Hay un relato clásico registrado en el libro del Génesis, el primero que uno encuentra al abrir la Biblia, que cuenta que los descendientes de Noé intentaron construir una torre que llegara hasta el cielo, al lugar de Dios. Para penar ese acto de soberbia, Dios los castigó de una manera muy peculiar: confundiendo sus lenguas, su modo de comunicarse. Es una forma de explicar la existencia de muchos idiomas. La consecuencia de ese castigo fue la dispersión de la humanidad y la fragmentación idiomática.
Hay una imagen que llamó mucho la atención en el funeral del papa Francisco, registrada en el bautisterio de San Pedro. Donald Trump y Volodimir Zelensky, sentados, enfrentados en dos sillones, comenzando a dialogar.
Esta escena contrasta con la última imagen impactante que teníamos de ellos: cuando, junto al vicepresidente JD Vance, le hicieron una escena de bullying a Zelensky en la Casa Blanca. La fotografía fue tomada como un símbolo de comunicación, de diálogo, y obviamente como un triunfo diplomático de la Iglesia, impulsado por la Secretaría de Estado del cardenal Pietro Parolin, uno de los candidatos a suceder a Francisco si así lo decide el cónclave que empieza el próximo miércoles 7.
Interesa esta imagen por su rareza. Más allá de que Trump tiene un conflicto con Zelensky, y una mayor proximidad con Vladimir Putin que su antecesor Joe Biden, dos personas pueden dialogar en un mundo desarticulado, fragmentado y convertido en una especie de Torre de Babel.
Existe un libro magnífico que se llama 30 días del poder, escrito por el historiador norteamericano Henry Ashby Turner. Se refiere a los 30 días anteriores a la llegada de Hitler a la Cancillería alemana en enero de 1933. Turner sostiene de manera muy contundente que era muy difícil que Hitler llegara al poder, y se pregunta por qué llegó. Llegó porque cada dirigente importante de la clase política alemana de aquel momento tenía una hipótesis errónea respecto del comportamiento de los demás líderes: una Torre de Babel. Cada uno pensaba que el otro iba a hacer algo distinto de lo que efectivamente quería hacer. ¿Por qué se produjo eso? Por incomunicación. La tesis de Turner es que la incomunicación genera el caos. La incomunicación “engendra monstruos”, como diría Hegel.
Estamos en un mundo y en un país muy dominado por ese fenómeno. Tanto que Milei tuvo que pedir disculpas por haber insultado al Papa. Dio una explicación un poco extraña, diciendo que lo insultó porque, dada su condición de pensador anarcocapitalista, no podía entender el rol de un líder comunitario. Eso no justifica los insultos. Pero hay una estrategia de agresividad que se manifiesta también, no solo en la Argentina, sino en muchos otros países, en los ataques a la prensa. Ataques premeditados, que forman parte de estrategias inspiradas en encuestas. Lo que vemos en la Argentina es una receta ensayada en otras sociedades democráticas: suponer que el factor que más moviliza políticamente a las sociedades es el odio, la bronca, la furia, el ir contra algo, no a favor de algo. Esto después se implementa con técnicas de comunicación que vemos aquí, en Estados Unidos, en Francia, en Alemania, en Gran Bretaña con el Brexit. Probablemente todo nació en Italia con Beppe Grillo (Cinque Stelle). Es una forma de ejercicio de la democracia que la corroe desde adentro, porque la democracia supone comunicación, intercambio de mensajes entre la gente y los dirigentes, y entre los dirigentes entre sí.
Hoy asistimos en la Argentina a un proceso de fragmentación difícil de entender, que da la impresión de no ser intención de nadie. Es una especie de inercia colectiva que ha ganado sobre todo a la dirigencia política. Es importante advertirlo porque la Argentina viene, y no sabemos si todavía no está incursa, de una crisis de representación, un gran entredicho entre la gente y la dirigencia, entre representados y representantes. Cuando uno mira ese fenómeno, entiende mejor la llegada de Milei como un outsider que va contra la política, contra la dirigencia tradicional impugnada por la sociedad. Y lo primero que se pregunta mirando el proceso político es: ¿cuál será la reacción de la clase política convencional, de la dirigencia tradicional, ante el desafío de una sociedad que la impugna, la desconoce, que prefiere votar a alguien ajeno a ese club como Javier Milei?
