“Hay gente que empieza a reconocer “ser rico”, algo que antes no se decía”, afirma. “Los argentinos que se reconocen como clase media pasaron del 94 por ciento en 2004 al 46 por ciento veinte años después”, precisa. “En 2020, al inicio de la pandemia, había 400 mil personas inscriptas en la Bolsa de Valores. Hoy hay 12 millones”, subraya. “Puede ser ascenso social pero con valores muy instantáneos donde ni el trabajo ni la educación son un valor: es otra sociedad”, agrega. “El rico se esconde en ser clase media, y el pobre siente que va camino a ser clase media”, define. “Lo que se llama “el nuevo pobre” tiene valores culturales de clase media y bolsillo de pobre y descubre que nunca va a ser clase media”, plantea. “Las vacaciones, y alguna en el exterior, aunque sea un touch and go en Brasil o Uruguay, formaban parte de esos valores. Todo eso se perdió: hoy hasta podés viajar y no ser clase media”, sostiene. “Aunque el 40 por ciento de los jóvenes de clase media tiene mayor educación que sus padres, no se movieron socialmente”, señala. “El valor de educación y salud públicas sigue siendo un valor de la clase media, pero no es factor de movilidad”, advierte. “La clase media ya no sabe qué es ser clase media. Está desparametrizada”, subraya. “La clase media argentina define sus consumos por la expectativa de cómo le va a ir no por cómo está hoy. La Argentina tiene tantas crisis que no define por cómo está hoy”, remarca. “Todo el corredor agro agroindustrial paga el conurbano bonaerense. Pero ese modelo está vigente pero no permite avanzar. Hace trece años que no crecemos”, analiza. “Empieza a aparecer un modelo vertical extractivo al cual nos negamos siempre”, reflexiona. “La clase media de esas zonas tiene expectativas de que le va a ir bien. En estas ciudades, empiezan a construirse focos que dan vida y acarrean consumo”, explica. “Pero hay un efecto adverso. En este modelo no hay un pensamiento de cómo se va a distribuir el excedente. Por eso, estas ciudades también corren el riesgo de conurbanizarse”, concluye.

Fernando Moiguer, consultor

El experimentado consultor Fernando Moiguer, experto en consumo, estrategias de marcas y tendencias sociales, estuvo en La Repregunta. Moiguer es CEO de Moiguer. Consultora de Estrategias. Es economista por la Universidad de Buenos Aires, donde es profesor, además de la Universidad Di Tella y la Universidad de San Andrés.

La Argentina de Milei y la auto percepción de “clase media”. De Milei a Karina Milei, ¿la representación de un nuevo sueño de ascenso, o no tanto? El destape de “los ricos”. De la clase media a “los nuevos pobres”, ¿un futuro que se escurre? De las redes a la Bolsa: ¿ascenso social de nuevo cuño? De la Argentina agroindustrial a la Argentina del petróleo o la minería: ¿nuevas clases medias… o nuevos conurbanos pobres? Moiguer hizo su análisis.

Aquí, la entrevista completa.

Clase media, antes y después. ¿En caída o en transformación? Entre el disfraz del rico y la aspiración del pobre

-Los argentinos suelen decir que son de clase media. Ahora hay un cambio importante en el porcentaje de argentinos que se reconoce en ese sentido. Y ese cambio tiene que ver con una caída. ¿Podrías describir este panorama?

-Sí, y lo podemos describir con números. Contamos con series desde un poquito antes de 2004 y medimos todo el tiempo en seis países de la región. Tomemos Argentina. Si tomamos 2004, cuando se restablecieron los valores después de la crisis de 2001 y se dio un año más calmo, y preguntamos quiénes son de clase media, quiénes de clase alta, clase media alta, clase media media, el 94 por ciento de la población decía que era de clase media. Todos sabemos que no es así.

-Pero la autopercepción es ésa.

-¿Por qué? Porque en la Argentina ser rico es mala palabra y es estigmatizante. El rico se esconde en ser clase media, y el pobre siente que va camino a ser clase media y empieza a tener pautas de consumo, de vida, de valores, de lecturas incluso de clase media. Todos somos clase media. Clase media es un buen lugar para esconderse. Si decís “soy clase media”, no tenés problema.

