
La Torre de Pisa, ubicada en la región de Toscana, Italia, atrae a miles de turistas cada año con su peculiar inclinación. La estructura comenzó a construirse en 1173 como campanario de la catedral local.
En la actualidad, la torre sigue en pie pese a su famoso ángulo inclinado y a más de cuatro importantes terremotos a lo largo de 850 años. Desde los primeros años de construcción, la torre ya mostraba signos de desbalance. Los arquitectos detectaron la inclinación mientras levantaban el tercer piso.
La torre, que debía alcanzar 56 metros de altura, contaba con una cimentación de solo tres metros sobre terreno inestable. La palabra “Pisa” deriva del griego y significa “tierra pantanosa”, lo que anticipaba problemas geotécnicos que afectarían todo el proyecto.

Apenas empezaron los intentos de corregir el desnivel, la torre quedó en el centro de las luchas entre ciudades-estado italianas. Las obras se frenaron durante más de cien años. Durante esa pausa, el edificio y su base lograron asentarse, un proceso clave que evitó el colapso inmediato. Según BBC, sin ese período de descanso, la torre probablemente habría cedido por completo.
Origen del desequilibrio y los esfuerzos para enderezarla
Las obras se reanudaron en 1272. El arquitecto principal, Giovanni di Simone, decidió compensar la inclinación añadiendo mayor altura al lado más bajo. Este intento resultó contraproducente, ya que el peso extra provocó un mayor hundimiento. La construcción finalizó solo hacia el final del siglo XIV, dejando establecida la conocida silueta oblicua.
En su época más crítica, la torre alcanzó una desviación de 5,5 grados, lo que generó una enorme preocupación. Entre 1990 y 2001, un equipo de ingenieros quitó tierra del costado más alto para moderar el ángulo, logrando reducir la inclinación a 3,97 grados. De acuerdo con expertos en restauración, la estructura debería permanecer estable por al menos 200 años gracias a este ajuste físico.

La historia reciente de la torre se centra en un enigma que ha fascinado a decenas de ingenieros: la resistencia estructural del campanario, pese a las condiciones sísmicas de la Toscana. La región, situada en la convergencia de las placas africana y euroasiática, presenta un alto grado de sismicidad. Otros edificios modernos cedieron ante movimientos telúricos, pero la Torre de Pisa sigue ilesa.
Según un estudio firmado por un equipo de la Universidad Roma Tre y la Universidad de Bristol, la clave radica en un fenómeno denominado “interacción dinámica entre suelo y estructura” (DSSI, por sus siglas en inglés).
Los investigadores analizaron datos sismológicos, geotécnicos y estructurales reunidos durante siglos, y concluyeron que la combinación de un terreno blando y una estructura alta y rígida disminuye la resonancia de los terremotos. El efecto DSSI ofrece un mecanismo de protección único para la torre.

Giuseppina Mylonaki, experta en ingeniería sísmica y geotécnica de la Universidad de Bristol, explicó: “El mismo suelo que provocó la inclinación de la torre y la acercó al colapso, ha favorecido su capacidad para soportar episodios sísmicos”.
De acuerdo con este comunicado institucional, la Torre de Pisa tiene un registro sin precedentes de efectos DSSI, lo que la convierte en un caso de estudio destacado en su campo.
La investigación se presentará durante la Conferencia Europea de Ingeniería de Terremotos, que se celebrará en junio próximo en Tesalónica, Grecia. Estos hallazgos ayudan a entender cómo la torre desafió las expectativas y resistió desastres naturales que destruyeron otras construcciones.

A pesar de los éxitos en su estabilización y la explicación científica sobre su resistencia, los especialistas advierten que la Torre de Pisa no está completamente a salvo de futuros colapsos.
La inclinación, aunque mitigada, sigue siendo un riesgo a largo plazo. Por el momento, las intervenciones técnicas y las peculiaridades del suelo italiano permiten que el monumento continúe en pie.
El atractivo de la torre no solo reside en su apariencia visual, sino también en la singular relación entre ingeniería, historia y geología. Pisa sigue atrayendo a visitantes de todo el mundo y también a especialistas intrigados por un fenómeno arquitectónico único.