En el fulgor del verano cordobés, en pleno enero de 2022, Gladys La Bomba Tucumana vivía un presente estelar sobre las tablas de Cocodrilísima. En medio del frenesí teatral, apareció él: Luciano Ojeda, un desconocido que había llegado al lugar con sus abogados. A pesar de que no estaba buscando una relación, el destino pudo más y, aunque nunca lo imaginó, ese encuentro casual cambiaría el curso de su vida y finalizaría, de la manera más triste posible, con la muerte de Luciano luego de años de luchar contra una enfermedad terminal.

Lo conocí cuando estaba haciendo temporada en Carlos Paz”, había contado entre lágrimas en LAM, el programa de América. “Se llama Luciano Ojeda, es licenciado en Higiene y Seguridad y vive en Buenos Aires”. La emoción le quebró la voz: “Nunca sentí esto que siento por él, pude desnudarme y decir por primera vez que me enamoré”.

Gladys destaca la forma única en la que se conocieron y los fuertes sentimientos que la atrajeron a Luciano desde un comienzo

Los recuerdos de aquellos días en Córdoba están grabados no solo en la memoria de la cantante, sino también en su piel. “Fue algo increíble, yo nunca en mi vida me imaginé que podía tatuarme junto a un hombre algo, nunca lo había hecho y eso que tengo 58 años”, confesó. Y lo hicieron: un tatuaje con la coordenada de un momento fundacional. “En Carlos Paz hay un lugar que se llama El puente negro… es la coordenada en latitud y longitud donde estuvimos abrazados sin conocernos, por dos horas. Fue algo mágico”.

La pasión fue repentina y profunda. “Es la primera vez en mi vida que me hice cargo de lo que siento”, reconoció, con los ojos llenos de lágrimas. “Él salió al aire en varios programas telefónicamente contando nuestra historia y lo mucho que nos habíamos enamorado”.

La cantante no tuvo reparos en compartir esa transformación íntima y arrebatadora: “Le agradezco mucho porque me di cuenta a esta edad que nunca estuve enamorada de nadie. Del papá de mis hijos sí, mi hijo fue buscado, pero nunca sentí esto por nadie”.

La pareja estuvo separada un tiempo por decisión de él, pero decidieron volver a apostar por el amor (Foto: Instagram)

El relato de los primeros momentos suena casi místico. “El primer día que nos conocimos estuvimos dos horas abrazados sin que pase nada más. El segundo día nos dimos un beso. Vino a buscarme al teatro y fuimos a comer con mis abogados y con él y después fuimos al Puente Negro, y ahí nos besamos”, dijo. Y añadió una metáfora que parecía escrita por el destino: “Cuando los dos juntamos los brazos se arma la brújula de agua con nuestros tatuajes”.

Sin embargo, la historia dio un giro devastador cuando la enfermedad se cruzó en el camino. Luciano se había hecho un chequeo post COVID por cuestiones laborales. “Y ahí en ese chequeo, le sale que tenía un tumor adentro de su abdomen, pero él no tenía ningún síntoma, nada de nada”, reveló Gladys. Tras una primera operación en septiembre, todo parecía en calma. Se fueron de vacaciones, pero al volver, el cuerpo de Luciano volvió a dar señales.

Se hacen en enero los controles y de vuelta tenía un tumor de siete u ocho kilos, así como si nada, en cuatro meses”, narró con un nudo en la garganta. “Me dejó porque estaba enfermo, estuvimos separados cuatro meses”.

Gladys sufrió, lo hizo en silencio, hasta el punto de quebrarse frente a su hijo: “Cómo lloré hasta en el hombro de mi hijo. Me avergonzaba un montón. Nunca pensé que yo iba a llegar a eso, de llorar en el hombro de mi hijo por Luciano, solo porque quería acompañarlo, quería estar con él”.

Le rezó y le suplicó a Dios. A él. “Le imploré tanto a Dios y a él que me dejara estar a su lado, que después hiciera lo que quisiera, pero que me dejara acompañarlo”.

Luciano tenía 38 años, estaba a días de cumplir los 39, cuando murió

El amor persistió. Se impuso incluso a la imagen que el tiempo y la enfermedad deformaron. “Ya estaba pelado, ya no era el chico que yo había conocido, pesaba 45 kilos, qué sé yo. Era otra persona”. Pero ella estaba preparada. “Yo me sentía porque yo creo mucho en Dios. Entonces me entregué a él y dije yo estoy preparada para acompañarte como sea. Yo la acompaño en todo. Ahora vivimos juntos”.

Durante la inauguración de su local de empanadas en Recoleta, Gladys vivió un momento agridulce. Mientras cortaba la cinta de su nuevo emprendimiento, recordaba lo que la sostenía. “Empezó nuevamente el tratamiento de quimioterapia y en este momento está en el Sanatorio mirándonos. Pero es un guerrero hermoso”, declaró emocionada en aquel entonces. “Le agradezco todo a él y a mi hijo. Ellos me dieron las fuerzas para cumplir mi sueño”.

El casamiento, un deseo que había flotado entre los dos, quedó en suspenso. “Me lo propone todos los días de la vida, todo el tiempo quiere que sea su esposa. Hoy no es algo que yo quiera hacer a la brevedad. Por ahora, no creo”, dijo a Teleshow. “Hace rato que Luciano me pide de casarnos pero por ahora creo que no es el momento… cuando él comenzó con el tratamiento de quimioterapia, nos íbamos a casar, yo quería con todo mi corazón, pero nos alejamos un tiempo… hoy estamos juntos, yo lo acompaño, ahora el casamiento no es prioridad”.

El amor maduro, el amor que duele y construye, el amor que sobrevive. “Amo profundamente a un hombre, sé también que él me ama, pero no podemos estar juntos. Este fue un amor diferente, maduro a pesar de que él es más joven que yo. Él fue mi gran amor y va a serlo siempre”.