-El rico se esconde y usa su autopercepción de clase media como un disfraz, pero el pobre aunque su situación presente sea mala, tiene la expectativa de que podría llegar, al menos en 2004.

-Ése es el país que nosotros llamamos la Argentina, y es el que está cambiando. Cuando hacemos esta encuesta ahora, a veinte años de 2004, se dan dos momentos. Uno, en relación a la misma pregunta de 2004: clase alta, clase media alta, clase media media y eso hoy da el 74 por ciento.

Aunque el 40 por ciento de los jóvenes de clase media tiene mayor educación que sus padres, no se movieron socialmente

-Hoy el 74 por ciento de los argentinos dice que es clase media.

-Sí, se autodefine así. Aún si puede elegir entre muchas alternativas, clase alta, media alta, media media, media baja y clase baja, alta, media y baja, el 74 por ciento se sigue reconociendo como de clase media. Esa autopercepción bajó 20 puntos, pero igual es alta: corresponde a las tres cuartas partes del país. Ahí viene el segundo momento, cuando hacemos una pregunta mucho más ácida a los mismos argentinos que en un 74 por ciento se reconocen de clase media. Le planteamos que elija entre clase alta, media, baja, y en ese caso, la identificación con clase media cae al 46 por ciento. Es decir, la clase media pasa del 94 por ciento en 2004 al 46 por ciento veinte años después.

2004-2024. ¿Por qué cae la clase media? Entre los valores y las crisis económicas. ¿El fin del futuro?

-¿Es una cuestión del impacto de las crisis económicas o es una cuestión cultural?

-Tenemos tres crisis económicas de tres gobiernos diferentes, de tres marcos ideológicos, diferentes. Y este gobierno habilita arriba a la clase media alta a que la riqueza no es estigmatizante. Vamos a encontrar gente que empieza a reconocer “ser rico”, algo que antes no se decía. Eso está pasando en el mundo pero en la Argentina, es muy fuerte, pasa más. Y eso tiene consecuencias tremendamente enormes. Y la clase media baja, lo que llamamos técnicamente el C3, esa clase media baja que viene de pelearla todo el tiempo, está en un bordecito: hay una devaluación y es clase baja y hoy baja la inflación y es clase media. Está con la nariz apenas fuera del agua y el río le sube y le baja todo el tiempo. Empieza a descubrir que nunca va a crecer. Técnicamente, ese C3, esa clase media baja de empleados del Estado, maestros, bomberos, policía, personal de salud, son todos los que están viviendo una caída de su salario que no pareciera que se detenga los próximos años.

-¿Entran los que definió Cristina Kirchner como trabajadores pobres, sector privado pero con salarios muy empobrecidos?

-Según donde estén. Es lo que se puede llamar, como ya lo llamamos en algún momento, “el nuevo pobre”: tiene valores culturales de clase media y bolsillo de pobre. Ese sector descubre que nunca va a ser clase media.

-No hay un futuro de ascenso social en el horizonte.

-No, porque no lo tuvieron sus padres y no lo tienen ellos.

¿En qué cree y con qué sueña la clase media de hoy? ¿Cómo era en el pasado?

-Antes de avanzar, ¿cómo definiría a la clase media? ¿En qué se basa un grupo social para que se pueda decir: esto es clase media? Por lo menos en la Argentina.

-Esa es una pregunta preciosa y la respuesta es ambigua.

-¿Un punto es la aspiración de ascenso social?

-Una de las primeras conclusiones que obtenemos de esta clase media, cuando le preguntamos a ellos, es que están desparametrizados: la clase media ya no sabe qué es ser clase media.

-Hagamos el antes y el después. ¿Antes, cuando estaban parametrizados, qué sueños, qué conclusiones sacaba la clase media sobre la vida como para decirse: soy clase media?

-Sobre el antes, la respuesta es más fácil. Primero, teniendo en cuentas bienes básicos, los parámetros de la clase media eran: educación universitaria, propiedad del inmueble, propiedad automóvil. ¿Te acordás de la vieja campaña de propietario? Apelaba a ese valor, y eso se hizo hace veinte años, en 2008.

-¿Empleo en relación de dependencia?

