Los ministros de Exteriores de Reino Unido, Francia, Alemania y la alta representante de la Unión Europea, Kaja Kallas, sostendrán este viernes una conversación clave con el canciller iraní Abás Araqchí sobre el futuro del programa nuclear de Teherán.
El encuentro telefónico se produce en un clima de creciente tensión entre el régimen persa y las potencias europeas, que presionan para lograr la reanudación de negociaciones multilaterales e insisten en la necesidad de un regreso a los acuerdos que limitan el desarrollo nuclear de Irán.
La diplomacia europea, encabezada por David Lammy (Reino Unido) y Jean-Noël Barrot (Francia), busca evitar que Irán continúe alejándose de los compromisos asumidos en el acuerdo de 2015, mientras el tiempo apremia ante la posibilidad de que se reimpongan sanciones internacionales de la ONU.
“La conversación versará sobre el estado del proceso de negociaciones entre Irán y Europa sobre la cuestión nuclear”, dijo el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Ismail Baghaeien, en declaraciones difundidas por la agencia oficial IRNA.
Conocidos como E3, Reino Unido, Francia y Alemania actúan coordinados con la Unión Europea como garantes y firmantes originales del acuerdo nuclear alcanzado en 2015, en el que Irán se comprometía a limitar su enriquecimiento de uranio y aceptar controles exhaustivos del OIEA a cambio del levantamiento de sanciones económicas.
La salida unilateral de Estados Unidos del pacto en 2018, durante el gobierno de Donald Trump, debilitó los equilibrios del acuerdo y abrió una etapa de desconfianza y distanciamiento.
Los principales actores europeos advierten ahora que pueden recurrir al restablecimiento de las sanciones internacionales de la ONU antes del 18 de octubre si Irán no acepta volver a la mesa de diálogo con Washington y la comunidad internacional.
“Las potencias europeas carecen de fundamento legal y lógico para invocar el restablecimiento de sanciones”, replicó el régimen iraní ante el ultimátum de sus aliados continentales.
La advertencia de Reino Unido y Francia se apoya en las facultades previstas en el texto original del acuerdo. De activarse el llamado “snapback”, cualquier signatario puede forzar la reanudación automática de antiguas sanciones de Naciones Unidas que limitaban el comercio, las inversiones y los intercambios financieros con Irán. Este escenario tendría consecuencias económicas severas para Teherán. El país soporta una inflación cercana al 40 % y una devaluación sostenida del rial, su moneda, lo que restringe el comercio exterior y agrava la situación social.
Fuentes diplomáticas confirmaron que los ministros europeos plantearán frontalmente estas consecuencias a Araqchí. La postura de Reino Unido y Francia implica que, de no producirse avances sustanciales, la presión internacional aumentará de manera inmediata. “Es cierto que Irán ya ha dejado de cooperar con el OIEA tras los últimos conflictos, pero la ventana para evitar el aislamiento completo no está cerrada todavía”, dijo una fuente vinculada a las discusiones.
El ambiente se complicó aún más tras la guerra de doce días entre Irán e Israel en junio. A raíz de este conflicto, Irán paralizó la cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y todos los inspectores del organismo dejaron el país. El proceso de verificación en las instalaciones iraníes se encuentra, desde entonces, interrumpido.
El último informe presentado por el OIEA a finales de mayo señala que Irán acumula más de 400 kilos de uranio enriquecido al 60%, una cifra mucho mayor que la permitida por los acuerdos originales y próxima al umbral necesario para uso militar (90%). Tras la reciente escalada, el destino actual de buena parte de ese material es desconocido.
Los países europeos han solicitado información adicional sobre el paradero de ese uranio. Reino Unido y Francia han reiterado públicamente que “la transparencia y la supervisión internacional son condiciones innegociables para cualquier continuidad de los acuerdos”. Por el momento, la negociación sigue en un punto crítico, con Europa reclamando señales claras y la economía iraní bajo presión creciente por la posible reanudación de sanciones.
(Con información de EFE)