La respuesta que da la dirigencia más tradicional, aquellos actores que dominaron la vida pública en los últimos 20 años, tiende a profundizar el problema, no a resolverlo. Observamos malentendidos, conflictos, fragmentación que responde a motivaciones muy difíciles de entender en términos colectivos. Es complejo comprender qué tienen que ver esos conflictos con el bienestar general, con las respuestas que la gente espera de la política y del Estado. Daría la impresión de que la crisis se agudiza, se acelera, se profundiza. No se resuelve. No se revierte.
Tenemos dos procesos electorales raros delante de nuestros ojos. Surgieron de la decisión de dos gobernantes —Jorge Macri, en la Capital Federal y Axel Kicillof, en la Provincia de Buenos Aires— de adelantar las elecciones locales. Y a partir de ese adelantamiento, se abre una discusión inédita. Normalmente, la discusión política en la Capital Federal, y mucho más en la Provincia de Buenos Aires, se solapa con la discusión política nacional, como si no existiera una agenda local.
En la Ciudad, los comicios del 18 de mayo son insólitos: son elecciones para elegir solamente legisladores porteños. Y todavía es más raro el proceso electoral en la Provincia: una elección para elegir solamente diputados y senadores provinciales, concejales municipales y consejeros escolares municipales. Es una discusión provincial que probablemente nunca haya existido. Estas dos elecciones son el escenario de dos crisis que hay que ver cómo se resuelven. Resta determinar si son dos crisis que se resuelven o agudizan en este conflicto. Una es la crisis del macrismo, que es un gran actor de la vida pública argentina a partir del gran colapso del 2001. La otra es una crisis dentro del kirchnerismo, que es el otro gran actor de ese proceso que se abre en 2001. Macrismo y kirchnerismo fueron dos intentos de reconexión, del no peronismo y del peronismo, con el electorado, que hoy parecen ambos estar agotados.
En la Capital Federal observamos un entredicho entre, para ponerle nombre y apellido, Macri y Milei. Hace unos días llegó a sus peores términos: Macri sugiriendo que Milei compró dirigentes del Pro, y Milei contestando que muestre la factura. Este nivel de discusión política no es novedoso en los últimos tiempos. Un rasgo muy llamativo del discurso de La Libertad Avanza es acusar a Macri de hacer negocios. Y lo más curioso es que la primera que acusó a Mauricio Macri y a Jorge Macri de haber capturado la ciudad de Buenos Aires para ese fin fue Patricia Bullrich, es decir, alguien que todavía milita o está registrada en las filas del Pro, y que fue la última candidata presidencial de ese partido.
Hay entonces en la Ciudad una disputa en lo que va del centro a la derecha por la pretensión de La Libertad Avanza de quedarse con el electorado del Pro. En esa ciudad, que es la sede principal del poder de los Macri, y la principal vidriera del Pro como partido. Ese partido está sometido entonces a este desafío: una fuerza que discursivamente es muy afín, tanto que Macri bendice todo lo que es la política económica del Gobierno y disiente con su política institucional, le resta votos. La Libertad Avanza erosiona al espacio que lidera Macri con esa eficacia que le da tener un discurso muy parecido. No es que piensen distinto: quieren lo mismo, que es ese electorado.
El Pro, sus candidatos y la principal figura para las legislativas, una excelente legisladora nacional, Silvia Lospennato, están amenazados también por una disidencia, que es la de Horacio Rodríguez Larreta. Macri dijo en una entrevista que le hizo José Del Rio en LN+ que el exjefe de gobierno porteño se fue del PRO y está solo. Pero habrá que ver si la gente se enteró de eso y no sigue viendo a Larreta como una expresión más de ese partido, después de tenerlo por más de 20 años como un dirigente fundador de esa fuerza.
Estas dos amenazas plantean un signo de interrogación muy importante sobre el resultado y sobre lo que ocurrirá con otras fuerzas: ¿Qué va a pasar con Manuel Adorni, que es la cara del Gobierno, como vocero de Milei? ¿Qué va a pasar con el peronismo, que está sometido también a una fragmentación, pero menor? Hay un peronismo en la Ciudad que está en un proceso de renovación, que lleva a Leandro Santoro como principal candidato. Es un dirigente con un tono radical que puede apelar a un votante no peronista. Podría ocurrir que si la doble amenaza de La Libertad Avanza y de Larreta sobre el Pro es efectiva, el peronismo se ubique como primera fuerza en el resultado final, o queden muy parejos Adorni con Santoro. Y que el Pro quede relegado a un tercer lugar. Es una posibilidad si uno juega con determinadas variables.
