En la cuenta regresiva hacia la final de Gran Hermano (Telefe), la tensión dentro de la casa se intensificó tras la aplicación de una sanción colectiva que modificó por completo la dinámica del juego. Durante la gala del domingo 18 de mayo, el Big comunicó en vivo una penalización para todos luego de detectar un incumplimiento reiterado de una de las normas centrales del reality: el protocolo anti gritos. La medida disciplinaria afectó directamente a los diez participantes que aún continúan en carrera y redujo el presupuesto semanal destinado a las compras.
Todo se originó a partir de un nuevo episodio de gritos provenientes del exterior, un fenómeno que se repite con frecuencia en esta edición. El reglamento del programa establece que ante cualquier exclamación de afuera los jugadores deben regresar de inmediato al interior de la casa, sin detenerse a escuchar ni comentar el contenido del mensaje.
No obstante, en esta oportunidad, tres concursantes hicieron caso omiso al protocolo. Santiago Tato Algorta, Luz Tito y Lucía Patrone —quienes conforman el grupo autodenominado “El Tridente”— se encontraban en el jardín observando las plantas cuando recibieron un mensaje desde la calle que, presuntamente, indicaba que la placa negativa de la semana 24 iba a ser definida en un versus entre Juan Pablo De Vigili y la propia Lucía Patrone.
En vez de regresar al interior, se quedaron en el lugar durante varios segundos para intentar escuchar el mensaje completo. Ese comportamiento fue considerado por la producción como una desobediencia grave y se convirtió en la gota que rebalsó el vaso. Minutos antes del anuncio oficial, Santiago del Moro anticipó en la pantalla de Telefe que Gran Hermano se dirigiría a los participantes con un mensaje “muy claro”, lo que ya hacía prever una sanción inminente.
Durante la transmisión en vivo, la voz del Big fue categórica: “Fueron muchas las transgresiones en este sentido, pero quiero detenerme en una situación, yo diría muy grosera, protagonizada por un grupo de personas que permaneció en el jardín durante varios segundos con el propósito de escuchar la totalidad del mensaje procedente desde afuera”, declaró.
La producción no nombró directamente a los infractores, lo que generó confusión y tensión interna. Jugadores como Sandra Priore comenzaron a buscar responsables, mientras Eugenia Ruíz pidió públicamente que los seguidores del programa dejen de gritar desde afuera. También se recordó que, en ocasiones, los gritos provienen de una cancha de fútbol cercana al set.
Ante la reiteración de estas conductas, el Big resolvió aplicar una sanción que afecta a todos los jugadores por igual. En sus palabras: “No acepto este tipo de picardías. Los protocolos están para ser respetados. Quien no lo entienda, se verá en problemas. Mi sanción abarcará a todos”.
La penalización fue inmediata: se descontó la mitad del presupuesto semanal para compras, lo que significa que, si los jugadores ganaban la prueba semanal, accederían solo al 50% del presupuesto habitual. Sin embargo, el grupo perdió la prueba, por lo que dispondrán únicamente del 25% de los recursos para alimentos y productos básicos.
Además del castigo económico, Gran Hermano dejó abierta la posibilidad de implementar nuevas medidas disciplinarias si continúan los incumplimientos. Entre ellas, se mencionó la nominación directa, la expulsión de la competencia, la prohibición de salir al jardín, incluso para los fumadores, y la reducción total del presupuesto.
El comunicado concluyó con un mensaje que refleja el nivel de exigencia de esta etapa del juego: “Entiendo que mi decisión consta de un amplio abanico. Sería una gran pena que me obligaran a tomar estas medidas cuando la meta final se encuentra cada vez más cerca”.
Ahora, los participantes deberán ajustar su comportamiento al reglamento para evitar nuevas sanciones que puedan alterar su permanencia en el juego. La casa más vista del país atraviesa así una fase decisiva, en la que cada decisión, cada omisión y cada gesto puede cambiar el rumbo del certamen.