-Sí, pero depende de dónde. Si estás en una compañía que ajusta los salarios, si estás en blanco, vas camino a la clase media. Si no, no, porque no es lo mismo. Otro parámetro son los electrodomésticos que hay en el hogar: si tengo microondas, freezer, bienes muy concretos, televisor color, computadora. Eso definía a la clase media: tenía eso o estaba por tenerlo con un plan de cuotas. También vacaciones, y alguna en el exterior, aunque sea un touch and go, un Brasil, un Uruguay, ya formaba parte de esos valores. Todo eso se cayó, todo eso se perdió. Hoy hasta podés viajar y no ser clase media. Se dan contradicciones muy interesantes, en los jóvenes en especial porque no consumen un montón de cosas pero queman unos dólares en el viaje.

-Si no hay futuro, los quemo ahora.

-Así es, tal cual. Y un país sin futuro no se construye como país. Esta clase media no ve futuro. El país sí empieza a ver un futuro que durante varios años no vio.

¿Fin del sueño de ascenso social o transformación? Los jóvenes y el nuevo emprendedurismo financiero

-El cruce entre eje temporal y clase social parece importante: antes, cuando los argentinos decían en el 94 por ciento “somos clase media”, tenían claro qué era ser clase media, el futuro estaba adelante y había un camino posible: el educativo o el empleo llevaban a ese futuro. Y las personas en la pobreza también pensaban que el ascenso era posible estudiando, yendo a la escuela.

-Vamos a esos valores tan claros de aquellas familias: si mi hijo estudia, yo me sacrifico y todos crecemos porque no sólo crecía el hijo, todos crecían. En los barrios, crecían todos de manera homogénea, no en el mismo minuto, pero el barrio todo se movía. Hoy se mueve uno en un barrio, y a veces de modo non sancto.

-El modo en que llega ese ascenso no es a través de la educación ni a través del trabajo.

-Sí. Aunque el 40 por ciento de los jóvenes de clase media tiene mayor educación que sus padres, no se movieron socialmente. Es muy interesante que el valor de educación pública y salud públicas sigue siendo un valor de la clase media, pero no es factor de movilidad.

Vaca Muerta

¿Las nuevas clases medias nacerán en los conurbanos de Vaca Muerta y el litio? ¿O serán conurbanos pobres?

-Volviendo al eje temporal, aún la gente que dice ser de clase media, hoy ha perdido la percepción de que puede alcanzar un futuro distinto.

-Así es.

-Desapareció el futuro.

-Sí, pero. A nivel masivo, es así. Pero al mismo tiempo nuestro país está cambiando de modo económico. Lo que conocemos como Argentina y lo que el mundo conoce como Argentina es una versión reducida de la Argentina. Históricamente, lo que se conoce como la Argentina es un corredor que arranca en el puerto, en Buenos Aires; se hace un poquito más ancho en Rosario, Villa Constitución; se hace todavía más ancho en Córdoba, Río Cuarto, y se hace finito en Mendoza. Ese corredor es lo que históricamente se llama Argentina. ¿Por qué lo digo así? Contiene al 85 por ciento de la población económicamente activa, 90 por ciento del PBI, el agro, 90 y pico por ciento de las telecomunicaciones: salís de ahí y no tenés señal. Eso que se conoce como la Argentina funcionaba por el excedente del agro que iba a pagar la sustitución de importaciones industriales. Todo este corredor agro agroindustrial hoy paga el conurbano. Ese modelo no camina más: está vigente y es real, pero no permite avanzar. Hace trece años que no crecemos, y buscamos por distintos caminos. A la par de ese modelo, empieza a aparecer un modelo vertical extractivo al cual nos negamos siempre. Comienza en Jujuy con el litio y el cobre, sigue en Salta, Catamarca, San Juan, Mendoza y Neuquén, sinónimo de petróleo.

Todo el corredor agro agroindustrial paga el conurbano bonaerense. Pero ese modelo está vigente pero no permite avanzar. Hace trece años que no crecemos

-¿Es el interior profundo en esa división que divide a la Argentina entre la zona núcleo y el resto, y que vota distinto?

