Los inversores apuestan a ciegas. No hay ciencia que pueda predecir el resultado electoral del domingo y el mercado se transformó en un juego de azar. Sienten que no están invirtiendo, sino apostando y juegan a la moneda más fuerte. La incertidumbre no lleva a pensar en que hay chances para el resultado positivo.
En ambos casos, si apuestan al dólar o al peso, las que decidirán si pierden o ganan serán las urnas. Hoy los inversores están en manos de los electores y de un laberinto de situaciones que las encuestas no pueden descifrar como el presentismo electoral.
El temor no responde a la razón. Los bonos soberanos cuentan con fondos para ser pagados garantizados no solo por los dólares del FMI y de Estados Unidos, sino por el post positivo del día de Scott Bessent, el secretario del Tesoro norteamericano, que ayer cumplió con la cuota de buenas noticias diarias que hay que dar hasta las elecciones y posteó que no dejarán que haya “un estado fallido” en la Argentina. Si el emisor de dólares apoya, ¿por qué cubrirse con la moneda que en el futuro no debería faltar? Tal vez esa no sea la causa y sí que vean como inevitable una devaluación en la que están de acuerdo Estados Unidos y el FMI.
Lo cierto es que el Banco Central junto al Tesoro de Estados Unidos batallaron ayer en el Mercado Libre de Cambios donde se operaron USD 718 millones y el dólar mayorista se arrimó a la banda superior de $1.491,07 al cerrar a $1.490,50 o sea $15 (+1%) por encima del día anterior. El Tesoro norteamericano vendió alrededor de USD 300 millones, mientras el Banco Central intervino con USD 45 millones en el renglón del dólar MEP que amenazaba llegar a $1.600 y cerró en $1.591,57 con un alza de $39 (+2,5%). El contado con liquidación (CCL) subió $38 (+2,4%) a $1.607,69 y por primera vez se quiebra el techo de los $1.600. El dólar “blue” dio un salto de $40 (+2,7%) a $1.545.
El Banco Central aguardaba con una cuantiosa oferta en el máximo de $1,491 del mercado spot al que nunca llegó el dólar.
Lo que sucedió ayer en la plaza cambiaria resultaría una herejía hace pocos meses cuando el presidente Javier Milei predicaba que iba a ser comprador de dólares cuando bajara a $1.000. Jamás imaginó que los sucesivos errores políticos lo llevarían a este terreno, porque todo lo que sucedió después es responsabilidad de quienes diseñaron la política electoral. El castigo más grande fue triunfar en las legislativas de la Ciudad de Buenos Aires, donde debutó el armado del Triángulo de Hierro que, a partir de ese momento creyeron haber encontrado la fórmula del éxito que los animó a lanzar el slogan “Vamos a pintar el país de violeta”. La provincia de Buenos Aires le dio un enorme mensaje, “faltan pintores”. La derrota se pareció a una catástrofe con una onda expansiva que llega hasta el presente porque tras esa derrota vinieron las del Congreso donde perdieron por amplia mayoría todas las votaciones que complicaban al Gobierno mientras un grupo de legisladores propios formaban su propio bloque y el Pro votaba caóticamente.
Con listas que no se podían desarmar y que dejaban al descubierto errores como la candidatura de José Luis Espert en la provincia de Buenos Aires y la de la diputada Lorena Villaverde en Río Negro, ambos relacionados con causas del narcotráfico, se sintieron a la intemperie y trataron de reconstruir alianzas para llegar de la mejor manera posible. La idea de que el oficialismo iba a arrasar en el orden nacional hoy mutó en una esperanza de empate o alcanzar el 35% de los votos.
En estas líneas se resume el espanto de hoy de los inversores que buscan cubrirse en dólares a cualquier precio. Probablemente, tras las elecciones alguna devaluación los avale.
La consultora F2 que dirige Andrés Reschini señaló que “las tasas de retorno del tramo corto de la curva pesos se corrieron al alza rondando el 4,5% efectivo mensual y el CCL superó los $1.600 ante la presión de la demanda. Las tasas reales (ex ante) continúan próximas al 30% anualizado lo que puede significar una oportunidad para instrumentos ligados al CER, dado que difícilmente estos niveles puedan prolongarse mucho tiempo luego del 26 de octubre”.
El informe agrega que “con el mayorista tocando la banda superior el mercado de futuros ajustó al alza en toda la curva, pero deja algunas señales que invitan a pensar en que no proyecta una situación caótica para luego del domingo, al menos hasta ahora dado que:
1) El volumen de operaciones cayó por segunda rueda consecutiva y desde el pico de octubre de 2,14 millones de contratos registrados en A3 el 15 de octubre el volumen recortó a 837.474 contratos.
2) El interés abierto (IA) cerró con desarme neto por segunda rueda consecutiva de USD -37 millones luego de recortar 34 millones en la rueda previa.
3) Las cotizaciones apenas superan a las del 7 de septiembre cuando se registró el último récord, pero esta vez con el tipo de cambio contra la banda superior”.
A su vez, los bonos soberanos que tienen una paridad promedio de 56% y generan tasas de retorno atractivas sucumbieron y bajaron hasta 2% elevando el riesgo país alrededor de los 1.100 puntos básicos.
La Bolsa sigue endeble. El S&P Merval de las acciones líderes subió 1,2% en pesos, pero perdió 1,1% en dólares. Los papeles de mejor performance fueron IRSA (+4,2%) y Banco Supervielle (+3,8%).
La agonía seguirá hoy. La tensión es tan grande como la apuesta a una devaluación. Nunca los inversores se animaron a jugar fichas tan grandes contra un Gobierno que nunca retrocedió cuando tuvo que intervenir.