La historia de Edgar Saenz Montemayor es un testimonio claro de superación. En su llegada a Italia, se enfrentó a numerosos obstáculos, como la falta de documentos, y comenzó su camino laboral como “badante” (vigilante).

Hoy, es dueño de Inka Chicken, una exitosa cadena de restaurantes especializados en comida peruana en Roma. Su esfuerzo constante y su pasión por la gastronomía de su tierra natal lo han convertido en un referente en la ciudad. Con cada nuevo local, Edgar ha logrado llevar los sabores de Perú al paladar de los romanos, consolidándose como un ejemplo de perseverancia y éxito.

Un viaje de retos y resiliencia

De cuidar niños a construir sueños, Edgar encontró en los recuerdos de los platos de su madre la inspiración para crear un rincón peruano en medio de la capital italiana.   (Inka Chicken)

Cuando Edgar llegó a Roma, su vida no era fácil. Sin los papeles necesarios para formalizar su estancia, su sustento dependía de trabajos informales como niñero, albañil y cualquier otra labor que le permitiera ganar unas monedas.

A pesar de las dificultades, nunca dejó que su pasión por la cocina se apagara. Recordaba cómo su madre preparaba los platos emblemáticos de la gastronomía peruana, lo cual fue su fuente de inspiración para emprender.

El primer paso hacia su sueño fue abrir un pequeño local en el corazón de Roma. Sin embargo, al principio, la aceptación no fue inmediata. Muchos de sus clientes eran peruanos que, al igual que él, buscaban un pedazo de su tierra en la lejana Italia.

A pesar de las dificultades, Edgar continuó perfeccionando sus recetas y buscando maneras de hacer que Inka Chicken se destacara entre otras opciones gastronómicas.

La clave del éxito: autenticidad y calidad

El secreto de Inka Chicken fue la fidelidad a los sabores peruanos. Ingredientes auténticos y recetas tradicionales conquistaron poco a poco el exigente paladar romano. (Inka Chicken)

Lo que comenzó como un pequeño sueño personal rápidamente comenzó a ganar terreno entre los romanos. La autenticidad de los platos, elaborados con ingredientes frescos y respetando las tradiciones culinarias peruanas, resultó ser el factor que diferenciaba a Inka Chicken de otros restaurantes. Los romanos, conocidos por su amor por la buena comida, pronto comenzaron a apreciar la mezcla de sabores exóticos y familiares que ofrecía este lugar.

Entre los platos más populares del menú se encuentran el famoso pollo a la brasa, el ceviche y el ají de gallina. Cada uno de estos platos es elaborado con técnicas tradicionales que han sido perfeccionadas a lo largo de los años. Además, el uso de ingredientes importados directamente desde Perú garantiza una experiencia auténtica, algo que los comensales valoran enormemente.

Expansión: más allá de un restaurante

La expansión de Inka Chicken convirtió a Edgar en un referente del emprendimiento migrante, posicionando la gastronomía peruana en distintos barrios de la capital italiana.  (Inka Chicken)

El éxito del primer local permitió a Edgar llevar su proyecto más allá de un solo restaurante. A medida que la popularidad de Inka Chicken crecía, Edgar aprovechó las oportunidades para abrir nuevas sucursales en diversas zonas de Roma, como en Via delle Palme y Aventino, consolidando la presencia de la marca en la ciudad.

La expansión de su negocio no solo ha servido para acercar la gastronomía peruana a un público más amplio, sino que también ha creado puestos de trabajo para otros inmigrantes, muchos de ellos de origen peruano, que se han unido a su proyecto.

Cada nuevo restaurante mantiene el mismo compromiso con la calidad y la autenticidad, y se convierte en un punto de encuentro para quienes buscan disfrutar de una comida peruana genuina. Los clientes, tanto locales como turistas, elogian constantemente la atención al detalle y el sabor único que caracteriza a cada plato.

Un legado de perseverancia y puente cultural

Más que negocios, Edgar sembró cultura. Inka Chicken se transformó en un puente vivo entre Perú e Italia, dando a conocer la riqueza de su país a miles de comensales. En la imagen, junto a su esposa Luisa y el cónsul peruano en Roma, Julio Álvarez Sabogal (Latinos en Italia)

Además del éxito empresarial, Edgar ha logrado algo aún más significativo: crear un puente cultural entre Perú e Italia. Gracias a Inka Chicken, los romanos han tenido la oportunidad de conocer la riqueza culinaria de Perú, un país con una gastronomía tan variada como su cultura.

La labor de Edgar no solo ha sido reconocida por sus logros empresariales, sino también por su capacidad para compartir su herencia cultural con otros.

A través de sus restaurantes, Edgar ha logrado inspirar a muchos otros inmigrantes que llegan a Italia buscando oportunidades. Su historia demuestra que, con determinación y trabajo arduo, es posible superar cualquier barrera y hacer realidad los sueños.