La Argentina alcanzó en 2025 el mayor superávit energético de las últimas tres décadas y media. Según datos de la Secretaría de Energía citados por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la diferencia entre exportaciones e importaciones de energía ya es la más grande del siglo, impulsada por el crecimiento de la producción de gas y petróleo en Vaca Muerta y por la caída en las compras externas.
Este hito no solo refleja la transformación de la matriz energética del país, sino también el impacto de las inversiones en infraestructura que permiten expandir la capacidad de transporte y exportación. “La balanza energética argentina tuvo su mayor superávit en 35 años”, destacó la BCR, en un informe donde se detallan los factores que explican este resultado.
Crecimiento sostenido de la producción
La producción de hidrocarburos es el pilar de esta mejora. Entre enero y julio de 2025, el gas registró un crecimiento del 4% respecto al mismo período de 2024, mientras que el petróleo subió un 11%. Con estas tasas, las proyecciones marcan que la producción de crudo será la más alta desde 1998 y la tercera mayor de la historia argentina, mientras que el gas podría alcanzar un máximo histórico este año.
Uno de los motores de este desempeño es la producción no convencional. En lo que va de 2025, el 60% del petróleo extraído en el país provino de Vaca Muerta, un salto notable si se considera que en 2020 la proporción era inferior al 25% y en 2015 no superaba el 5%. El ascenso de la cuenca neuquina se dio en paralelo al declino de otras cuencas convencionales, como la del Golfo San Jorge.
Exportaciones en alza y caída de importaciones
El superávit energético se consolidó con una combinación de mayor capacidad exportadora y un fuerte retroceso de las compras externas. Entre enero y junio de 2025, las exportaciones de energía crecieron un 11% interanual. En contraste, las importaciones cayeron un 23%, con un desplome del 46% en las compras de gas, el rubro de mayor peso en años anteriores.
Este comportamiento explica que el complejo petrolero-petroquímico se haya consolidado como el segundo complejo exportador del país desde 2024. En lo que va de 2025, las ventas externas de petróleo y gas representan más del 13% de las exportaciones totales, un nivel que contrasta con el 6% de 2020 y el 3,7% de 2015. Según la BCR, se trata de la participación más alta de los últimos 19 años.
En sentido inverso, la energía perdió peso dentro de las importaciones. Tras el pico de 2022, cuando los hidrocarburos llegaron a representar casi el 16% del total importado, la proporción se redujo a menos del 5% en el primer semestre de 2025, un mínimo en 21 años.
El rol de la infraestructura
La mejora de la balanza energética no se explica únicamente por el incremento productivo, sino también por los avances en infraestructura. Entre los proyectos clave se destacan el Gasoducto Perito Moreno —antes conocido como Gasoducto Presidente Néstor Kirchner—, la reversión del Gasoducto Norte y el Oleoducto Vaca Muerta Sur.
El Gasoducto Perito Moreno permitió ampliar el abastecimiento hacia Buenos Aires y la región centro del país, mientras que la reversión del Gasoducto Norte extenderá la provisión de gas a Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy. Este último proyecto es estratégico porque abre la posibilidad de exportar gas a Bolivia y Brasil en un contexto en el que la producción boliviana viene cayendo.
Por otra parte, el Oleoducto Vaca Muerta Sur será fundamental para potenciar la exportación de crudo a través del Atlántico. Una vez finalizado, permitirá evacuar una mayor cantidad de producción desde la cuenca neuquina hacia los puertos.
Vaca Muerta como motor
El desarrollo de Vaca Muerta se ha consolidado como el principal impulsor del superávit energético. Sus características geológicas facilitaron un crecimiento sostenido de la producción no convencional y un reposicionamiento de Argentina como jugador regional en petróleo y gas.
La BCR remarcó que, a diferencia de lo que ocurría hace una década, hoy la mayoría del crudo que se extrae en el país tiene origen en formaciones no convencionales. Este cambio de perfil no solo amplía la capacidad de exportación, sino que también redefine la estructura del comercio exterior argentino, dado que el complejo energético gana participación frente a sectores tradicionales como la soja y el maíz.
Impacto en el comercio exterior
Los datos reflejan que la energía se convirtió en un eje estratégico de la balanza comercial. En 2015, petróleo y gas apenas aportaban el 3,7% de las exportaciones, mientras que en 2025 superan el 13%. Se trata de un salto estructural que ubica al complejo petrolero-petroquímico como segundo en importancia, solo detrás del agroindustrial.
Del lado de las importaciones, la tendencia descendente liberó divisas en un contexto en el que la economía argentina enfrenta limitaciones de financiamiento externo. Con menos compras de gas y combustibles, el superávit energético se consolida como una fuente de alivio para la balanza de pagos.
Perspectivas y desafíos
Si bien los datos muestran una mejora notable, el sector energético enfrenta desafíos hacia adelante. La consolidación de las exportaciones dependerá de la finalización de las obras de transporte, la estabilidad regulatoria y la capacidad de atraer nuevas inversiones.
La Bolsa de Comercio de Rosario señaló que “las inversiones en el sector petrolero junto con el crecimiento en la infraestructura de transporte de hidrocarburos vienen apuntalando el desarrollo de Vaca Muerta y de la energía argentina año tras año”. Además, subrayó que las oportunidades son significativas, tanto en el mercado interno como en los países vecinos.
Con el declino de la producción boliviana y la necesidad de diversificar las fuentes de energía en Brasil, Paraguay y Chile, Argentina aparece con una ventaja competitiva para posicionarse como proveedor confiable en la región.