La sede de la Policía Federal en Brasilia; los investigadores de la agencia desentrañaron una red de espionaje rusa (Crédito: Dado Galdieri para The New York Times)

Cuando los agentes de la policía federal desentrañaron una operación de espionaje implementada por el Kremlin en Brasil, se enfrentaron a un misterio: ¿cómo fue que tantos espías rusos encubiertos consiguieron certificados de nacimiento brasileños aparentemente auténticos?

La policía esperaba descubrir que los rusos habían falsificado los documentos o sobornado a funcionarios municipales para crearlos e introducirlos en el registro como si fueran de la década de 1980 o 1990.

Pero cuando llegó el informe forense en abril, según un alto funcionario brasileño, el análisis sugería algo totalmente distinto. Los documentos no parecían falsos. Y, lo más sorprendente, ni siquiera eran nuevos.

Los funcionarios de contraespionaje brasileños están considerando ahora una posibilidad más audaz, con ecos de la Guerra Fría. Los investigadores sospechan que agentes de la KGB, que trabajaban de incógnito en Brasil durante los últimos años de la Unión Soviética, podrían haber presentado certificados de nacimiento a nombre de recién nacidos ficticios, con la esperanza de que una futura generación de espías los reclamara algún día y continuara la lucha contra Occidente.

De ser cierto, representaría un extraordinario nivel de previsión y compromiso con la misión por parte de los oficiales de inteligencia durante una época de gran agitación e imprevisibilidad en el mundo. A finales de la década de 1980, el bloque comunista había empezado a desmoronarse, junto con las divisiones ideológicas que habían definido la política mundial —y la misión de los espías de Moscú— durante décadas.

Casi de la noche a la mañana, la KGB, antaño una fuerza sin parangón en los asuntos mundiales, se vio privada de su propósito central, el conflicto con Occidente, y pronto sería disuelta por completo.

Pero semejante visión de futuro encajaría con la cultura del espionaje ruso que, a diferencia de Occidente, a menudo valora más la planificación creativa a largo plazo que la conveniencia inmediata. Y en un país que está especialmente comprometido con la colocación de oficiales en misiones encubiertas, la obtención de certificados de nacimiento ha sido durante mucho tiempo una prioridad.

“Es el tipo de cosas que harían”, dijo Edward Lucas, autor británico y experto en los servicios de inteligencia rusos. “Encaja con la atención meticulosa y generacional que dedican a crear estas identidades”.

No obstante, en las entrevistas, expertos en inteligencia y funcionarios de varios servicios de inteligencia occidentales no pudieron señalar ningún otro ejemplo similar en la historia del espionaje ruso. Algunos expresaron su escepticismo sobre la hipótesis. Incluso los propios investigadores brasileños siguen sin saber qué hacer con los resultados de su análisis forense. Mientras tanto, la investigación continúa.

Los tribunales brasileños han ordenado que se mantengan en secreto los certificados de nacimiento de los rusos sospechosos de actuar como agentes encubiertos, por lo que el Times no pudo analizarlos de manera independiente.

Crear una identidad encubierta convincente quizá es el trabajo más importante de un espía. Para los agentes secretos de élite rusos, conocidos como ilegales, una historia de fondo hermética puede significar la diferencia entre una carrera heroica y el fracaso total. A diferencia de Occidente, donde los agentes de inteligencia pueden adoptar identidades falsas para determinadas misiones o períodos de servicio, estos espías están destinados a vivir su tapadera, a menudo durante décadas.

Con su investigación, las autoridades brasileñas desbarataron lo que era esencialmente una cadena de montaje para crear identidades falsas. Durante años, y quizá décadas, los agentes rusos habían viajado a Brasil, no para espiar, sino para convertirse en brasileños. Obtenían pasaportes, creaban empresas, hacían amistades y se enamoraban. Luego, cuando sus tapaderas eran prácticamente inexpugnables, partían hacia otros países para realizar actividades de espionaje.

Pero el primer paso crucial era obtener un certificado de nacimiento auténtico. Históricamente, los servicios de espionaje de Moscú se han enfocado mucho en esa tarea. En sus memorias, Oleg Gordievsky, antiguo oficial de la KGB convertido en agente británico, describió su incesante búsqueda de partidas de nacimiento aptas para ser utilizadas por operativos ilegales. Contó cómo, estando destinado en Dinamarca en la década de 1970, intentó reclutar a un sacerdote que tuviera acceso a un libro de la iglesia, en el que se inscribían los nacimientos y las defunciones.

“Si pudiéramos acceder a los libros”, escribió, “podríamos crear cualquier número de identidades danesas”.

Quienquiera que colocara los certificados de nacimiento en Brasil prestó gran atención a los detalles.

“La tinta es normal, la página está bien”, dijo el investigador principal brasileño. “No hay ningún tipo de manipulación de los libros”. Al igual que otros funcionarios, solicitó el anonimato porque la investigación sigue en curso.

Aunque los documentos parecían legítimos, la información que contenían era falsa. Las autoridades descubrieron que los padres que figuraban en los certificados de nacimiento no existían o nunca habían tenido hijos cuyos nombres coincidieran con los de los documentos.

Los investigadores descubrieron que uno de los certificados de nacimiento contenía un desliz poco frecuente, o tal vez un astuto guiño de una generación de espías a la siguiente. Según un funcionario de los servicios de inteligencia occidentales, uno de los padres que figuraba en el documento era el alias brasileño de otro agente encubierto ruso que había trabajado en Sudamérica y Europa una generación antes.

Andrei Soldatov, autor que es uno de los mayores expertos rusos en los servicios de inteligencia, dijo que nunca había oído hablar de oficiales que hubieran falsificado certificados de nacimiento con tanta antelación. Pero dijo que eso habría sido recompensado.

“Si contribuyes al programa de ilegales, quedas en muy buena posición ante tus superiores”, dijo. “Sería muy bueno para tu carrera”.

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