En un estadio teñido de rojo y amarillo, donde cada canto se sentía como un rugido, La China Suárez selló un nuevo capítulo de su historia con Mauro Icardi. No fue un viaje cualquiera a Turquía. Esta vez, la actriz no llegó sola: la acompañaban sus tres hijos. Una aparición en escena que conjugó romance, fútbol y familia, y que rápidamente se volvió el centro de atención tanto en Estambul como en las redes sociales.

La llegada al estadio RAMS Park, donde el Galatasaray se jugaba el título, tuvo una coreografía precisa. En una van negra, custodiada por seguridad privada, la actriz descendió con una sonrisa y unos anteojos negros que apenas disimulaban la emoción. De una mano, sus hijas. Del otro lado, un custodio cargaba a Amancio, el más pequeño. Todos lucían con orgullo la camiseta del equipo local, cada una con un detalle distintivo: sus nombres grabados en la espalda, como si se tratara de jugadores oficiales del club. Esa imagen, la de los chicos con las camisetas personalizadas, fue compartida más tarde por Suárez en Instagram, recibiendo una avalancha de likes y comentarios.

Pero la primera bomba explotó en la tribuna. La artista y sus pequeños se ubicaron en primera fila, justo en el centro de la hinchada, mezclándose con los familiares de los jugadores como una más, aunque sin pasar desapercibida. Las cámaras de la prensa local registraron su llegada y no la perdieron de vista. A pesar de la exposición, la actriz mantuvo un bajo perfil y se concentró tanto en el partido como en sus hijos.

La actriz y sus hijos acompañaron a Mauro al partido de Galatasaray (X)

Y entonces llegó el momento de la victoria y el estadio se encendió. Comenzó el festejo multitudinario: luces rojas, bengalas, tambores, cánticos, abrazos. La China fue abordada por un periodista local que, en medio del bullicio, le preguntó qué sentía. Ella, en un inglés sencillo pero firme, respondió: “Muy bien”. Esa frase breve fue suficiente para que su testimonio se viralizara.

Minutos después, la actriz cruzó la línea que separa a los hinchas de los jugadores y bajó al campo de juego. Allí la esperaba Mauro. Con Magnolia subida a sus hombros, y sus otros hijos a los costados, Suárez bailaba y reía por el césped como si fuera su casa. Mauro, por su parte, se mostró a su lado, aunque no desperdició el tiempo en festejar con sus compañeros de equipo. La escena quedó inmortalizada en una fotografía que lo muestra mirándola de frente, con un gesto de ternura, mientras su hija observaba desde arriba.

Aunque fuera de la cancha por una lesión ligamentaria en la rodilla derecha que lo mantiene en recuperación desde hace seis meses, Icardi fue protagonista del festejo. Subió a las redes una serie de imágenes donde se lo ve eufórico, rodeado de compañeros, agitando una baqueta sobre un tambor y con una sonrisa que parecía no tener fin. El mensaje que eligió para acompañarlas fue escueto pero significativo: “Y llegó mayo… hora de festejar”.

Sin embargo, no todo fue alegría. En las redes comenzaron a circular mensajes críticos. No por el festejo, sino por las ausencias. “¿Viaja con los hijos ajenos, y las hijas? Bien, gracias”, escribió una usuaria. Otro mensaje fue más duro aún: “Pobrecitas tus hijas viendo esto”. La referencia era directa a las niñas que Icardi tiene con Wanda Nara, quienes no estuvieron presentes en la celebración. Todo esto se da en medio del conflictivo proceso de divorcio que el futbolista y la empresaria enfrentan, con demandas cruzadas por la tenencia de las hijas y reclamos económicos por la cuota alimentaria.

El contraste entre la presencia plena de los hijos de Suárez y la ausencia total de las hijas de Icardi se convirtió en el centro del debate. Mientras que algunos lo tomaron como una postal de amor y hasta un gesto de familia ensamblada o una herida expuesta, lo cierto que otros señalaron que podría tratarse de una indirecta hacia Wanda y las nenas que tuvo con el delantero. La realidad es que cada paso de esta pareja se lee también en clave de conflicto.