Si hay una figura del espectáculo argentino que continúa siendo recordada, amada y homenajeada más allá del paso del tiempo, ese es Juan Carlos Calabró. Más de una década después de su partida, la huella del icónico humorista sigue viva, no solo a través de la memoria de colegas y el público, sino también en el corazón y la rutina diaria de sus hijas, Iliana y Marina Calabró. Es precisamente esta última quien sorprendió al rememorar una vez más la influencia de su padre, en el marco de su visita a La divina noche de Dante (El Trece), ciclo conducido por Dante Gebel, a donde fue acompañada por su pareja, el periodista Rolando Barbano.
“Me encanta que me recuerden a papá”, confesó Marina, dejando en claro que el lazo con el humorista no es un peso ni una carga, sino orgullo. “Me gusta cuando en los estudios de televisión me cruzo con técnicos que lo fueron también de Calabromas o de Campeones. Me encanta que los taxistas me hablen de él, y no de mi trabajo”, detalló.
La charla se tornó aun más emotiva cuando Marina profundizó sobre las reacciones que le llegan gracias a la memoria de su padre. “Para mí es un orgullo. Es como si, de alguna manera, ligaras de rebote el cariño que le tienen a él, y eso está buenísimo. Y bueno, en el laburo que uno hace, sobre todo en la parte del periodismo de espectáculos, bueno, uno puede ser incómodo, puede ser un poco hostil, puede ser un poco urticante y, sin embargo, creo que él me ayuda a caer mejor”, aseguró.

El conductor, Dante, aprovechó el tono distendido para bromear y elogiar a su invitada: “No te podes enojar con la hija de Calabró…”. Luego, en un guiño a Rolando , comentó: “Pero te podés enamorar de la hija de Calabró sin duda”. El periodista aprovechó para sumar testimonio propio y resaltar la emoción que genera el apellido: “No por ser la hija de Calabró. Es un plus, pero doy fe de que la gente cuando se le acerca a Marina para hacerle un recuerdo del padre o hacerle una mención, te diría que se emociona mucho más que cuando, que también pasa, se acercan a decirle: ‘Te veo siempre, me gusta lo que hacés’. Para Marina es como un elogio doble. Una referencia al viejo, que por supuesto, es un ícono argentino. Y bueno, yo me enamoré de un ícono también”.
La charla y el recuerdo dejaron en claro la dimensión del legado de Juan Carlos Calabró, capaz de traspasar generaciones y escenarios. Con personajes como Johnny Tolengo, El Contra y Aníbal, Juan Carlos no solo marcó la televisión, el cine y el teatro, sino que también dejó una huella emocional y personal gastada en el cariño de técnicos, colegas y fanáticos. “¡Pedroooooooooooo, mirá quién vino!” sigue siendo una de las frases más icónicas de la televisión argentina, repetida como una contraseña secreta de humor y nostalgia por quienes crecieron con sus sketchs.

La noche junto a Gebel y la pareja de periodistas fue un recordatorio de que hay figuras que no necesitan presencia física para seguir tocando corazones y encendiendo risas. Para Marina, quien vivió una velada llena de emociones, el orgullo de recibir el cariño del público por ser “la hija de” se transforma todos los días en inspiración y, tal vez, en ese pequeño superpoder que dan los grandes amores. Así, entre lágrimas, guiños y carcajadas, el recuerdo de Juan Carlos sigue firmemente instalado como sinónimo de humor, talento y familia en la memoria colectiva argentina.