A diferencia de otros artistas que prefieren ocultar sus tropiezos, Grego Rossello ha hecho de la transparencia una de sus señas de identidad. No duda en abordar públicamente sus fracasos, errores y temores, lo que le ha permitido conectar con una audiencia que valora la autenticidad. Esta disposición a exponer sus vulnerabilidades ha sido clave para su éxito en el entorno digital, donde la cercanía y la honestidad resultan fundamentales.
Su paso por series populares como Casi Ángeles marcó el inicio de una carrera que, pocos años después, encontraría un punto de inflexión con el stand up. Fue en ese formato donde alcanzó una popularidad que lo posicionó como referente de una nueva generación de humoristas argentinos.
Rossello no solo se ha consolidado como comediante y actor, sino que también ha incursionado con éxito en el mundo del streaming, especialmente en plataformas como Twitch y YouTube, así como en Instagram. a través de su ciclo de entrevistas Ferné con Grego. En el plano académico, cursó la licenciatura de Historia en la Universidad Torcuato Di Tella.
La evolución de Grego Rossello desde aquel joven de 13 años que soñaba con la televisión hasta el creador de contenido, productor que es hoy, refleja una trayectoria marcada por la adaptación constante y la búsqueda de nuevos horizontes.
Acá, los momentos más interesantes de la entrevista:
Mariano: —Bien, Grego, vamos a chequear unas cositas. Esto sería como un espacio del Edén, como una sala de espera celestial. Esta es la auditoría del alma. Un upgrade existencial más que una gripe existencial.
Grego: —Ok, perfecto.
Mariano: —Bueno, veo que intentaste levantarte a 28 chicas diciendo que habías estado en Casi Ángeles y que hiciste 1976 sesiones de terapia en toda tu vida. Seguramente hiciste reír a 645.000 personas en tu show de stand up.
Grego: —Bueno, tengo mis momentos.
Mariano: —¿Algún sueño frustrado de la infancia?
Grego: —Que fui malo para los deportes. Siempre. No me ponían de chico. Ponían a mi hermano y a mí no.
Mariano: —¿Al fútbol?
Grego: —Al fútbol, a lo que sea.
Mariano: —¿Tiempo feliz?
Grego: —Sí, sí, estoy satisfecho, aunque a veces vivo muy preocupado, mucho al pedo.
Mariano: —¿Satisfecho con los aprendizajes?
Grego: —Sí trato de aprender de todo lo que hago. Mucho terapia, mucha reflexión.
Mariano: —¿Y en el amor?
Grego: —Flojo, flojo…
Mariano: —¿Ah, sí, por?
Grego: —Y sí, pocas novias. No sé si alguna vez me enamoré. Extraño estar con alguien que me importe.
Mariano: —¿Realización profesional?
Grego: —Bien, demasiado.
Mariano: —¿Con qué tema entrarías al cielo?
Grego: —Voy a ir con una canción de Lucas Graham que se llama “Seven”. Búsquenla.
Mariano: —Bueno, vamos a encarar el viaje de los sentidos. Vamos a arrancar la verificación técnica del alma para ver cómo venís. ¿Algún miedo en especial…?
Grego: —Sí, obvio, tema salud. Cada tanto me cago hasta las patas con que esto se termine. Y obviamente mucho más cuando pienso en familiares y amigos… Es por por mi grupo de amigos y por padres de amigos que se murieron muy jóvenes… La muerte nos llegó bastante rápido y nos unió como grupo hace tres o cuatro años.
Mariano: —¿Resignificó la relación con papá y mamá?
Grego: —Cien por cien. Uno de mis mejores amigos -Pablo se llama- me lo dice siempre: se le fue la mamá y me dice “aprovechá, disfrutala, llévala a comer”. Bueno, un poco el viaje que hice hace poco con mi mamá tuvo que ver con eso. A mi vieja no le gusta que le diga eso. Me llevaron a la premiere de la película de la Fórmula 1, donde iba a estar Brad Pitt, y me dieron la idea de ir con alguien y decidí ir con mi mamá; viajamos en primera y estuvimos ahí. Aprovechamos para ir dos días antes y pasear… Nunca hay un trato igualitario y siento que fue el primer viaje en el que la pude mimar y terminar conociendo a Brad Pitt y Tim Cook, el CEO de Apple. Fue espectacular.
Mariano: —Hacé de cuenta que podés viajar en el tiempo y podés ir para atrás, hasta antes inclusive de tu nacimiento. ¿Cuál es el primer video que te ponés para poder sentirlo tal cual…?
Grego: —Yo viví en Estados Unidos de los ocho a los trece años; elijo uno de esos días. Esa etapa fue hermosa. Vivíamos en una isla, Key Biscayne, y yo tenía nueve años y iba en bici al colegio y me compré mi primera cámara. Iba con la cámara grabando y empecé en todo este mundo. Yo empecé muy chiquito. Y hoy sigo haciendo lo que hacía a los nueve años, que no sé cuánta gente puede decir lo mismo. Los videos que se viralizaron cuando yo tenía 23, 24 años eran los noticieros que yo grababa para parodiar a los nueve años.
Mariano: —¿Qué extrañás de aquellos días?
Grego: —Yo creo que me gustaría meterme para apagar la cabeza. Extraño esa edad donde no te importa nada. Hablamos de la preocupación hace un rato. Y ahí no te preocupa nada. Nosotros íbamos a la playa, que era un lujo, y la preocupación era que se hiciera de noche y volver a ducharte. Hoy estoy todo el día pensando en algo. Me cuesta mucho parar la cabeza. Me encantaría volver a sentir esa sensación.
