La tasa de natalidad en Argentina se ubica en 11 nacimientos cada 1.000 habitantes

El Gobierno espera aprobar en las sesiones extraordinarias la modernización laboral con el objetivo de aumentar el empleo formal y, así, incrementar la masa de trabajadores que aporta al sistema previsional. La masa de recursos destinada al pago de jubilaciones y pensiones está estimada en el 46% del gasto primario total en el Presupuesto previsto para 2026, según el proyecto que el Ejecutivo envió al Congreso.

Hoy hay solo 12.845.000 trabajadores activos que aportan al sistema, mientras que la informalidad laboral en el segundo trimestre de 2025 se ubicó en el 43,2%, según datos del INDEC. En simultáneo, se viene dando el fenómeno de una persistente baja de la natalidad y un aumento del envejecimiento poblacional.

Con menos ingresantes al sistema y una mayor cantidad de población adulta ya jubilada, la sustentabilidad del sistema jubilatorio está en crisis.

En nuestro país, la tasa de natalidad tocó su piso histórico en los últimos cuatro años: apenas un valor medio de 11 nacimientos cada 1.000 habitantes, según los datos de Naciones Unidas publicados en su portal estadístico, con proyecciones para 2024 y 2025. Es la cifra más baja en los últimos 15 años. En 2010, la tasa era de 18 nacimientos sobre esa misma base poblacional.

Los datos más actuales de la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación llegan hasta 2023. Ese año, el número de nacidos vivos registrados en el país fue de 460.902, un 48% menos en relación al año 2000. Esto muestra, en la misma sintonía que las estadísticas internacionales, que el número de nacimientos vivos por cada 1000 habitantes en Argentina viene descendiendo en el país desde 2014.

“Hoy tenemos una clara baja de la natalidad y un aumento de la expectativa de vida. En realidad, no de la expectativa como calidad de vida, sino como una posibilidad de vivir más años. Y esto llegó para quedarse”, sostiene el abogado previsional Cristian D’Alessandro, en diálogo con Infobae.

Advierte que “no se está pensando en lo que va a venir para las futuras generaciones. Cuando hablamos de previsión social, justamente es prever para el futuro. Y hoy no se prevé qué pasará con las jubilaciones. Hoy el sistema se sostiene por 1.3 trabajadores activos por un pasivo. Si hay menos recambio generacional en el mercado de trabajo, eso va a provocar que va a haber muchas más personas mayores de 60 años para ser asistidas que los actuales y futuros aportantes al sistema”.

Manuel Mera, director de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), advirtió que, además del factor económico, la reducción en la cantidad de hijos responde a un cambio cultural en la asignación de recursos. “Criar hijos no solo es caro en términos monetarios, sino también en términos de tiempo. Cada vez más personas prefieren tener menos hijos para poder dedicarles más recursos y tiempo de calidad”.

En ese sentido, este abogado alertó sobre el proyecto de reforma laboral que envió el Ejecutivo al Congreso que incluye la reducción de las contribuciones patronales. En su opinión, “eso va a repercutir enormemente en el sistema previsional, porque va a haber menos recaudación”.

Mera también vincula este fenómeno con el envejecimiento poblacional. “En los años 90, la esperanza de vida en Argentina era de 72 años; hoy es de 77, y para fines del siglo se espera que supere los 80. Esto genera sociedades mucho más envejecidas y trastoca muchos aspectos, desde la educación hasta el sistema previsional”.

En este sentido, destaca la necesidad de reformar el sistema previsional argentino, que actualmente exige 30 años de aportes para acceder a la jubilación, ya que el 80% de las personas no alcanza esos 30 años debido a la alta informalidad laboral. Desde CIPPEC proponen garantizar un mínimo de cobertura, complementado con un esquema proporcional que premie los años efectivamente aportados.

Mera subraya la importancia de implementar políticas que faciliten la decisión de tener hijos, con énfasis en el acceso al cuidado infantil y la equidad en la distribución de responsabilidades dentro del hogar. “Es clave fortalecer las licencias de paternidad, que hoy en Argentina son de apenas dos días por ley. Balancear los cuidados entre hombres y mujeres permitiría mejorar la compatibilidad entre la vida laboral y familiar”.

La caída en la cantidad de nacimientos en el país viene siendo constante en las últimas dos décadas (AP foto/Teresa Crawford)

Un fenómeno global

Las cifras revelan que la caída en los nacimientos no es un hecho puramente local. La natalidad disminuyó en la mayoría de los países en las últimas décadas, lo que pone en riesgo el equilibrio demográfico y el sostenimiento de los sistemas de seguridad social.

En América Latina, Asia y algunas regiones de África, también se observa una reducción de la natalidad, aunque en menor medida respecto a Europa o Japón, donde el envejecimiento de la población ya genera desafíos económicos y sociales. Países como Corea del Sur, España e Italia muestran algunas de las tasas más bajas del mundo.

Es por eso que los gobiernos han empezado a implementar políticas para fomentar la natalidad, como ayudas económicas, incentivos fiscales y mejoras en los sistemas de cuidado infantil, pero los resultados han sido hasta ahora limitados.

El descenso de la natalidad tiene implicaciones a largo plazo en el crecimiento económico, la composición de la fuerza laboral y la provisión de servicios públicos.

Tasa de fecundidad

La baja de nuevos nacimientos está vinculada a la caída en la tasa de fecundidad, o sea, la cantidad de hijos por cada mujer. En nuestro país, según los últimos datos disponibles a 2023 del Ministerio de Salud de la Nación, se ubicó en 1,36 hijos por mujer. Esta cifra marca una fuerte caída respecto a la década anterior y coloca al país por debajo del nivel de reemplazo poblacional de 2,1 hijos por mujer.

“En Argentina, la tasa de fecundidad cayó un 43% desde 2014. En 2023, alcanzamos la cifra históricamente más baja para el país. Simultáneamente, la edad de la paternidad y maternidad se posterga y la composición de las familias cambia. En los últimos 40 años, los hogares unipersonales se duplicaron y hoy representan el 25%”, advierte Gala Díaz Langou, directora ejecutiva de CIPPEC, en el artículo “Argentina y el espejo democrático” publicado en julio pasado.

La baja en la tasa de fecundidad es un fenómeno mundial (Imagen Ilustrativa Infobae)

“Pero esto no se da igual en todas las clases sociales. Los hogares más pobres siguen siendo más extensos y con más niños, generalmente con mujeres a la cabeza y a cargo de las tareas domésticas y de cuidado”, señala la directiva de CIPPEC.

En cuanto a la tasa de fecundidad adolescente, en 2023 fue de 11,5%, un 64% menor en relación con el año 2005 y se redujo más que la fecundidad general desde ese año (46,1%). Esta caída, según especialistas, implica mayores oportunidades para que las adolescentes completen estudios y mejoren su inserción laboral.

Para Díaz Langou, estos cambios en el número de nacimientos “se inscriben en un proceso de transformación más grande: la desafiliación social”.

Y así lo explica: “El vínculo de las personas con las organizaciones está en crisis: baja la participación sindical, la asistencia escolar, la pertenencia religiosa, la interacción en espacios públicos y crecen los barrios privados. También decae la confianza en los gobiernos, que es del 50 % en la población mundial, del 28% en América Latina y apenas llega al 17% en nuestro país. Así, formar una familia se vuelve incierto: cuando las instituciones no cuidan, y el vínculo con lo público y comunitario falla, la maternidad y la paternidad dejan de ser un proyecto deseable y se viven como un riesgo”.

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