Rodolfo Nicolás Caraballo Escobar, el sicario uruguayo acusado de asesinar en Recoleta al también uruguayo Fabián Sturm Jardón, fue detenido recientemente en Florianópolis, Brasil. Con el correr de las horas, se conocieron detalles del operativo internacional que permitió atraparlo: lo buscaban por al menos tres homicidios y lo hallaron escondido en una casa a la que había llegado con ayuda de un contacto local. Durante el allanamiento, además, incautaron droga, dinero en efectivo y varios vehículos.
La investigación contra Caraballo Escobar había comenzado en enero de este año. A pedido de la PROCUNAR, que intervino por los vínculos narcos detrás del crimen de Sturm Jardón, la División Homicidios de la Policía Federal Argentina (PFA) se sumó a la causa. Los detectives comenzaron a reunir información sobre el presunto sicario. Así descubrieron que era uruguayo, que había estado preso por otro asesinato y que se había fugado de una cárcel de Montevideo en agosto de 2022. La Policía uruguaya confirmó que estaba condenado por haber matado en 2021 a una mujer cuidacoches en un caso relacionado con el narcotráfico.
Después de fugarse, Caraballo Escobar cruzó a la Argentina y se instaló con una identidad falsa. La PFA logró identificarlo gracias a las tareas de su División Asuntos Migratorios y compartió la información con Interpol. El juez del caso ordenó que todos los datos recabados fueran cargados en la base de SIFCOP, el sistema que reúne información federal sobre personas buscadas. El perfil que surgía del sospechoso era claro: un sicario al servicio de una banda narco transnacional.
En abril, los fiscales Diego Iglesias y Patricia Luján Cisnero, de la PROCUNAR, junto al fiscal federal de Campana Sebastián Bringas, encabezaron una reunión con los investigadores de la PFA. En ese encuentro se sumó otro dato clave: Caraballo Escobar también estaba acusado de otro asesinato cometido en Pilar en octubre de 2024. Según determinó la causa, le disparó diez veces a otro ciudadano uruguayo en plena vía pública. Esa causa también quedó bajo la órbita de la Procuraduría de Narcocriminalidad. Desde ese momento, el sospechoso pasó a tener pedido de captura nacional e internacional.
Con el objetivo de ubicarlo, efectivos de la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones comenzaron a intercambiar información con Interpol Brasilia y Montevideo. En paralelo, profundizaron la búsqueda por redes sociales y analizaron los posibles contactos que el prófugo podía tener en Brasil. Así descubrieron que Caraballo Escobar había pagado a un hombre brasileño para que lo ayudara a esconderse. Ese dato resultó clave: alertados por la PFA, agentes brasileños montaron un operativo en la ciudad de Florianópolis.
El operativo fue exitoso. El sospechoso fue detenido en las últimas horas dentro de una vivienda. Durante el allanamiento, se secuestraron dos kilos de marihuana, 40 mil dólares, 41 mil reales, un auto y una moto. El detenido quedó a disposición de la Justicia brasileña, que ahora debe resolver el proceso de extradición.
El crimen de Sturm Jardón ocurrió el 12 de diciembre de 2024 en Recoleta. La víctima tenía pedido de captura activo por otro caso y caminaba por la calle Pacheco de Melo, entre Laprida y Austria, cuando fue sorprendido desde atrás. El asesino le disparó al menos tres veces con una pistola con silenciador. Luego escapó a bordo de un Fiat Cronos rojo con patente robada.
Horas más tarde, la División Homicidios de la Policía de la Ciudad encontró el auto en la calle Agüero al 700, a casi ocho cuadras del lugar del crimen. Dentro del vehículo hallaron una Glock 9 milímetros con silenciador, un par de guantes y una peluca. Las imágenes de cámaras de seguridad mostraban que el sicario había usado una peluca para intentar no ser reconocido. Otro dato que surgió en el expediente indica que Sturm Jardón venía siendo amenazado por Caraballo Escobar.
La pistola encontrada en el auto sirvió para confirmar una sospecha: era la misma arma que se había usado para asesinar en octubre a Marcelo González Algerini en Pilar. En esa causa intervenía la fiscal Marcela Semería, que venía siguiendo los pasos de Sturm Jardón. A González Algerini lo mataron de diez balazos en plena calle. La fiscal entendía que ambos, tanto la víctima como quien lo había mandado a matar, tenían vínculos con una organización narco.
Ese homicidio estaba relacionado con un operativo de gran escala ocurrido a mediados de 2024. En julio, Gendarmería secuestró 782 kilos de cocaína en un complejo de cabañas en Caviahue, Neuquén, uno de los cargamentos más grandes de los últimos años. En ese expediente, a cargo de la PROCUNAR, se detuvo a diez personas. La banda planeaba cruzar la droga a Chile usando un convoy de camionetas. González Algerini, según la investigación, iba a manejar una de ellas.
Tras el crimen de Sturm Jardón, el caso pasó a manos del juez federal Adrián González Charvay. El fiscal Marcelo Roma y el juez Darío Bonnano habían iniciado el expediente y ordenado las primeras medidas. La División Homicidios de la PFA volvió a entrevistar a testigos, analizó nuevas cámaras y encontró un video clave, donde se lo ve al asesino, un hombre robusto, de entre 1,75 y 1,80 metro de alto. Una pista surgida en Uruguay permitió avanzar con su identificación. Los tatuajes tribales que tenía en los brazos terminaron de cerrar el perfil. Con esa información, se emitió el pedido de captura y comenzó la búsqueda internacional que terminó esta semana en Brasil.