiempo. En algunas vitrinas se exhibe documentación histórica y hasta una fotografía que refleja la “materialidad” de un espíritu acontecida décadas atrás en Inglaterra y que es un caso referencial para los estudiosos y especialistas de la materia. En la imagen se puede observar a una mujer, algo desdibujada, luciendo una especie de túnica blanca.
“La ´mediumnidad´ es lo que hace tangible al mundo espiritual, por eso se dice que el espiritismo es un fenómeno científico, porque da las herramientas, desde el empirismo, para poder tocar el mundo espiritual”, explica Carmelo Torelli, otro de los directores del lugar.
Despejando dudas, Nilda Brunetti define claramente: “El espiritismo es una doctrina del tipo filosófico, científico y moral. Es científico porque utiliza la experimentación ´mediumnica´ como comprobación. Así fue históricamente, primero surgieron los fenómenos y luego la filosofía que los explicó”.
De a poco, el público asistente –“espiritistas” o “espíritas”– se va congregando dispuesto a participar de la reunión. Así como la que convoca en esta oportunidad es la sesión espiritista parlante, también se desarrollan la de videncia y la de escritura.
En la platea del formidable paraninfo pueden congregarse desde socios de la entidad hasta neófitos que llegan con la curiosidad de entender esta doctrina y ser testigos de la experiencia inusual.
Hay cierto clima de acontecimiento social. Muchos se saludan con la familiaridad de quienes se frecuentan semanalmente. Lo etario es bien variado.
Mientras la garúa que define el otoño porteño acecha en la calle Ttte. General Juan Domingo Perón, donde se emplaza Constancia, sobre el edificio que corona al histórico teatro Lassalle (hoy en desuso y perteneciente a la Asociación), van ingresando desde personas maduras hasta jóvenes que hace poco traspasaron la adolescencia. Los menores de edad pueden asistir a las sesiones acompañados por sus padres o responsables mayores de edad.
“La primera vez que vine, recién llegaba de Río Negro, la provincia donde nací, y, en una videncia, me dijeron que ‘un familiar estaba feliz con mi estadía en Buenos Aires’. En otra oportunidad, cuando cambié de carrera, me dijeron que “los espíritus estaban poniendo libros, conocimiento, en mis brazos, y que iba a arrancar a estudiar algo en lo que me iba a ir muy bien”, recupera de su memoria Francisco Mezas, quien tiene 19 años y confiesa que es muy feliz cursando la carrera de Medicina, luego de algunas turbulencias vocacionales. “Atravesaba una gran crisis, eso me llevó a un cambio”, rememora el joven. Según dicen los organizadores, no son pocos los profesionales de la salud que frecuentan el lugar.
Víctor Pantanoto es brasileño y, a sus 21 años, reconoce que “me encanta el espiritismo, es una cosa tremenda desde el punto de vista filosófico, científico y moral. Lo que más me llama la atención es la parte moral de la filosofía, tiene un método científico que explica por qué las cosas funcionan como funcionan”, sostiene el joven que se reconoce un “fanático de las ciencias”.
Los jóvenes se definen seguidores de las teorías de Allan Kardec, un estudioso francés, fallecido en 1869, que fue precursor en la materia.
Con los asistentes ya ubicados en el auditorio, mejor dicho, salón de sesiones, la luz se enciende, la música desaparece y, desde una puerta lateral, ingresan dos señoras a las que se observa muy ensimismadas. Llegan desde un pequeño cuarto lateral donde, durante un buen rato, estuvieron desarrollando, en soledad y sin dispersarse, su trabajo previo de concentración. Se trata de las “mediums” que llevarán adelante la tarea. Micrófono en mano Nilda Brunetti da inicio a la sesión que no puede ser fotografiada ni registrada en video.
Convocar a los espíritus
Todo comienza con un momento de introspección. El silencio es absoluto. Cada cual, especialistas y “público”, se inmiscuirá en sus propios pensamientos. Finalmente, luego de ese tramo que, por cierto, invita al recogimiento con uno mismo, se entabla la sesión espiritista propiamente dicha.
Por tratarse de una sesión de espiritismo parlante, Carmelo Torelli anticipa que “vamos a ver cómo un ser se incorpora en la ‘médium’ y se manifiesta. El ‘médium’ es un intermediario entre los dos planos, presta su facultad para que, entre lo espiritual y lo material, se puedan comunicar”.
