Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, en la Casa Blanca (Reuters)

(Desde Jerusalén, Israel) Donald Trump tiene en su poder la decisión política para destruir el proyecto nuclear de Irán, que está a pocas semanas de lograr la fabricación de diez bombas atómicas. Si el líder religioso iraní Ali Khamenei logra ese objetivo militar, la situación geopolítica en Medio Oriente habrá cambiado para siempre.

La capacidad nuclear de Irán se encuentra protegida en Natanz, Fordow e Isfahan. Son centros de producción de uranio enriquecido que Israel no puede destruir con su propio armamento.

Natanz es un centro blindado de producción de uranio enriquecido ubicado a 200 kilómetros de Teherán, en la meseta desértica de Isfahan. El complejo científico está a 80 metros bajo tierra y opera más 10.000 centrifugadoras para fabricar armas atómicas.

Fordow fue construido a ochenta metros debajo de la montaña en una antigua base de misiles controlada por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria. Tiene 3.000 centrifugadoras y es el sitio clave para enriquecer uranio destinado a las bombas atómicas de Irán.

Isfahan es una planta de conversión que procesa torta amarilla para producir uranio enriquecido. Esta planta se vincula con tres reactores experimentales chinos, que trabajan a las órdenes del regimen iraní.

Israel atacó el centro de producción de uranio enriquecido de Natanz, pero no pudo anular su funcionamiento

Benjamín Netanyahu justificó sus ataques a Irán con el argumento de destruir la capacidad nuclear del régimen fundamentalista.

“Irán ha tomado pasos que nunca antes había tomado. Pasos para armar ese uranio enriquecido, y si no se le detiene, podría tener un arma nuclear en pocos meses, quizás menos de un año”, señaló el primer ministro de Israel.

En este contexto, Israel anuló a 6 de los 25 científicos que diseñaron el proyecto nuclear de Irán: Abdolhamid Minouchehr, Ahmadreza Zolfaghari, Amirhossein Feqhi, Mohammad Mehdi Tehranchi y Fereydoun Abbasi.

Y atacó a las instalación de Natanz, dañando su estructura externa y provocando una fuga acotada de material radiactivo.

“Las instalaciones subterráneas del sitio se vieron afectadas, incluida una sala de enriquecimiento de varios niveles con centrifugadoras, salas eléctricas y otras infraestructuras de apoyo”, sostuvo un comunicado de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) respecto al ataque aéreo contra Natanz.

Pero la guerra entre Israel e Irán no terminará hasta que sea destruido su complejo militar emplazado bajo tierra para enriquecer uranio destinado a la fabricación de bombas atómicas.

Donald Trump y Benjamín Netanyahu durante su última reunión en la Casa Blanca (Reuters)

Estados Unidos aporta su volumen de inteligencia y su poderío tecnológico para facilitar la defensa de Israel frente a los cientos de misiles balísticos que lanzó Irán.

La Casa Blanca transmite información en tiempo real a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) para interceptar los misiles que se lanzaron desde Irán hacia Tel Aviv y Jerusalén.

La inteligencia de Estados Unidos puede determinar la velocidad, la altura y la zona exacta en Medio Oriente que está sobrevolando el misil iraní.

Con esa información clave, el sistema de defensa de Israel lanza sus cohetes Arrows para interceptar a los misiles enemigos. El método funciona: de los casi 200 misiles iraníes, apenas un puñado impactaron en Tel Aviv y zonas aledañas.

La flota de aviones usada por Israel para atacar el complejo de Natanz y eliminar a los científicos iraníes que diseñaron el proyecto nuclear de Teherán

La ayuda de inteligencia aportada por el Pentágono sirvió para aplacar la ofensiva aérea ejecutada por Irán en las últimas 24 horas. Fue una decisión política asumida por Trump, ante la magnitud de la réplica ordenada por el líder religioso Khamenei.

Durante una conversación mantenida en las últimas horas, Netanyahu agradeció el respaldo político a Trump, que ya tiene escasas esperanzas de lograr un acuerdo diplomático con Irán para enterrar su proyecto nuclear.

En este complejo escenario, Netanyahu reiteró al presidente republicano que la única manera de terminar el conflicto con Irán es que Estados Unidos se involucre a fondo en la guerra que conmueve a Medio Oriente y el mundo.

Ello significa que la Casa Blanca no sólo tiene que aportar la información de inteligencia, sino además sumar su potencial bélico para destruir las instalaciones de Natanz, Fordow e Isfahan que son la base de la iniciativa atómica de los ayatollahs.

El Pentágono detenta un arsenal de bombas ultra-grandes (13,6 toneladas) conocidas como Penetrador de Artillería Masiva, que se usan contra blancos subterráneos.

Esas bombas anti bunker -con una carga neta de 2,4 toneladas de explosivos– se lanzan con bombarderos sigilosos B-2, que pueden despegar desde la base Whiteman en Missouri, (Estados Unidos).

Un bombardero sigiloso B-2 en la base Whiteman, Missouri, Estados Unidos (Reuters)

Israel no tiene bombardero B-2, ni bombas ultra-grandes con capacidad de destruir bunkers bajo tierra. Depende de la voluntad política de Trump, que cavila sus próximos pasos en Medio Oriente.

El Presidente de Estados Unidos intimó al líder religioso Khamenei que acepte su propuesta diplomática en un plazo máximo de dos meses. Hoy ya se cumple el día 62, y mañana debería haber una nueva ronda de negociaciones en Oman.

Si ello no sucede, o formalmente Teherán se retira de las conversaciones, Netanyahu otra vez le pedirá a Trump que aporte todo el potencial de Estados Unidos para destruir el proyecto nuclear de Irán.

En la Casa Blanca no descartan que finalmente, Trump le diga que sí a Netanyahu.