Mariano: —¿Qué pregunta que nunca te animaste a hacer le harías a algún familiar?
Grego: —Yo creo que replico cosas de mi viejo de mucha tensión y de mucho estrés laboral. Entonces una pregunta para él a los 30 y para mí ahora: ¿cómo aflojar con el laburo? En su caso, los números del mercado financiero y en el mío, los números de YouTube. Entonces, ¿cómo hacer para que esos números no te caguen el día, la semana, el mes y, sin darte cuenta, hasta te pueden cagar la vida? Yo creo que estoy mejor en eso. Pero eso lo vi mucho y no lo entendía. Era como: “¿Pero por qué está enojado acá en casa?» Y hoy lo veo conmigo: volver un día molesto del canal y que eso me acompañe el resto de la tarde, de la noche, del día. Y veo que él pudo salir ahí, pero quizás hubiera querido salir antes.
Mariano: —¿Vivís la ansiedad de que eso va a conspirar contra cosas venideras, en el ego, en lo económico, en tu proyección de profesional…?
Grego: —Es absolutamente todas esas aristas juntas. Y luego siempre está -y el que te diga que no miente- eso de “bueno, listo, le fue mal a este capítulo, esto se terminó”. Y como este ciclo se terminó, acá se termina mi carrera. Ese fantasma está.
Mariano: —Lo viven todos, decís…
Grego: —Sí, creo que sí. Lo que por ahí sí cambió es que yo ya llevo diez, once años de lo que parecía que iba a ser una moda de seis meses. Pero cada vez creo menos en las casualidades y empiezo a creer un poco más en mí. Entonces pienso “Che, ya no es de pedo que esto esté pasando”. Ya no creo que esto va a desaparecer, pero sí pienso que si quiero ir a donde quiero, le tengo que meter.
Mariano: —Claro, porque está todo cada vez más profesionalizando, ya no es grabarte con amigos en un living.
Grego: —Obvio. Volviendo al viaje con mi mamá. La pasó bárbaro conmigo pero volvió preocupada porque entendió lo que es mi trabajo, que si no estás al lado mío no lo entendés. Entendió que están todos diciendo “Este viaja a Nueva York a comer canapés con Brad Pitt”. Lo que no se ve es que casi me sacan a patadas de la alfombra roja porque yo me quise quedar cuando él entraba. Después el cine, que me quise meter por abajo y no pude. O los teléfonos, que siempre llevo dos por si se te quedan sin batería, que parecen boludeces, pero es mi equipo de laburo. Y el hecho de estar con mi mamá, la historia fue otra. Y de repente yo estoy ahí, aparece Brad Pitt en Cipriani y… ¡faltaba mi vieja! ¿Podés creerlo, Mariano?
O sea, lo difícil del viaje era encontrar a Brad Pitt. Y cuando lo encuentro, ¡la que falta es mi vieja! Parece de locos, pero no es un chiste. Y ahí me di cuenta que tengo una vida muy rara porque dije: “Estoy frente a Brad Pitt en Nueva York. Soy argentino, nací en Buenos Aires y mi preocupación es que si aparece, pero no aparece mi mamá, esto no sirve de nada, porque me van a putear todos. Entonces, en el relato para mi comunidad, si mi vieja no aparecía, nada de esto tenía sentido. Y ahí estaba en Cipriani, llamando por teléfono a mi vieja que no me atendía. Me atiende, la putee pero eso no saben las redes. ”¿Dónde carajo estás, boluda, acá está Brad Pitt!» “Perdón, estaba tomando vino”, me dice. Y yo: “Vení, por favor”. Hasta que vino, interrumpe a Tim Cook, el CEO de Apple, y ahí es donde queda el video. Y yo empiezo a subir las historias para mi audiencia.
Mariano: —Alucinante…
Grego: —Viendo todo eso, mi vieja me dice: “Me da pena porque vivís cosas zarpadas y un poco no las vivís”. Y sí, un poco es verdad. O por ejemplo, el otro día estábamos comiendo con el Kun Agüero, Pogba y Cocker, que es un capo streamer, yo estaba con el teléfono haciendo algo y él me dijo: “Che, estamos comiendo con el Kun Agüero y Pogba, crack francés”, y tiene diez años menos que yo. Me dio una clase.
Mariano: —Hermoso. Entra Grego Rosselló al cielo. Y te preguntan: ¿por qué estás ahí vos?
Grego: —En lo laboral, traté de hacer reír a la gente. En Ferné con Grego trato de que se luzca el invitado y nos riamos juntos. Ese es mi lema: “Vamos a reírnos juntos”. Como también aprendí de momentos donde un poco me comió la peli de todo esto. Creo que de vuelta estoy en un momento piola. Y no estoy dejando que este momento piola me aleje de las causas realmente importantes.
Mariano: —Pensá que entrás y le podés sacar a alguien un dolor para siempre. ¿A quién le das esa curita celestial?
Grego: —A mi vieja, porque somos cinco hijos, pero le bajaría un poquito la preocupación por sus hijos. Creo que también haría algo con cada uno de mis familiares; con mi hermano, el que vive afuera, decirle que es un capo, que la luchó un montonazo y que la está rompiendo, aunque él no se da cuenta de lo mucho que la está rompiendo. Y eso me gustaría que lo sepa. Otra, mi hermana, trabajadora social, vive para los demás, una capa total.
Mariano: —¿Y si pudieras bajar a alguien una hora, a quién elegís?
Grego: —Se me viene mi abuela porque se murió cuando yo tenía treinta y pico. Y poder ver que mi viejo se abraza con su mamá, Teresita.
Mariano: —Hermoso.
Foto: Diego Barbatto
Producción texto: César Litvak