-Está muy bien. La palabra “núcleo” es fortísima. No tomo el concepto de “interior profundo” por este punto: esas zonas empiezan a tener una expectativa de que le va a ir bien a toda la población. Y la clase media tiene expectativas de que le va a ir bien, aunque en el promedio nacional no terminan de pesar por peso poblacional.

-¿Esa expectativa tiene que ver con el cambio de la matriz productiva?

-Sí, totalmente. Y porque tiene una expectativa de crecer: ven que alrededor crecen y sus vecinos crecen. En estas ciudades, empiezan a construirse estos focos que dan vida, que tienen perspectivas, que generan consumo, a lo cual le tengo que agregar un efecto adverso. Como en este modelo no hay un pensamiento de cómo se va a distribuir el excedente, estas ciudades también corren el riesgo de conurbanizarse.

-De hecho, hoy muchos de esos centros urbanos, de esos conurbano del interior son los lugares donde la pobreza es más extrema.

-Sí, totalmente. Pero ahora hay otro fenómeno: la gente no se va de esas provincias al Buenos Aires industrial, como fue con las migraciones internas. Ahora se quedan en las provincias porque Buenos Aires no es oferente. Hace unas semanas, el intendente de Neuquén decía que su principal preocupación es el conurbano de Neuquén. En Mendoza hay preocupación. No estoy contando algo que va a pasar. Y hay una frase muy tremenda que vale la pena pensar. Es esta idea: en el mundo, nadie desarmó un conurbano una vez que se armó. No lo resolvieron en la India, no lo resolvieron los brasileros, y me refiero a gente que tiene sesenta o setenta años de reflexión al respecto, de talento. Hasta acá, una vez que se arma un conurbano, no se puede desarmar.

-Qué importante lo que está diciendo porque la alianza electoral y social de Milei atraviesa estas regiones nuevas donde las inversiones del RIGI y otros mecanismos de inversión están llegando o eventualmente llegarían con más ímpetu. Pero usted plantea que hay un riesgo de que esa región se vuelva muy protagónica, pero también que pueda suceder lo contrario, que se reproduzca la lógica del conurbano bonaerense.

-Van a pasar las dos cosas. No es que va a pasar una. Si este proceso sigue, van a pasar las dos.

-Usted llama “extractivista” a ese sector que se está armando. Hay muchos economistas que disputan esa noción. Dicen que las cadenas de valor en torno a la explotación petrolera o la explotación del gas o de la minería son extremadamente complejas y se necesita inversión industrial para desarrollar esos centros de explotación. ¿Eso no va a terminar redundando en una consolidación de una clase media formada?

-Te doy mi opinión como economista. Los economistas tienen razón cuando hablan de esas cadenas de producción, pero en general no son cadenas de reconversión sino nuevas cadenas de producción. Es decir, la arena que sale de Entre Ríos y va a Vaca Muerta está construyendo esa cadena en Entre Ríos pero es con otra lógica y con otra industria. Y eso está ocurriendo. La reconversión de todo el área metropolitana no entra: los talleres de San Martín, de Ballester, de Barracas, todo lo que nosotros conocimos, que alimentaba a esa clase media laboriosa de estos inmigrantes cuyo hijos iban a las universidades, y que siguen yendo hoy a las universidades, no tiene modelo alternativo, y ya lo están viviendo.

Jóvenes y nuevo ascenso social. ¿Por qué la inscripción en la Bolsa de Valores creció exponencialmente?

-¿Puede producirse una migración inversa desde el conurbano bonaerense a los otros puntos de producción?

-No hay experiencias internacionales relevantes, esto de que se van a mudar, que le van a regalar tierra. Es un programa muy valioso. Si hago un análisis comparativo, no hay experiencias relevantes y menos con un agregado social donde impacta el pacto de los jóvenes. Pasa en todas las sociedades: el mood lo manejan los jóvenes.

-Se refiere al humor social.

-El mood hoy es: desarmarme este país que no me deja vivir, es el pacto que sostiene hoy la propuesta, y yo después me las arreglo solo. Cuando llegue ese momento, el pibe no se la van a arreglar solo pero hoy esa es la creencia. ¿Por qué? Porque falló la creencia de “todos juntos salimos”, realmente falló. Tenemos que leerlo desde ahí.