Una de las mujeres que oficia de “médium” toma la palabra y arremete con una serie de alocuciones. Está claro que está siendo vehículo para canalizar verbalmente el vínculo establecido con el espíritu que ha emergido.
Cada tanto, Nilda Brunetti también hablará para señalarle a ese espíritu, que se manifiesta desde el cuerpo de la “médium”, que maneja un criterio equivocado. Se percibe cierto ajetreo, como un desgaste emocional tanto en la “médium” como en la presidenta de la Asociación, por tratarse de una invocación rebelde, aunque nadie pierde la calma.
No vuela una mosca, todos escuchan con mucha atención. Luego de la sesión, la propia Brunetti dirá “no entraba en razones, estaba confundida”. Levanta sus cejas y pone rictus de resignación.
En este sentido, Carmelo Torelli enuncia: “Le aclaramos a la gente que no se tiene que alterar por nada, que se trata de algo natural, porque, a veces, aparecen espíritus de baja evolución”.
Alicia Castilla, otra de las directoras de Constancia pone luz sobre la cuestión: “Fuimos concebidos como espíritus, se nos otorga materia para que nos podamos desarrollar a través de las distintas encarnaciones. Sin embargo, somos concebidos simples e ignorantes, como una chispa, y vamos a ir aprendiendo a través de las distintas encarnaciones evolutivas; siempre hacemos un trayecto dirigido hacia el bien. Además de pasar por la tierra para perfeccionarse, el espíritu va hacia otro plano para ser un espíritu puro con bondad, humildad, amor y misericordia”.
En la sesión parlante, como la que presenció LA NACION, no hay participación del público de manera directa. Podría decirse que “no se rompe la cuarta pared”, a diferencia de lo que sucede en las experiencias de videncias.
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Es momento para que la segunda de las señoras que ofician de ´medium” realice su tarea. Interroga a ese espíritu invocado, establece una suerte de diálogo. Todos escuchan atentos. Expectantes. Como si se tratase de un film de suspenso con final incierto. No son sencillos los espíritus desencarnados que emergieron esta tarde. Posiblemente, más de un asistente encuentre en esas manifestaciones algún rasgo propio o la empatía con algún ser cercano aún transitando el plano terrenal o no.
Luego que las dos “médiums” desarrollaron sus performances e interactuaron con los espíritus que fueron expresándose, vuelve a tomar la palabra Nilda Brunetti para cerrar la sesión. Antes, brinda algunos “avisos parroquiales” con el anuncio de futuras actividades (talleres, conversatorios con especialistas invitados) y anuncia la temática de la sesión de la semana entrante.
“Mejorarse moralmente”, es un objetivo que esgrimen unos cuantos asistentes ante la consulta por la que deciden participar de las sesiones. Está claro que hay una línea de empatía en torno a la armonía, la unión de los pueblos, la fraternidad entre los seres humanos, dicho de manera explícita por Nilda Brunetti a los asistentes. Como una sacerdotisa, la presidenta de Constancia pide, antes y después de la sesión, por la paz del mundo.
Con la “desconcentración”, nuevamente se pone en juego el rol social de este tipo de encuentros. Se arman pequeños grupos de conversación, otros se entusiasman con la posibilidad de compartir un café en algún bar cercano.
Ubicado a un costado del foyer de ingreso, apartado del resto, Marcelo Beloqui saluda cordialmente y comenta que es “médium escribiente” y, como tal, será el responsable de trabajar en la sesión de la semana siguiente. Con sentido común, rápidamente, aclara algunas cuestiones de su metier: “Un espíritu comunicante se comunica conmigo y escribo lo que me transmite. Es un proceso de comunicación ´mediumnica´ donde la mente del espíritu comunicante, que es un desencarnado, se superpone, se solapa, con mi mente. Todo es a través de los pensamientos, no es a través del alma ni del espíritu”.
La especialidad de Beloqui es la “Psicografía”. “Hay distintas versiones de capacidad ´mediúmnica´, que puede ser auditiva, vidente, escribiente o de efectos materiales. Todos tenemos esta capacidad, pero algunos de manera más sensible o notoria”, reflexiona el especialista.
Ámbitos
La directora de Constancia destierra algunos mitos en torno a la actividad de esta doctrina de pensamiento y realización empírica: “Los ´médiums´ solo trabajan en el salón de sesiones cuando se lleva a cabo la sesión, no lo hacen por su cuenta, solamente la tarea se desarrolla en el horario que les corresponde”.
