Israel lanzó este jueves una nueva serie de ataques aéreos contra objetivos estratégicos en el este y el sur del Líbano, en un nuevo episodio de tensiones con el grupo chií Hezbollah. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron que los bombardeos alcanzaron infraestructuras clave para la producción y almacenamiento de armas en el valle de la Becá, así como en otras zonas del sur del país vecino.
Según el comunicado publicado por las FDI en su cuenta oficial en X (antes Twitter), los blancos incluían “infraestructuras para la producción de explosivos y un sitio subterráneo para la fabricación y almacenamiento de misiles” utilizados por Hezbollah. La ofensiva se justificó, una vez más, bajo el argumento de que estas instalaciones estaban siendo restauradas por el grupo chií, lo cual, afirman, viola los acuerdos alcanzados a finales de 2024 tras meses de enfrentamientos.
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, declaró que el Ejército actuó “enérgicamente” contra la mayor planta de producción de misiles de precisión de Hezbollah, que según las autoridades israelíes había sido atacada previamente pero se encontraba en proceso de rehabilitación. “Cualquier intento de la organización terrorista de rehabilitarse, reestablecerse o amenazar será respondido con una fuerza implacable”, advirtió Katz en un mensaje que también parece dirigido a la comunidad internacional.
Los ataques se produjeron horas después de que el presidente libanés Joseph Aoun hiciera un llamamiento público a Hezbollah para que se desarme y ceda el control del armamento exclusivamente al Estado libanés. “Mi llamada a quienes enfrentaron la agresión israelí es que depositen su confianza únicamente en el Estado libanés, porque si no, sus sacrificios serán en vano”, afirmó Aoun, en un discurso que refleja las crecientes divisiones internas en el país.
La Agencia Nacional de Noticias del Líbano (ANN) confirmó que los bombardeos alcanzaron las afueras de Brital y una zona entre Nasiriyah y Tallet al Sandouk, todas ellas en el Valle de la Becá. Se trata del mismo tipo de ataques que, hace dos semanas, causaron la muerte de al menos doce personas y dejaron varios heridos, en lo que fueron los peores incidentes desde que se pactara el cese de hostilidades en noviembre de 2024.
A pesar del alto el fuego, que supuso el retiro acordado de tropas tanto israelíes como de Hezbollah del sur del Líbano, Israel ha mantenido al menos cinco puestos militares en territorio libanés, una decisión que ha sido ampliamente criticada por Beirut y por el propio grupo chií. Ambos actores consideran que estos despliegues constituyen una violación del pacto alcanzado tras la guerra de dos meses entre Hezbolá e Israel, iniciada a raíz de los ataques del 7 de octubre de 2023.
Desde el inicio formal del alto el fuego, el Ejército israelí ha lanzado decenas de bombardeos en territorio libanés bajo el argumento de evitar la reconstrucción de capacidades ofensivas por parte de Hezbollah. De acuerdo con cifras de las FDI, al menos 230 presuntos combatientes de Hezbolá han sido abatidos desde entonces. Sin embargo, la continuidad de estos ataques ha sido duramente criticada por la ONU y por distintos sectores de la política libanesa, que los consideran una amenaza directa a la estabilidad del país.
Mientras tanto, Estados Unidos presiona discretamente al gobierno libanés para que avance en el desarme de Hezbollah, algo que el grupo rechaza de plano al considerar que sería un paso que beneficiaría exclusivamente a Israel. Hezbolá, que conserva buena parte de su arsenal tras la guerra del año pasado, ha evitado responder con la misma intensidad, aunque sus líderes han advertido que no permitirán un debilitamiento unilateral.
(Con información de EP, EFE y AFP)