Sin dudas, la amistad que se forjó entre Guillermo Vilas y Marixa Balli fue impensada y es, aún hoy, muy poco conocida, pero el relato de la empresaria y panelista sobre el tenista fue una ventana fascinante al vínculo entre dos personalidades de ámbitos completamente diferentes. Marixa habló con enorme respeto sobre esta inesperada relación en “Arriba Bebé”, el programa de Lizy Tagliani en Pop Radio 101.5, y contó detalles que pocas veces salen a la luz.
Marixa recordó a Vilas cuando comentó al aire que jugó al tenis con él en el Vilas Racket, del cual, comentó con orgullo, “fui la socia número cuatro”. Obviamente, la reacción de los otros panelistas fue “¿pasó algo?“. Pero ella aclaró con firmeza ante cualquier malentendido que “nunca pasó nada, chicos, por favor” y añadió que era absurdo pensar que siempre que dos personas pasan tiempo juntas existe una relación romántica detrás. “Fue una amistad genuina y una relación muy buena” afirmó.
Uno de los aspectos que más impresionó a Marixa de Guillermo Vilas fue su amor por los animales. La empresaria recordó con cariño una ocasión en la que, al salir de un restaurante con Vilas, encontraron un gatito abandonado. “Vilas se agachó y le dijo al pequeño animal: ‘Si te subís al auto, ya sos mío, te adopto’,” relató Marixa. Para su sorpresa y agrado, el gato efectivamente se subió al coche, convirtiéndose en parte de la familia del tenista. Por eso, entre las características que Balli siempre admiró en él fue su bondad.
Las visitas a la casa de Vilas también formaron parte de esta entrañable amistad. Marixa describió esas ocasiones como momentos especiales, donde compartían charlas largas, té y cenas en un ambiente agradable y personal. La decoración del hogar de Vilas llamaba la atención de Marixa, especialmente por las obras de arte y el toque de elegancia que adornaba el la cocina, por ejemplo. Sin embargo, lo que más le impactó fue algo que en un principio podría haber pasado desapercibido: una pared raspada en la cocina. Un detalle que estaba lejos de ser un descuido.
En una cena done había más gente, aclaró Balli, curiosa, le preguntó a Vilas por qué esa parte no había sido restaurada. El tenista le explicó que aquellas marcas habían sido hechas por la silla de ruedas de su padre. “Papá pasaba con la silla de ruedas y marcaba esa pared. Entonces, es verlo a papá”, explicó Guillermo, quien decidió no reparar las imperfecciones para conservar una parte de la memoria de su padre en su hogar. Marixa quedó impactada por el nivel de sensibilidad que Vilas ponía en estos gestos cotidianos.
Detrás de la fama y los éxitos deportivos, Guillermo Vilas siempre fue un hombre de valores profundos, especialmente hacia su familia. Durante los últimos años de vida de su padre, Vilas estuvo dedicado a su cuidado, algo que fue retratado en varias imágenes conmovedoras de él empujando la silla de ruedas de su padre. La pérdida de su padre en agosto de 1992, mientras se encontraba en Ouro Preto, Brasil, a punto de disputar un torneo Challenger casi al final de su carrera, fue un durísimo golpe que Vilas enfrentó con entereza.
Actualmente, Vilas vive su propio desafío personal. Aquejado por una enfermedad neurológica que ha impactado su cogni-ción, su figura pública se ha visto reducida a contadas apariciones. La última de ellas fue a finales de enero cuando su esposa, Phiangphathu Khumueang, publicó una foto suya en redes sociales, mostrando su amor y orgullo por él: “My handsome” (“Mi guapo”), escribió. A sus 72 años, Vilas vive en Mónaco, rodeado de su familia, que incluye a sus cuatro hijos: Andanin, Landinlao, Intila y Guillermo Junior.
Phiangphathu ha tomado las riendas de la Vilas Tennis Academy, con sedes en Mallorca y Punta Cana, asegurando que el legado de su esposo sigue vivo a través de la enseñanza del deporte que tanto amó.