Está claro que no se trata de ir por la vida avizorando fantasmas, conviviendo con espectros, recibiendo mensajes encriptados. La “mediumnidad” debe ejercerse en los ámbitos adecuados.
La directora Alicia Castilla sostiene que “no tenemos videncias en la vida cotidiana, quizás presentimientos, algo que todos podemos desarrollar”.
Por su facultad de “médium vidente”, Amanda Orefice de Pitta explica que “veo cosas que, quizás, otros no ven. Aunque, todos tenemos ´mediumnidad´ incorporada, algunos desarrolladas y otros no”. En su metier, le han acontecido todo tipo de experiencias: “A veces, mirando a alguien del público, le describo a una determinada persona y me termina diciendo ´era mi padre´ o ´era mi abuelo´”. Ejemplos como ese, confiesa que tiene unos cuantos.
Ahora bien, a pesar que la “mediumnidad” se ejerce en el salón de sesiones, dentro del marco de la ritualidad, la especialista sostiene que “en la vida cotidiana, a veces tengo videncias, pero se dan cuando el mundo espiritual considera que se tienen que saber, pero no me gusta ni corresponde ejercer fuera de Constancia”.
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La pregunta del millón es saber si, desde la videncia, puede predecir situaciones engorrosas: “Nunca vi la muerte de una persona anticipadamente, pero si el espíritu me dice que esa persona debe visitar a un médico, se lo digo, para eso estoy”, reflexiona Orefice de Pitta.
En las sesiones de “escritura”, el escribiente desarrolla el mensaje, por escrito, que siente que debe transmitir. “Puede ser a través de la inspiración”, reconoce Brunetti. Por otra parte, la presidenta de Constancia aclara que, cuando se trata de sesiones de videncia, “el vidente ve de forma espontánea sobre las personas presentes algo que, desde el mundo espiritual, le marcan que debe decir, esto no es a todo el mundo ni al que le pregunta”.
Cuando un espíritu dice presente, no solo se trata de seres desencarnados, sino que puede tratarse del espíritu de una persona encarnada: “Eso lo determina el mundo espiritual, nosotros no determinamos nada”, remarca la presidenta, una mujer menuda y de muy buen decir.
Entonces, para la doctrina espiritista, todos venimos de una existencia anterior: “Tenemos olvido de las encarnaciones anteriores, venimos a hacer pruebas para solucionar las cosas que hicimos mal, para, finalmente, hacerlas bien y aumentar las capacidades. Si hubiera memoria de las encarnaciones anteriores, como tenemos la tendencia a la repetición, no se podría pasar de una conducta errada a una conducta positiva y buena, con aprendizaje y cambio. Hay distintas calidades de espíritus, es muy trascendente el que tiene una elevación superior que llega para darnos consejos, algo que verbaliza el ´médium´, pero muchos espíritus tienen que comprender que no están vivos, encarnados”, se explaya la directora Alicia Castilla, mientras que su colega Carmelo Torelli sostiene que “eso se dio mucho en época de pandemia, con enfermos y médicos, quienes sentían que no aguantaban el respirador y se lo querían sacar, sin darse cuenta que ya habían abandonado la materia”. Incrédulos abstenerse.
De todos modos, la presidenta y los directores de Constancia subrayan una y otra vez que no se trata de un espacio para acercarse a conversar con los muertos.
Va quedando poca gente en el recinto. Una de ellas es Ana María Amaya, una coqueta mujer madura que confiesa que “me siento bien acá, siento paz, eso encierra todo. Vengo a buscar esa paz, por eso me siento mal si no vengo”.
La directora Alicia Castilla recuerda cuando “una vidente describió a una persona con mucho detalle y un asistente le respondió: ´Es mi papá´”. La idea de las sesiones no reside en que la gente llegue para comunicarse con espíritus desencarnados, pero, cada tanto, la experiencia sucede de manera espontánea.
“Todos podemos tener una intuición, percibir a algún espíritu, pero no es lo frecuente. Aunque todo ser humano encarnado tiene algo de ´mediumnidad´, se define ´médium´ a quien aplica y ejerce esa condición de manera profesional”, finaliza Nilda Brunetti, la muy activa y entusiasta presidenta de Constancia.