En el corazón de Madre de Dios, donde los árboles crecen altos y la humedad se respira a cada paso, florece un fruto que durante años ha permanecido lejos del radar popular. Se trata del copoazú, una joya vegetal que los pueblos amazónicos han valorado por generaciones y que ahora empieza a captar la atención más allá de la selva.

Con una pulpa cremosa, aroma penetrante y beneficios que van desde mejorar la digestión hasta fortalecer el sistema inmunológico, el copoazú asoma como una de las grandes promesas de la biodiversidad peruana en el campo de la salud y la nutrición.

Un superfruto con nombre propio

En la selva de Madre de Dios, esta fruta de pulpa blanca y aroma cítrico es empleada en recetas, rituales y ungüentos por su valor ancestral y versatilidad. (Andina)

El copoazú pertenece a la misma familia que el cacao, aunque sus propiedades van más allá del simple parentesco botánico. En los suelos húmedos de Madre de Dios, esta fruta crece de forma silvestre y cultivada, con una cáscara marrón que protege una pulpa blanca y ácida, cargada de nutrientes esenciales.

Para las comunidades amazónicas, no es solo un alimento: se usa en bebidas tradicionales, en ungüentos artesanales y como ingrediente de diversas preparaciones. Su cultivo ha ganado terreno como alternativa económica y ecológica, en un entorno donde la deforestación amenaza la biodiversidad y donde iniciativas sostenibles cobran relevancia.

Beneficios que fortalecen el cuerpo

La pulpa del copoazú es rica en antioxidantes que protegen la piel, refuerzan el sistema inmune y ayudan al cuerpo a combatir procesos inflamatorios.  (Andina)

El copoazú es una fuente natural de vitamina C, nutriente esencial para la formación de colágeno, la absorción de hierro y el fortalecimiento del sistema inmunológico. Esta vitamina también actúa como antioxidante, ayudando a reducir el daño celular causado por los radicales libres, lo que retrasa el envejecimiento prematuro y protege los tejidos del cuerpo.

Su alto contenido de fibra dietética lo convierte en un excelente aliado digestivo: favorece el tránsito intestinal, previene el estreñimiento y promueve un microbioma intestinal saludable. Además, regula la absorción de glucosa, lo que ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en sangre, siendo útil para personas con resistencia a la insulina o diabetes tipo 2.

El copoazú también contiene ácidos grasos esenciales, como el oleico y el esteárico, presentes sobre todo en sus semillas. Estos compuestos contribuyen a reducir el colesterol LDL (“malo”) y mejorar la elasticidad de las arterias, favoreciendo la salud cardiovascular.

Gracias a sus flavonoides, como las catequinas, se le atribuyen propiedades antiinflamatorias que alivian dolores articulares y combaten inflamaciones crónicas. Además, su perfil antioxidante general ayuda a fortalecer el sistema nervioso, protegiendo las células cerebrales del deterioro.

Este fruto amazónico no solo nutre: también actúa como escudo natural contra múltiples desequilibrios del organismo.

Cosmético natural

Ideal para climas secos y pieles sensibles, su textura ligera se absorbe fácilmente, fortaleciendo la barrera dérmica sin provocar reacciones adversas.  (Andina)

El copoazú no solo se aprovecha como alimento. De sus semillas se extrae una manteca vegetal cremosa y densa, conocida por su capacidad de hidratar profundamente la piel y formar una barrera protectora sin dejar residuos grasos.

Esta manteca es usada en la elaboración de cremas, bálsamos labiales, shampoos y jabones artesanales, gracias a su alto contenido de ácidos grasos como el esteárico, oleico y palmítico. En el mundo de la cosmética orgánica, es altamente valorada por su textura suave, su efecto emoliente duradero y su capacidad para retener la humedad. A diferencia de otras grasas vegetales, no obstruye los poros, lo que la hace ideal incluso para pieles sensibles.

Un cultivo resiliente que impulsa la agroindustria local

Su demanda ha crecido en mercados que valoran lo orgánico y exótico, abriendo oportunidades para productores en zonas de difícil acceso.  (Andina)

El creciente interés por el copoazú ha impulsado proyectos de producción en distintas zonas de la selva peruana, especialmente en Madre de Dios. Su capacidad de adaptarse a climas tropicales húmedos y su compatibilidad con sistemas agroforestales lo convierten en una opción estratégica para agricultores que buscan diversificar sus cultivos sin afectar el ecosistema.

Varias asociaciones campesinas y cooperativas amazónicas han comenzado a procesar la fruta para comercializarla en forma de pulpa congelada, jugos, mermeladas o manteca, generando nuevas fuentes de ingreso y promoviendo una economía basada en los recursos del bosque sin necesidad de talarlo. En un mercado que valora lo orgánico y lo exótico, el copoazú promete convertirse en una carta fuerte de la agroindustria amazónica.