Este martes va a haber un debate. Será una discusión fría, prácticamente técnica, organizada por el Instituto de Gestión Electoral obedeciendo el Estatuto de la Ciudad. Allí van a participar 17 candidatos. Hay quienes se preguntan si fue inteligente haber adelantado la elección, como hizo Jorge Macri, porque lo que se verá en ese debate muy probablemente es a 16 de estos candidatos yendo contra la administración Macri y Lospennato, que va a tener que poner en juego sus mejores capacidades. Existe otra novedad que habrá que esperar para confirmar: que Adorni decida no ir, amparado en un artículo que obliga a realizar ese debate y que dice que, por causas de fuerza mayor, el primero de la lista se puede ausentar e ir el segundo. Si Adorni decide no concurrir lo hará Solana Pelayo, directora del Banco Nación, segunda en la lista de La Libertad Avanza.
Incógnitas que siguen apareciendo respecto de esta elección: si va a haber o no otra novedad, candidatos testimoniales en el PRO. Los candidatos testimoniales que conocíamos hasta ahora eran peronistas: fueron los candidatos de aquella lista encabezada por Néstor Kirchner en 2009 contra Francisco de Narváez, Mauricio Macri, Felipe Solá. Esa alianza que enfrentó al gobierno de entonces, que era el de Cristina Kirchner, se encontró con candidatos que se postularon y después no ocuparon los cargos para los cuales se postulaban, que eran básicamente diputaciones. Entre esos candidatos estaban Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa.
Puede suceder que Hernán Lombardi y Laura Alonso no asuman como legisladores porteños, que se mantengan en sus cargos en el gobierno de la ciudad y que, para eso, asciendan Lautaro García Batallán y Lorena Braccia, la sobrina de Daniel Angelici, que está armando su bloque en la Legislatura.
Todas estas son anécdotas, frente a la verdadera incógnita: ¿Cómo queda al final de este proceso la Legislatura? Cuando se desencadenan conflictos y se inicia una inercia de enfrentamientos se van acumulando agravios y es muy difícil detener esa dinámica. La pregunta es si Jorge Macri va a seguir contando con la fuerza suficiente como para garantizar su gobernabilidad o seguirá este virus de conflictos operando y vamos a ver un gobierno sometido a la inestabilidad por parte de sus opositores. No es gratis para la política nacional que en la Ciudad haya un proceso inestable, que tiene repercusión también en el Congreso. Estamos hablando de una competencia electoral que, por el lugar donde se realiza y las características que está adquiriendo, puede tener consecuencias más allá de ese distrito.
Como en un espejo, en la provincia de Buenos Aires pasan cosas parecidas. Milei quiere matar a Macri, como Néstor quiso matar a Duhalde, y lo hizo siguiendo un consejo de Maquiavelo: “Del primero del que tenés que deshacerte cuando llegás al poder es del que te ayudó a llegar, porque ese tiene parte del poder”. En la Provincia hay otro conflicto, más íntimo. En el caso de Milei y Macri representan lo mismo y piensan parecido, pero en PBA es casi filial: Kicillof, que se levanta contra Cristina Kirchner. Para hacer un gesto de afirmación personal, imaginando su carrera hacia la presidencia de la Nación. Ni los mejores expertos saben cómo se inició este conflicto. Es una cadena de ofensas mutuas.
Lo cierto es que Kicillof dice que quiere ser candidato a presidente pero no un Alberto [Fernández], por lo tanto, quiere que su candidatura nazca en una afirmación contra Cristina, sin ningún tutelaje. Él supone que tiene votos distintos a los de Cristina. Lo tiene que demostrar. Es una tesis discutible y audaz porque hasta ahora Kicillof era admirado porque era el principal discípulo de Cristina, aquel a quien ella creó. Ahora no quiere ser un subordinado.
Cristina Kirchner mira del otro lado y dice que no va a permitir que Kicillof avance por ese camino porque no quiere a otro Alberto, que sería un insubordinado, un rebelde, ¿un traidor? Lo que está pensando es encontrar otro candidato a presidente porque Axel Kicillof no le sirve, entre otras cosas porque no entendió que podía ser el suyo y dividió al peronismo de la Provincia. También se abre otro interrogante: ¿Cómo ofrecerle a los kirchneristas un candidato presidencial más kirchnerista que Kicillof? Hay una tesis que supone que, para zanjar este conflicto, en 2027, si Kicillof quiere ser candidato, Cristina debe enfrentarlo.
