Desde ambos territorios se reportan ataques y respuestas casi simultáneas, dejando amplias zonas bajo alarma y a la población civil en estado de máxima alerta.
Las hostilidades alcanzaron un nuevo nivel luego de que Israel ejecutara un ataque contra puntos estratégicos en Irán, incluido el área de Isfahán, donde se encuentran instalaciones nucleares.
En reacción, Irán lanzó una ola de misiles balísticos sobre territorio israelí, marcando un punto sin retorno en la rivalidad que mantienen ambos países desde hace décadas.
Durante la jornada, medios oficiales iraníes informaron de varias explosiones en la ciudad de Isfahán, un área que además de ser estratégica a nivel militar, alberga infraestructura nuclear central en el programa persa. La agencia de noticias Mehr detalló que las detonaciones se percibieron tanto en el este como en el norte de la ciudad, y que las fuerzas locales activaron de inmediato las defensas aéreas ante lo que calificaron como “objetivos hostiles”.
La preocupación en Irán no solo se limita al riesgo de daños en instalaciones clave, sino también a la posibilidad de que los ataques pongan en peligro sectores civiles adyacentes. El despliegue del sistema antiaéreo se realizó en un contexto de incertidumbre, dadas las repetidas tensiones que rodean el programa nuclear iraní y la percepción de enemigos externos intentando obstaculizarlo.
Por su parte, en Israel, la respuesta no se hizo esperar. Minutos después de los ataques en territorio iraní, múltiples ciudades israelíes activaron sus alarmas antiaéreas, sobre todo en el área de Tel Aviv y en amplias zonas del centro y del norte del país.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) emitieron avisos advirtiendo sobre el inminente lanzamiento de misiles balísticos por parte de Irán, y la población recibió instrucciones de ingresar de inmediato a refugios antiaéreos.
Ese clima de emergencia se extendió durante varios minutos, en los cuales el Comando del Frente Nacional reiteró a los ciudadanos la necesidad de acatar al pie de la letra todas las medidas de protección.
Las autoridades israelíes insistieron en que, aunque el sistema antimisiles trabaja para interceptar y neutralizar los proyectiles lanzados desde Irán, la defensa no es infalible. Por eso, las instrucciones del comando deben cumplirse rigurosamente hasta nuevo aviso.
Las tensiones previas solían manifestarse a través de incidentes encubiertos, operaciones de inteligencia, ataques indirectos o a través de terceros, como milicias apoyadas por Irán en Siria y Líbano o ataques cibernéticos atribuidos a ambos lados. En esta ocasión, la confrontación se produce de manera abierta, con impactos directos en el territorio de los dos países.
En Irán, la percepción de amenaza se concentra especialmente en las ciudades que albergan instalaciones militares y nucleares. Isfahán, como núcleo del desarrollo atómico iraní, se ubica en el centro de la mira de la operación israelí. Las autoridades iraníes aseguraron que la defensa antiaérea fue capaz de interceptar parte de los ataques, aunque no se detalló el alcance concreto de los daños ni la cantidad de proyectiles involucrados. Los reportes oficiales iraníes tampoco precisaron si hubo víctimas civiles o militares tras las explosiones.
Mientras tanto, en Israel, la situación es igualmente delicada. El lanzamiento de misiles desde Irán, tras los ataques iniciales israelíes, puso a prueba la capacidad de respuesta de las Fuerzas de Defensa de Israel y dejó imágenes de ciudadanos refugiados y ciudades bajo alerta máxima.
El Comando del Frente Nacional advirtió que la amenaza no ha sido completamente neutralizada, y que la población debe mantenerse atenta a los canales oficiales de información.
Israel considera a Irán como su principal amenaza existencial, sobre todo por el desarrollo nuclear iraní y el apoyo de Teherán a grupos armados en la región, como Hezbollah en Líbano y Hamas en la Franja de Gaza.
La rivalidad se intensificó durante la última década, a partir del desarrollo del programa nuclear iraní, que Israel interpreta como un avance hacia la obtención de armamento atómico. Este temor condujo a múltiples rondas de sanciones internacionales y a una estrategia de disuasión que mezcla acciones encubiertas e intervenciones militares directas.
En los últimos años, los escenarios de hostilidad habían estado enmarcados en la guerra de Siria, ciberataques, asesinatos selectivos y sabotajes a instalaciones estratégicas. El ataque directo entre ambos países, como el que se vive en las últimas horas, representa un salto en la escala del conflicto y provoca una inquietud internacional mayor para la estabilidad de toda la región.
El Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos y otros actores globales expresan preocupación por las consecuencias que esta escalada puede tener en Medio Oriente y llaman a la contención. Mientras tanto, millones de personas en Irán e Israel permanecen a la espera de nuevos acontecimientos, con la incertidumbre de saber hasta dónde puede llegar este enfrentamiento abierto.