Juan Pablo Guanipa junto a Maria Corina Machado en Caracas, Venezuela, enero 9 de 2025. REUTERS/Maxwell Briceno

Conocí a Juan Pablo Guanipa personalmente cuando vino a Bogotá a un tema personal; un señor recto, serio y absolutamente comprometido con la libertad de su país y el regreso de la democracia. Cada vez que lo entrevisté, en libertad o en la clandestinidad, fue coherente con ese principio. Nunca declinó, a pesar de la presión dentro y fuera del partido, y en el 2017 se negó a juramentarse ante una Asamblea ilegítima como gobernador del Zulia.

En esas fotos históricas de María Corina Machado subida en un carro o en un camión durante el proceso electoral del año pasado, Juan Pablo siempre estuvo a su lado. Su discurso fuerte contra la dictadura complementaba ese discurso de esperanza que barrió en esta elección del 28 de julio. Maduro y sus matones habían sido derrotados de manera abrumadora en una de las elecciones más desequilibradas en la historia del continente.

Guanipa, un gran padre de familia, había perdido a su esposa el año pasado por un cáncer de mama. Con cinco hijos, le tocó asumir ese vacío, pero nunca dejó de lado su lucha por la libertad; es más, hace unos meses secuestraron (no es captura, pues no hay un sistema judicial) a su hermano Pedro para presionarlo y meterle miedo a esa gran líder de Venezuela (yo diría del mundo) María Corina Machado. Ninguno de los dos se doblegó y este pasado fin de semana la mafia venezolana, con Maduro a la cabeza, secuestró a Juan Pablo Guanipa. María Corina muy bien lo definió como “terrorismo de estado”, un caso más para la Corte Penal Internacional.

El hijo de Juan Pablo Guanipa denunció que desconoce el paradero de su padre, secuestrado por el régimen venezolano

Hoy sus cinco hijos, sin su madre y sin su padre, huérfanos, por la inclemencia brutal de la dictadura, navegan la incertidumbre del futuro, pues nada se sabe de su encarcelamiento. Solo se sabe la fragilidad de su salud y la responsabilidad de la dictadura de mantenerlo con vida, aunque ya sabemos que a Cabello, responsable directo, junto con el fiscal Tarek William Saab, poco le importa la vida y muchos menos la libertad.

La represión brutal de la dictadura no se hizo esperar. No podemos olvidar, entre los muchos casos, a líderes secuestrados como Williams Dávila, Javier Tarazona, Rocío San Miguel o Perkins Rocha. El primero, exgobernador de Mérida, secuestrado hace un año y del que poco se sabe a pesar de su grave estado de salud; el segundo, defensor de derechos humanos, secuestrado en el 2021 con graves problemas de salud; la tercera, una abogada que le ganó un caso internacional a Venezuela y hoy se le ve demacrada y con un serio problema en el hombro que necesita cirugía, y el cuarto, abogado constitucionalista de la Universidad Central y asesor legal de Vente Venezuela (el partido de María Corina), con más de nueve meses de secuestro y totalmente incomunicado. No se sabe nada de él.

Fotografía de archivo del exdiputado opositor venezolano Williams Dávila. EFE/Federico Anfitti

Hay muchos otros que no podemos dejar caer en el olvido. Tenemos que elevar el costo de la represión que, por cierto, en los últimas semanas se recrudeció. Foro Venezuela habla de 30 secuestros entre el 21 y el 25 de mayo, aunque hay otras cifras que hablan de 70 personas. Muchos están totalmente incomunicados y las allegados solo saben de su familiar secuestrado cuando el Sebin les entrega la ropa para que la laven.

Era de esperarse lo que está sucediendo y cuando la CPI dicte las órdenes de captura contra los principales ejecutores esto se va a terminar de desmoronar, si es que no ha sucedido antes. Sin embargo, hoy hay más de 1.000 secuestrados políticos que sufren toda clase de torturas, desde el aislamiento hasta la violencia. Por eso no los podemos olvidar.

Hace 24 años yo acababa de salir de un secuestro ordenado por otro mafioso, como Maduro, Pablo Escobar. Éramos un grupo de periodistas secuestrados y todos los días los noticieros de televisión ponían nuestras fotos antes de empezar sus emisiones con la frase “los queremos vivos, libres y en paz”. Dos de los secuestrados fueron asesinados, pero esa solidaridad sirvió para que la sociedad no nos olvidara.

Maduro y su mafia quieren que el mundo y Venezuela se olviden de los secuestrados. Fotografía de archivo de una gran vigilia nacional por los presos políticos en Caracas (Venezuela). EFE/ Henry Chirinos

Maduro y su mafia quieren que el mundo y Venezuela se olviden de los secuestrados, esa es una de las principales razones por las que los incomunican. Debemos romper ese círculo de silencio y mostrar alrededor del mundo a cada uno de esos secuestrados, comenzando por Juan Pablo Guanipa.

A partir de esta semana, en Dossier Venezuela y en mis redes sociales, todos los días vamos a exigir la liberación de los secuestrados. Vamos a contar su historia y vamos a mostrar su rostro. Necesitamos que cada uno de ustedes lo repliquen para que, ojalá, millones puedan ver el drama que vive Venezuela, un drama con rostro, con nombre y apellido y con papás, hijos y nietos que son separados a la fuerza por una dictadura mafiosa. Esto sucede en pleno siglo XXI, cuando las redes sociales magnifican hasta lo impensable. Hagamos esa tarea y pongamos esa voz a recorrer el mundo.

A Juan Pablo y a todos los secuestrados por la dictadura les mando un mensaje: acá estamos. No los vamos a dejar solos. Ustedes son un ejemplo a seguir de sacrificio por la libertad. Ánimo, esto es ¡hasta el final! #HASTAELFINAL