Jorge Macri adelantó la elección porque Milei se quiere quedar con la base del Pro, y salvó su ropa, incluso desentendiendose de la suerte de su primo. Desde la Casa Rosada lo fueron a buscar a la elección que adelantó y le pusieron a Adorni, que no es un candidato local, sino de la propia Casa Rosada. En la provincia, Kicillof se quiere afirmar, demostrar que no es Cristina y, por eso, adelantó la elección, lo que generó que Cristina lo vaya a buscar postulándose como candidata a diputada provincial de la Legislatura en La Plata por la tercera sección electoral.
La primera sección electoral de la Provincia es la zona norte, la segunda es lo que linda con Santa Fe y el norte de la costa del Río de La Plata, con ciudades importantes como Pergamino. Está la tercera, que es clave e incluye el conurbano típico: Lomas de Zamora, Avellaneda, Lanús, Florencio Varela, La Matanza. Cristina justamente quiere competir por la tercera, donde Kicillof tiene dos apoyos territoriales importantes con Mario Secco en Ensenada y Jorge Ferraresi en Avellaneda. La cuarta, muy rural, es Lincoln, Junín, Pehuajó; la quinta, en el sudeste, es Mar del Plata, General Pueyrredón, Chascomús; la sexta, cuya sede central es Bahía Blanca; la séptima, que es literalmente el corazón de la Provincia, con Olavarría y Azul; y la octava, que es la ciudad de La Plata.
Hay un detalle importante: si se aprueba la ley de ficha limpia, que excluiría de la carrera a personas que tienen sentencia firme, a Crisina no le alcanzaría porque sería diputada provincial. De todas formas, el Gobierno no quiere tratar esa ley ahora porque no le quiere dar un escenario a Lospennato para la elección porteña. Lospennato es es la gran impulsora de la iniciativa.
Todavía queda la discusión de qué va a hacer la Corte con la señora de Kirchner. ¿Va a ratificar o no el pronunciamiento condenatorio de la Cámara de Casación? Y lo más importante: ¿Lo va a hacer antes o después de las elecciones? Porque si la Corte lo confirma antes, Cristina quedaría inhabilitada para ocupar cargos públicos por al menos diez años.
Este lunes hubo una novedad: la Cámara de Diputados de Buenos Aires, a instancias de Kicillof, suspendió las PASO bonaerenses. Es importante porque, no solo la gente no va a tener que ir a votar tres veces, sino que, además, en este conflicto entre Cristina y Kicillof, desaparece un instrumento que les podía resolver el problema político. Si hubiera primarias, podían armar dos listas, competir en cada sección y después integrarse para ir juntos a la elección general de septiembre. Kicillof quiso romper ese instrumento y anularlo, con lo cual ahora, para que el peronismo no vaya dividido en la provincia de Buenos Aires en dos listas, Cristina y él tienen que poner en juego una gran capacidad de negociación que hasta ahora no han demostrado. Los tenemos que ver sentados, como Trump y Zelensky en alguna iglesia del conurbano, dialogando acerca de cómo armar una lista común.
Los que están muy cerca del fenómeno hoy dicen: “Están locos, no dialogan”. Es posible que el peronismo de la provincia de Buenos Aires vaya roto a la elección. Uno que está mirando esta secuencia —y no sabe si le conviene o no— es Massa, que piensa algo así como: “Un peronismo dividido no me sirve”. Pero un peronismo en el que Cristina condene a Kicillof sí le sirve, porque él puede ser el heredero de esos votos de Cristina, que hasta ahora eran de Kicillof, sobre todo si sigue manteniendo su alianza con Máximo Kirchner. Le sirve para ser candidato a presidente en 2027, pero también ahora, para diputado en 2025, como primer candidato del peronismo bonaerense.
Pero hay otros actores que están mirando este paisaje, que son peronistas disidentes, que no forman parte del peronismo oficial: Joaquín de la Torre, líder del partido de San Miguel; y Julio Zamora, intendente de Tigre, que terminó derrotando a Massa y a Malena Galmarini. Ellos piensan que, si el kirchnerismo se divide entre Cristina y Kicillof, ellos podrían armar listas e ir por el medio. ¿Y quién dice que no ganarían en algunas regiones de la provincia?
