Durante los primeros dos años de gobierno de Javier Milei, la estructura de la recaudación tributaria experimentó un cambio significativo. La prioridad del Ejecutivo fue aliviar la carga fiscal sobre el comercio exterior, una medida largamente demandada por los sectores productivos y financieros.
De los tres grandes componentes de los ingresos tributarios nacionales, solo los recursos generados por la Aduana perdieron relevancia en la estructura, mientras que los percibidos por la DGI y la Anses ganaron participación.
Este fenómeno refleja un cambio deliberado en la orientación de la política fiscal: el Gobierno buscó incentivar la generación de divisas, facilitar la importación de bienes de inversión y recortar el sesgo antiexportador.
Uno de los rasgos distintivos de la administración Milei fue la eliminación, desde el primer día, del abultado déficit fiscal heredado, sin afectar las partidas de contención social.
El Gobierno buscó incentivar la generación de divisas, facilitar la importación de bienes de inversión y recortar el sesgo antiexportador
Este logro adquiere mayor relevancia por haberse conseguido en simultáneo con una política de desinflación, que redujo al mínimo el llamado impuesto inflacionario, y la baja o eliminación de diversos tributos nacionales, entre ellos las retenciones sobre exportaciones regionales, el Impuesto PAIS, y la reducción de aranceles a la importación, fundamentalmente para bienes de capital.
En 2024 y 2025, la presión de impuestos y aportes administrados por la Nación cayó, como porcentaje del PBI, al nivel más bajo en casi dos décadas. Esto se tradujo en un alivio fiscal histórico para la sociedad y las empresas. Considerando sólo los ingresos administrados por la actual Agencia de Recaudación y Control Aduanero (DGI, Aduana y Anses), la recaudación pasó del equivalente al 22,5% del PBI en noviembre de 2023, al 21,6% al año siguiente y 18,2% en la actualidad.
Esta tendencia se verifica también al comparar períodos más amplios: si se toma el total recaudado en los 11 meses previos a la asunción de Milei y se contrasta con los mismos meses de los dos años posteriores, se obtiene una baja cercana al 1% del PBI, igualmente significativa.
La diferencia entre ambas mediciones se explica, principalmente, por los efectos del blanqueo de activos, la baja progresiva y luego permanente de retenciones a las exportaciones -eliminadas para productos de economías regionales-, reducción de aranceles y la eliminación del Impuesto PAIS en diciembre de 2024.
El alivio fiscal permitió mayor poder de compra a la población para productos importados y nacionales, e incentivos extra a la inversión en áreas con potencial exportador, aunque para algunas ramas industriales la readecuación fiscal no logró revertir decisiones de cierre de plantas o venta de activos.
La reducción de la presión tributaria fue visible casi exclusivamente en tributos a comercio exterior -retenciones y aranceles- y a la compra de divisas. La participación de la Aduana en los recursos totales descendió del 23,2% en noviembre de 2023 al 17,6% dos años después, y del 23,7% al 20,6% en el acumulado de enero a noviembre de cada período.
El alivio fiscal permitió mayor poder de compra a la población para productos importados y nacionales
El final del Impuesto PAIS para ahorro y gastos en el exterior, dispuesto a fines de diciembre de 2024, marcó el quiebre en la estructura de ingresos: este tributo llegó a representar el 5,2% de la recaudación total en 2024.
A contramano, los ingresos por derechos de exportación -a pesar de la baja permanente de alícuotas y la eliminación para sectores regionales- crecieron en 2024 por la recuperación de la cosecha tras la sequía: subieron de 3,1% a 4,6% y luego descendieron a 4,1% en 2025. Si se toma solo noviembre, estos tributos pasaron del 2,2% al 4,5% y cayeron a 1,5% en 2025, por anticipos de liquidaciones y cambios en la política de incentivos.
El peso de los derechos de importación, en tanto, subió del 3,1% al 3,7% del total de ingresos en el lapso estudiado y de 3% al 3,8% en noviembre, impulsado por una fuerte reactivación de importaciones de automóviles, bienes de consumo y maquinaria usada, así como insumos para la industria nacional.
La liberalización de importaciones, el fin de restricciones administrativas y el aumento del comercio exterior mantuvieron elevados los ingresos por IVA y Ganancias de las empresas asociados a esa actividad.
La liberalización de importaciones, el fin de restricciones administrativas y el aumento del comercio exterior mantuvieron elevados los ingresos por IVA y Ganancias de Aduana
Al mismo tiempo, la relación entre recaudación por exportaciones e importaciones exhibió saltos: pasó del 71,2% al 159% -noviembre de 2023 a noviembre de 2024- y luego se redujo a 40,1%, manteniéndose alta en el promedio acumulado del año.
En tanto, la DGI aumentó su participación: del 55% al 57,8% mes contra mes, y aunque cayó levemente en el acumulado anual, se vio favorecida por mayor fiscalización y recuperación económica. Los rubros que más ganaron peso en la recaudación interna fueron combustibles (por la restitución progresiva de la carga impositiva), IVA y Débitos y Créditos bancarios.
Sobre este último, la presión para su eliminación sigue firme. Durante un encuentro exclusivo con periodistas, Diego Rivas, CEO de Banco Galicia, destacó la necesidad de avanzar en reformas laboral, impositiva y previsional para mejorar la competitividad y reclamó: “Es fundamental eliminar impuestos distorsivos como el Impuesto a los débitos y créditos, que encarece las operaciones y estimula la informalidad. El crédito al sector privado es apenas el 12% del PBI, muy por debajo de la región; si se impulsa el mercado de capitales para proyectos productivos de largo plazo, ese valor podría multiplicarse por cuatro”.

En sentido inverso, lo recaudado por Bienes Personales perdió peso en el total -del 2,3% al 1,1%- producto de los efectos del blanqueo y la baja de alícuotas.
Anses, por su parte, vio crecer su parte en la torta tributaria: subió del 21,8% al 24,5% y del 22,1% al 25,1% en el análisis anual comparado, efecto directo de la mejora en el promedio de los salarios formales.
Efectos sobre la distribución y expectativas
Para los próximos meses, la atención se centra en el Presupuesto 2026 y en cómo el Gobierno Nacional planea sostener el sendero de alícuotas decrecientes, absorber nuevas demandas sociales y motorizar el crecimiento económico.
Tanto Javier Milei como el ministro Luis Caputo insisten en que la gestión apunta no solo a erradicar el “impuesto inflacionario”, sino a alcanzar una menor carga tributaria real, enfocando los recortes en tributos al comercio exterior y promoviendo un entorno más competitivo para empresas y productores, y aumento relativo de los recursos destinados a la Anses.
La foto final es de un Estado nacional que resignó presión recaudatoria sobre la economía, con una transferencia extraordinaria de recursos hacia el entramado productivo y mayor potencial para estimular el consumo privado y la inversión.
Sin embargo, la eliminación del Impuesto al cheque sigue siendo la gran asignatura pendiente en la agenda empresario-bancaria y una demanda sostenida para la próxima etapa.
La transformación de la estructura recaudatoria abre una nueva etapa para la economía, aunque no exenta de desafíos sobre cómo sostener el superávit de las cuentas públicas con menos peso impositivo sobre empresas y consumidores.