
Luego de la 31° Conferencia Industrial que se realizó este jueves en el Centro de Convenciones, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, volvió a hacer hincapié en la necesidad de reducir la presión fiscal para que el sector industrial pueda competir con el exterior.
“Hoy tenemos la presión fiscal de 52%. Hace imposible que, que nosotros podamos competir a nivel global. Y también un sistema laboral muy rígido, con mucha litigiosidad. Tenemos que modernizar el sistema laboral para que el objetivo fundamental del trabajo sea la productividad interna de las empresas. Sin perder derechos, pero adaptándose a estas nuevas, eh, a estos nuevos desafíos que exige la sociedad moderna”, indicó el industrial en declaraciones radiales.
Los dichos de Rappallini se producen luego de que el ministro de Economía, Luis Caputo, asistiera al evento de la UIA y hablara ante un auditorio lleno. El funcionario nacional enfocó su discurso en la política cambiaria y explicó por qué no resulta viable dejar flotar el dólar, pero evitó referirse a líneas concretas para el desarrollo del sector fabril ni para la reactivación de la industria.
El mensaje del titular del Palacio de Hacienda giró en torno a la necesidad de fortalecer reservas y cumplir los compromisos externos, sin referencias a un programa industrial. “En la mayoría de los países, el dólar no flota libremente; no nos agrandemos”, sostuvo Caputo. En efecto, no hizo referencia a la industria en su disertación.

Entre los temas que el titular de la UIA expuso, sobresalió el señalamiento de los desafíos estructurales. Apuntó contra la presión impositiva y el esquema laboral, a los que adjudicó un efecto negativo sobre la inversión y el crecimiento sectorial. “El objetivo fundamental es tener una industria competitiva que pueda competir a nivel global, porque si no, por más buenas intenciones que tengamos, la industria no va a crecer”. Además, el referente industrial le asignó un rol central a la reforma fiscal como camino para “bajar los impuestos, que son récord en la Argentina”.
Dentro de las prioridades del sector fabril, Martín Rappallini sumó la inversión en infraestructura como factor dinamizador. Consideró que “resulta impensable el desarrollo federal sin pensar en el crecimiento de la industria”. “La industria está en toda la Argentina, en todos los sectores, en todos los territorios y, sobre todo, el impacto que tiene en las ciudades”, defendió a su sector.
El clima de la conferencia incluyó señales mixtas de los actores presentes. Por un lado, persistieron gestos de preocupación por el estancamiento de la actividad y el avance de importaciones; por otro, algunos empresarios mostraron expectativas ante el recambio parlamentario próximo y la firma de un acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos, que agregó otro foco de análisis al evento.

Durante el evento, la presencia de ministros como Diego Santilli (Interior) y la ausencia del presidente Javier Milei marcaron el tono institucional. Santilli, según contó Infobae, dialogó extensamente con directivos de la UIA y transmitió que “en breve van a sacar las leyes para sacar los dólares del colchón, el Presupuesto 2026 y la reforma laboral”, relegando la reforma tributaria al año próximo.
Ante industriales como Daniel Funes de Rioja, Luis Tendlarz, Alejandro Gentile, Pedro Reyna, Hugo Goransky y Gustavo Weiss, el ministro de Interior intentó llevar tranquilidad respecto a la búsqueda de consensos con los gobernadores y a la llegada de inversiones, principalmente en el sector minero, que el gobierno imagina como locomotora para otras ramas productivas.
En ese contexto, los empresarios pidieron respuestas sobre los plazos y la profundidad de las reformas. A pesar del rechazo sindical presente a las propuestas de reforma laboral (la CGT solicita garantías sobre derechos laborales, reducción de jornada y rechaza topes indemnizatorios y modificaciones en vacaciones), el Ejecutivo manifestó su “convicción” de avanzar en los cambios y ubicó el debate en el marco del Consejo de Mayo.
La discusión sobre la reforma tributaria permaneció abierta, sin fechas certeras para eliminar tributos catalogados como distorsivos. En tanto, la inercia de los costos locales y la competencia de productos externos vienen impactando sobre la capacidad de reacción de las compañías y sobre el empleo.