ARCHIVO - Agentes de seguridad de India inspeccionan el lugar donde insurgentes abrieron fuego contra turistas en la víspera, en Pahalgam, en la Cachemira controlada por India, el 23 de abril de 2025. (AP Foto, archivo)

India y Pakistán han librado tres guerras a gran escala desde que obtuvieron la independencia de Gran Bretaña en 1947. También han tenido docenas de escaramuzas y conflictos, incluido uno en la cima de un glaciar considerado el campo de batalla más frío y de mayor altitud del mundo.

La última escalada se produce tras un ataque mortal con armas de fuego contra turistas que la India atribuye a Pakistán, aunque Islamabad niega cualquier relación. Pero no libran guerras como otros países.

El factor dominante es su arsenal nuclear, una forma distintiva de disuadir ataques importantes y una garantía de que los combates no se descontrolen, incluso cuando la situación se agrava.

A continuación explicamos cómo y por qué la India y Pakistán luchan de la forma en que lo hacen:

Sus arsenales nucleares pueden destruirse mutuamente

Pakistán y la India tienen armas nucleares suficientes para aniquilar al otro varias veces”, afirma el analista de seguridad Syed Mohammed Ali, con sede en Islamabad, la capital pakistaní. “Sus armas nucleares crean un escenario de destrucción mutua asegurada”.

Soldados indios vigilan en un mercado en Srinagar, en la Cachemira controlada por la India, el martes 6 de mayo de 2025. (AP Foto/Mukhtar Khan)

Ambos países han “desarrollado deliberadamente” el tamaño y el alcance de sus arsenales para recordar al otro la garantía de destrucción mutua asegurada, añade.

Ninguno de los dos países revela su capacidad nuclear, pero se cree que cada uno tiene entre 170 y 180 ojivas de corto, largo y medio alcance. Ambos países cuentan con diferentes sistemas de lanzamiento, es decir, formas de lanzar y propulsar estas armas hacia sus objetivos.

Los arsenales son una medida defensiva para prevenir y disuadir nuevos enfrentamientos, ya que “ninguna de las dos partes puede permitirse iniciar una guerra así ni esperar obtener nada de ella”, afirma Ali.

Un residente inspecciona su casa dañada por artillería lanzada por Pakistán en Poonch, en la Cachemira controlada por India, el jueves 8 de mayo de 2025. (AP Foto/Channi Anand)

Aunque desde fuera pueda no parecerlo, las armas nucleares son un recordatorio para la otra parte de que no pueden ir demasiado lejos.

Sin embargo, el secretismo que rodea a sus arsenales hace que no esté claro si Pakistán o la India podrían sobrevivir a un primer ataque nuclear y tomar represalias, lo que se denomina “capacidad de segundo golpe”.

Esta capacidad impide que un adversario intente ganar una guerra nuclear mediante un primer ataque, al evitar agresiones que podrían conducir a una escalada nuclear.

Residentes locales caminan por el bazar principal de Chakothi, cerca de la Línea de Control, la frontera de facto entre Pakistán y la parte de Cachemira controlada por India, a unos 61 kilómetros (38 millas) de Muzaffarabad, capital del sector de Cachemira controlado por Pakistán, el jueves 1 de mayo de 2025. (AP Foto/Roshan Mughal)

Sin esta capacidad, en teoría, nada impediría que una de las partes lanzara un misil contra la otra.

Cachemira, en el centro de la disputa

India y Pakistán reclaman Cachemira desde 1947, cuando ambos países obtuvieron la independencia, y las escaramuzas fronterizas han generado inestabilidad en la región durante décadas. Cada país controla una parte de Cachemira, que está dividida por una frontera fuertemente militarizada.

Los dos archirrivales también han librado dos de sus tres guerras por Cachemira, una región disputada del Himalaya dividida entre ambos, donde insurgentes armados se resisten al dominio indio. Muchos cachemires musulmanes apoyan el objetivo de los rebeldes de unir el territorio, ya sea bajo el dominio pakistaní o como país independiente.

ARCHIVO: Militares de India cerca de la frontera con Pakistán en la disputada región de Cachemira en 2020 (DPA)

Los enfrentamientos fronterizos y los ataques militantes en la Cachemira controlada por la India han llevado a Nueva Delhi a adoptar una postura cada vez más dura con Islamabad, a la que acusa de “terrorismo“.

En el último conflicto, la India castigó a Pakistán atacando lo que, según ella, eran lugares utilizados por militantes respaldados por Pakistán y vinculados a una masacre con armas de fuego el mes pasado.

Un desequilibrio militar convencional

La India es uno de los países que más gasta en defensa del mundo, con 74 mil millones de dólares en 2025, según el informe Military Balance del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. También es uno de los mayores importadores de armas del mundo.

Pakistán no se queda atrás, con un gasto de 10 mil millones de dólares el año pasado, pero nunca podrá igualar los profundos bolsillos de la India. La India también cuenta con más del doble de efectivos en las fuerzas armadas que Pakistán.

Aunque las fuerzas armadas de la India se han centrado tradicionalmente en Pakistán, tienen otro vecino nuclear con el que lidiar, China, y están cada vez más preocupadas por la seguridad marítima en el océano Índico. Estos son dos factores que Pakistán no tiene que tener en cuenta en su paradigma de seguridad.

La forma alargada y estrecha de Pakistán, junto con el desmesurado papel del ejército en la política exterior, facilita el desplazamiento de las fuerzas armadas y la priorización de la defensa.

Un patrón de escalada y distensión

Ni Pakistán ni India tienen prisa por anunciar sus movimientos militares contra el otro y, como se ve en el actual recrudecimiento de las hostilidades, puede pasar un tiempo antes de que se confirmen los ataques y las represalias.

Pero ambos lanzan operaciones en territorios y espacios aéreos controlados por el otro. A veces, estas operaciones tienen como objetivo dañar puestos de control, instalaciones o lugares supuestamente utilizados por militantes.

También tienen como objetivo avergonzar o provocar, obligando a los líderes a ceder a la presión pública y responder, con el riesgo de cometer errores de cálculo.

Muchas de estas actividades se originan a lo largo de la Línea de Control, que divide Cachemira entre la India y Pakistán. Es en gran parte inaccesible para los medios de comunicación y el público, lo que dificulta la verificación independiente de las denuncias de ataques o represalias.

Estos incidentes despiertan la alarma internacional, ya que ambos países poseen capacidad nuclear, lo que vuelve a centrar la atención en la India y Pakistán y, en última instancia, en sus reivindicaciones sobre Cachemira.

El temor a una guerra nuclear ha situado a ambos países en el primer plano de la agenda, compitiendo con el cónclave papal, las políticas del presidente estadounidense Donald Trump y el juicio a Sean “Diddy” Combs en los titulares.

Sin deseo de conquista, influencia o recursos

Las batallas y escaramuzas entre Pakistán y la India se libran lejos de la mirada del público.

Los ataques y las represalias se producen a altas horas de la noche o a primera hora de la mañana y, con la excepción de los ataques con drones del jueves, tienen lugar en su mayoría lejos de los centros urbanos densamente poblados. Esto demuestra que ninguno de los dos países desea causar daños significativos a la población del otro. Los ataques se describen como quirúrgicos o limitados.

Ninguno de los dos países está motivado por la competencia por los recursos. Pakistán tiene una enorme riqueza mineral, pero a la India no le interesa y, aunque existen marcadas diferencias ideológicas entre la India, de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana, ninguno de los dos busca controlar o influir en el otro.

Aparte de Cachemira, no tienen interés en reclamar el territorio del otro ni en ejercer su dominio.