Vladímir Osechkin

Las autoridades francesas han detenido a cuatro personas acusadas de planear un atentado contra el activista ruso Vladímir Osechkin, refugiado político y fundador de Gulagu.net, una organización que ha revelado abusos sistemáticos en las cárceles de Rusia. La investigación, abierta por la Fiscalía Nacional Antiterrorista (PNAT), apunta a una operación que buscaba matar, secuestrar o agredir al disidente en suelo francés.

Los sospechosos, todos hombres de entre 26 y 38 años, fueron arrestados el lunes. Según una fuente cercana al caso citada por la agencia AFP, los cuatro proceden de Daguestán, una república del Cáucaso ruso, aunque uno de ellos posee nacionalidad francesa. Están imputados por “asociación terrorista con el objetivo de causar daño criminal a una o varias personas”, un cargo que podría derivar en penas severas si se confirma su vínculo con estructuras de inteligencia o crimen organizado ruso.

El diario Le Parisien adelantó que tres de los detenidos habrían viajado en abril a Biarritz, la ciudad del suroeste de Francia donde reside Osechkin con su familia, y grabaron imágenes de su vivienda. Aunque aseguraron que estaban de vacaciones, sus versiones presentaban contradicciones, según las fuentes consultadas.

El propio Osechkin confirmó a AFP que era el blanco del complot y agradeció la intervención de los servicios antiterroristas franceses. “Si no fuera por la competencia y profesionalismo de la seguridad francesa, los asesinos de Putin ya me habrían matado hace tiempo”, declaró.

El activista, de 42 años, se exilió en Francia en 2015 tras recibir amenazas por sus denuncias sobre torturas y violaciones en las cárceles rusas. Su portal Gulagu.net alcanzó notoriedad en 2021 al difundir más de mil videos que documentaban abusos sexuales y golpizas perpetradas por funcionarios penitenciarios, lo que forzó al Kremlin a abrir una investigación interna.

Miembros de la policía hacen guardia en Francia. 18 de julio de 2024 (REUTERS/Kevin Coombs)

Desde entonces, Osechkin se ha convertido en una figura incómoda para el aparato represivo ruso. Su trabajo ha permitido identificar redes de tortura y chantaje dentro del sistema carcelario, con implicaciones directas en la estructura del FSB, el servicio de inteligencia heredero de la KGB.

El disidente vive bajo protección policial desde 2022, cuando denunció haber sido objeto de un intento de asesinato. En aquel momento relató que, mientras trabajaba de noche en su casa, observó un punto rojo de mira láser desplazándose por la pared. La Fiscalía francesa abrió entonces una investigación por amenazas de muerte, aunque no halló pruebas concluyentes.

Las nuevas detenciones reactivan las alarmas sobre la presencia en Europa de redes clandestinas vinculadas al Kremlin. En los últimos años, varios opositores rusos han denunciado persecución fuera de su país. Casos como los envenenamientos de Serguéi Skripal en Reino Unido (2018) o de Alekséi Navalni (2020) confirmaron el alcance de las operaciones extraterritoriales rusas.

Expertos en seguridad señalan que la guerra en Ucrania ha intensificado la ofensiva del Estado ruso contra voces críticas en el exilio. “El objetivo es crear miedo y mostrar que nadie está a salvo, ni siquiera en Occidente”, explicó a Le Monde un investigador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).

El Ministerio del Interior francés ha reforzado las medidas de protección para disidentes y periodistas rusos refugiados en su territorio. Según datos oficiales, Francia ha otorgado asilo a más de 500 ciudadanos rusos desde 2022, entre ellos activistas de derechos humanos, exfuncionarios y desertores del ejército.

Osechkin asegura que continuará su trabajo pese a las amenazas. “Nuestra tarea es mostrar lo que el régimen intenta ocultar: la maquinaria de tortura que sostiene su poder”, afirmó. El caso, ahora en manos de la justicia antiterrorista, se ha convertido en un nuevo capítulo de la guerra invisible que Rusia libra contra sus opositores, incluso más allá de sus fronteras.