Hay otro protagonista de este drama, que es La Libertad Avanza y el PRO. Si fueran unificados, y enfrente está el peronismo dividido, probablemente una fuerza no peronista termina ganando las secciones electorales de la provincia de Buenos Aires en la elección anticipada de Kicillof, que sería una elección suicida, un poco como la de Jorge Macri. Pero aquí la pregunta es: ¿se van a poner de acuerdo Milei y Macri, que se están acusando de comprarse dirigentes uno al otro y de tener negocios en la Ciudad? ¿Es posible un acuerdo en provincia cuando se están matando en la Capital Federal?
Macri se sacó una foto la semana pasada en Mar del Plata con un dirigente clave: Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”. Esa foto es importante porque está diciendo que Ritondo todavía está de su lado, por más fotos que se sacó con Milei. Es decir, el PRO todavía no se terminó de entregar. En la foto no está Santilli, que sí cruzó, aunque nadie lo sepa.
Si hay un conflicto entre Milei y Macri, al peronismo se le facilita la tarea, aunque esté en crisis. Ahora uno podría ponerse a pensar: ¿serán tan delirantes Milei y Macri de pelearse con un peronismo dividido en la provincia y renunciar a ese triunfo? Sí, puede pasar, porque lo que vemos es que hay una dinámica superior inclusive a la percepción del propio interés. Vemos cómo está funcionando, delante de nuestra vista, una dirigencia política en estado de fragmentación y de conflicto, que a la primera que daña es a ella misma, con una sociedad que, como dijo aquel encuestado delante del encuestador, cuando le preguntaron qué hacía la política: “la política es un circo vacío”, contestó. Pareciera que sigue siendo un circo vacío del cual la gente se retiró.
Todo este panorama habla de una fragmentación creciente: este martes lanza una fuerza propia la doctora María Eugenia Talerico, que ha sido una abanderada de la lucha por la calidad institucional, sobre todo en el debate sobre la designación de Ariel Lijo para la Corte. Talerico va apoyada por Ricardo López Murphy y por el senador formoseño Francisco Paoltroni. Entonces tenemos ya tres fuerzas no peronistas en la provincia de Buenos Aires, y frente a esa ventaja, aun así, pareciera que el peronismo puede ir dividido a la elección.
La pregunta, la misma que nos hicimos para la Capital, es: ¿cómo queda la Legislatura bonaerense después de un proceso como este, tan conflictivo? De esa pregunta se deriva otra: ¿cuál es el nivel de gobernabilidad que podrá conquistar Axel Kicillof para los dos próximos años de su gestión? La cual, además, va a estar sometida a un debate importantísimo: es la primera vez que va a haber un debate bonaerense. Entonces va a haber dos temas clave para discutir: la educación —que en PBA es un desastre principalmente imputable al sindicato docente, a Roberto Baradel, un aliado de Kicillof— y la seguridad.
Todo este panorama, en el fondo, fortalece al Gobierno en un momento en que ha vivido un proceso de deterioro que no sabemos si se detiene o no, pero es un proceso de deterioro de la imagen de Milei y de la gestión, pero que dada esta situación del resto de la política nadie capitaliza, al menos todavía.
Este lunes apareció de nuevo el índice de confianza del Gobierno, de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella [Archivo índice], con una caída. El índice, que mide de 0 a 5, está en 2,33. El promedio de Milei hasta ahora era 2,51. La variación respecto del mes anterior es una caída del 3,7% si la medimos en porcentaje.
Lo que nos muestra el estudio de la Universidad Di Tella es la historia de este índice desde diciembre de 2001. Tenemos a Néstor Kirchner, que tuvo un promedio de 2,49; Cristina, 1,71 (1,83 en su segundo mandato); Macri, 2,27; Alberto, 1,69 -el piso-; y Milei, 2,51, pero ahora lo tenemos en caída.
Lo que explica la universidad Di Tella respecto a qué pasó es que el Índice de Confianza del Gobierno se confecciona desde noviembre de 2001 en base a una encuesta de opinión pública a nivel nacional y se mide en una escala de 0 a 5. El índice de abril fue de 2,33 puntos con una disminución del 3,7% respecto del mes de marzo de 2025. El nivel de confianza actual es 10,7% menor al de la medición de abril de 2017. Durante el segundo año del gobierno de Macri, el índice estaba 11% por encima del actual de Milei. Y está 34 o 35 puntos por encima de la misma medición en el caso de Alberto Fernández. Por eso nadie quiere ser Alberto.
