Barriles hallados en 2021 frente a la costa de Los Ángeles no contenían DDT, como se temía, sino desechos alcalinos cáusticos desconocidos (Crédito: Schmidt Ocean Institute)

Miles de barriles, enterrados en aguas profundas frente a la costa de Los Ángeles, en Estados Unidos, llamaron la atención de la comunidad científica y del público. El hallazgo, realizado en 2021, generó una ola de preocupación por el posible contenido tóxico de estos recipientes. El temor principal se centraba en la posibilidad de encontrar DDT, un pesticida prohibido en los setenta debido a sus graves consecuencias medioambientales y sanitarias. Sin embargo, los últimos análisis descartan esta hipótesis y arrojan luz sobre un episodio poco conocido de la contaminación marina.

El nuevo estudio, impulsado por la Universidad de California y otras instituciones, señala que los barriles contienen desechos alcalinos cáusticos desconocidos. Según publicó HuffPost, los investigadores confirmaron que no existe rastro del famoso pesticida en su interior. Esta revelación altera la percepción que se tenía sobre el impacto del vertido y la composición exacta de los residuos industriales sumergidos en las profundidades del océano Pacífico.

Las declaraciones de la doctora Johanna Gutleben, investigadora en la Universidad de California, aportan contexto a este hallazgo. “Uno de los principales desechos de la producción de DDT fue el ácido, que no se encontró en los barriles. Esto nos hace preguntarnos: ¿Qué fue peor que los desechos ácidos de DDT para justificar su eliminación en barriles?”, explicó el profesional, de acuerdo con El HuffPost. Esta interrogante subraya la incertidumbre sobre la peligrosidad potencial de las sustancias encontradas.

Durante gran parte del siglo XX, verter desechos industriales en el mar fue una práctica legal en California: miles de barriles con químicos, basura e incluso explosivos militares fueron arrojados frente a sus costas, dejando un legado tóxico (Crédito: Schmidt Ocean Institute)

La historia de estos barriles se enmarca en una época en la que los vertidos industriales al mar resultaban una práctica habitual y legal. Conforme detalla la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), desde la década de 1930 hasta los años setenta, varias empresas descargaron residuos en catorce puntos ubicados frente al sur de California. Estos depósitos legales incluían desechos de refinería, residuos de perforación, filtros, materiales químicos, elementos radioactivos, basura e incluso explosivos de uso militar.

El lecho marino de la zona arrastra décadas de contaminación. El DDT, producido masivamente por la empresa Montrose Chemical Corporation en Torrance, supone uno de los residuos tóxicos más conocidos hallados en estos sedimentos. Se estima que entre 1947 y 1982 se registró una descarga mensual de hasta 2.000 barriles de ácido DDT, según datos publicados por HuffPost. El volumen y la frecuencia de estos vertidos favorecieron la acumulación de compuestos peligrosos en el ecosistema, afectando a la flora y la fauna local.

Las imágenes de los barriles, marcados con círculos blancos, reforzaron el temor de una posible contaminación crónica en el lecho marino. El DDT, conocido por permanecer en el entorno durante décadas y por incrementar el riesgo de cáncer en humanos y animales, simbolizaba el peligro máximo asociado a estos residuos.

Sin embargo, el hallazgo actual demuestra que los riesgos difieren de las primeras conjeturas. La ausencia de DDT en los barriles ahora identificados reorienta la investigación hacia otras formas de contaminación.

Entre los años 30 y 70, empresas descargaron de forma legal toneladas de residuos industriales frente al sur de California, desde químicos y filtros de refinería hasta material radioactivo y explosivos, un antecedente que explica la actual contaminación marina (Crédito: Schmidt Ocean Institute)

Para los expertos, el descubrimiento abre nuevas líneas de análisis sobre los vertidos históricos. Según declaró la doctora Gutleben, “el DDT no fue la única sustancia descargada en esta parte del océano, y solo tenemos una imagen muy fragmentaria de qué más se descargó allí”.

La magnitud y variedad de los desechos, así como la falta de registros detallados, complican la tarea de los científicos. “Hasta ahora buscábamos principalmente DDT y nadie había pensado en los residuos alcalinos. Tal vez, deberíamos comenzar a buscar más”, concluyó Gutleben.

Este caso ilustra cómo las prácticas industriales del siglo pasado continúan condicionando el presente ambiental. La administración de residuos tóxicos y la protección del mar cobraron mayor relevancia en la agenda pública y científica.

En ese sentido, los nuevos estudios sobre los barriles ayudan a reconstruir la historia de la contaminación y a identificar patrones que puedan influir en la gestión ambiental de otras regiones.

De acuerdo con la EPA, resulta necesario realizar un monitoreo continuo de los sedimentos y del agua para evitar la liberación de sustancias peligrosas que puedan migrar hacia la cadena alimentaria. La prioridad es conocer el efecto de los residuos alcalinos detectados y determinar si representan otro tipo de amenaza para el ecosistema marino o para la salud humana.

El hallazgo de barriles con residuos alcalinos en Los Ángeles reabre el debate sobre la gestión de desechos industriales y la responsabilidad empresarial (Crédito: Schmidt Ocean Institute)

El caso de los barriles en Los Ángeles plantea preguntas esenciales sobre la manera en que se gestionaron los residuos industriales y la responsabilidad de las empresas que los generaron. Aunque la alarma por el DDT quedó relegada por este descubrimiento, el misterio de los residuos alcalinos impulsa una nueva preocupación. Los investigadores destacan la importancia de mantener y ampliar los trabajos de exploración y análisis sobre el fondo marino para garantizar que no queden ocultas más amenazas silenciosas.

Conforme evoluciona el conocimiento sobre la situación, aumentan las expectativas de que estas investigaciones sirvan de advertencia y ejemplo para mejorar la gestión y la transparencia en el tratamiento de residuos industriales, no solo en Estados Unidos sino también a escala global.