El índice de confianza en la gestión de Milei, según la Universidad Di Tella, registra su quinta caída mensual consecutiva en abril de 2025. El descenso acumulado desde diciembre de 2024 es de 12,4%. La variación respecto de marzo fue negativa en sus cinco componentes: la capacidad para resolver los problemas del país cayó 3%; la honestidad de los funcionarios bajó 1,5%; la eficiencia en la administración del gasto público —lo cual es novedoso, dado que se supone que es el gran mérito de este Gobierno— cayó 0,2%, casi nada. La evaluación general del Gobierno retrocedió 4,9% y la preocupación por el interés general cayó 9,7%. Se percibe como un gobierno un poco insensible.
Esto coincide con otra encuesta muy confiable en los últimos tiempos: la de la consultora brasileña AtlasIntel, que ha tenido aciertos en toda la región, también en la Argentina y especialmente respecto de Milei. La encuesta que acaba de publicar indica que el 47,5% de los argentinos lo desaprueba y el 41,8% lo aprueba. La aprobación cayó 4,7 puntos porcentuales respecto de marzo. El 44,4% lo considera “muy malo” o “malo”, y “excelente” o “bueno”, el 35,7% -esto referido al gobierno, no a Milei-. “Regular”, 17,4%, una suba de 10 puntos porcentuales respecto de marzo. “No sabe, no contesta”, 2,5%.
El Gobierno experimenta una decadencia de la que no se beneficia nadie, porque no vemos a nadie que capitalice lo que el gobierno va perdiendo. Habrá que ver si aparece alguien. Da la impresión de que, de cara a las elecciones, es difícil que surja una fuerza capaz de capturar esto, porque lo que estamos viendo es que los demás se están peleando entre ellos.
Estamos viendo si esta erosión se detiene o no con el acuerdo con el Fondo, con la salida del cepo y con la operación virtuosa que ha venido realizando el Gobierno en materia financiera, verdaderamente exitosa. Habrá que ver también cómo se comporta la inflación y cuánto tiene que ver ese repunte, aunque sea mínimo, con este estado de desencanto que aparentemente se manifiesta en la opinión pública. O quizá no tenga que ver con la economía, como plantea Macri, sino con una retracción de la gente frente al estilo del Gobierno, su conflictividad, y sobre todo su desprolijidad institucional, en lo que el tema judicial tuvo tanto que ver. Especialmente la postulación del hijo de Ariel Lijo para la Corte Suprema de Justicia. Es una pregunta importante, porque en esa materia siguen existiendo cuestiones muy escabrosas.
Una de ellas tiene que ver con la justicia federal de la provincia de Santa Fe, más específicamente de la ciudad de Rosario, que tanto ha llamado la atención por su criminalidad ligada al narcotráfico. Además, ahí se encuentra el principal puerto del país, ligado a la hidrovía, donde presumiblemente pasan cargamentos de droga que no se consumen en la Argentina. Allí está el juez Marcelo Bailaque, quien debía investigar al principal narco de Rosario, Lindor Alvarado. No solo no lo investigó, sino que el contador de Alvarado resulta ser también el contador del juez. Nada menos que el contador de un narco preso en la provincia de Buenos Aires. Además, el hijo de ese contador trabajaba en el juzgado. Aparece también un funcionario de la antigua AFIP, Carlos Vaudagna, que se entregó como arrepentido y declaró: “Yo estaba en combinación con el juez Bailaque extorsionando empresarios; les armábamos causas truchas para sacarles plata”. Aparecen empresarios como Fernando Whpei, cuyos negocios con la política se extienden hasta Río Negro, ligados a la componenda entre Bailaque y Vaudagna.
Es significativo porque el miércoles los fiscales de Santa Fe van a presentar ante el juez Eduardo Rodríguez Cruz la imputación contra Bailaque. Definirán los delitos por los cuales, para ellos, debe ser condenado, y probablemente pidan alguna medida cautelar que puede ir desde la obligación de presentarse ante alguna autoridad cada vez que quiera salir del país, hasta la prisión preventiva —sea en una cárcel o domiciliaria— por el riesgo de fuga.
Hay un puente entre la situación general de la política y la situación institucional de la Justicia. Y habrá que ver si la insensibilidad frente a estos problemas no le está pasando factura también a Milei en las encuestas.