-¿Con qué tipo de salida laboral sueña esta clase media desacoplada y desparametrizada? ¿Qué está pensando?

-No cree que el camino sea estudiar o capacitarse, aunque estudia y se capacita porque sigue todavía con inercia. Los jóvenes son los que están sosteniendo el humor social. Estos jóvenes construyeron un pacto: desarmame este país que no me deja vivir, que está totalmente trancado, y la palabra “tranca” es muy habitual, es algo que dicen, y yo me las arreglo solo porque la salida de todos juntos no funcionó. Ven que sus padres apostaron y se les fue la vida y no funcionó. Y están los padres muy mal e, incluso, tienen que sostener a los jóvenes. Una vez que esto se desarme, probablemente los jóvenes solos no puedan salir porque no es fácil, pero hoy están en esa creencia. Entonces salen o creen salir por otros mecanismos. En 2020, al inicio de la pandemia, había 400 mil personas inscriptas en la Bolsa de Valores. Hoy hay 12 millones.

-Qué interesante.

-Es dato oficial. Hay algo de compro dólar, Balanz, pero esto es cripto, valores. Y el año pasado hubo un efecto riqueza, no importa lo que hayan comprado.

-¿Qué es el efecto riqueza?

-Todos ganaron plata, no importa lo que hayan hecho: se sintieron todos genios. Y hoy hay un efecto pobreza, no importa lo que hayan hecho.

-Sólo por el movimiento de los activos financieros.

-Sí, tal cual. Esto le pasó también a los adultos. Pero los jóvenes se metieron en cripto y era todo un lenguaje y una lógica. Esa es la salida individual. La salida individual es el emprendedurismo chiquito: las redes, Instagram, YouTube. Esto pasa en general.

En 2020, al inicio de la pandemia, había 400 mil personas inscriptas en la Bolsa de Valores. Hoy hay 12 millones. Puede ser ascenso social pero con valores muy instantáneos donde ni el trabajo ni la educación son un valor: es otra sociedad

-Este acceso de las clases medias más o menos empobrecidas a los activos financieros, con este boom de inscripción en la Bolsa de Valores, es interesante. Pienso en Estados Unidos y el tema de los aranceles y cómo impacta sobre todo en las inversiones de los norteamericanos comunes y corrientes que no corren a comprar dólares.

-Sí, van a fondos de inversión con una cartera determinada.

-Claro, los jubilados, los trabajadores. En la Argentina, ¿no es un signo positivo que el mercado financiero se haya democratizado también para estos sectores? ¿No es un ascenso social con otro tipo de parámetros, o es una interpretación muy optimista?

-Son tres preguntas. Trato de contestar las tres. Primero, sí es un símbolo positivo que la educación financiera haya crecido. En pre pandemia, nosotros hicimos estudios para bancos muy relevantes: había un vacío de educación financiera enorme. El año pasado, hicimos un estudio para otro banco muy relevante y la educación financiera cubría todo. Me refiero a la educación de los pibes que aprendieron solos en las redes. No hubo una educación formal y alguien que explicara. Eso es un signo muy positivo.

-¿La mayoría de esos 12 millones nuevos que se inscribieron en la Bolsa son jóvenes?

-Sí, la mayoría son jóvenes. Se mueven en redes, en apps. En la mayoría de los casos, no se mueven con bancos. Segundo, esto tiene vaivenes y en este momento mundial, esos activos van a estar impredecibles un rato largo. Este movimiento tectónico que arrancó hace semanas es un momento largo, no corto, con lo cual van a experimentar sinsabores. Y tercero, sí puede ser ascenso social pero con valores muy instantáneos donde el trabajo no es un valor, la educación no es un valor: es otra sociedad.

-Es otra clase media.

-Tal cual. De producirse, son como esas clase media que se ven en algunas costas de Estados Unidos; eso existe en el mundo. Si queremos comparar la Argentina con algún otro país del mundo, porque nunca se sabe con cuál comparar, ¿con cuál compararlo? Trabajamos mucho con dueños de cadenas de retail, de supermercados de todo el mundo, que son los que van mirando estas cosas. Conversamos mucho a solas con americanos, con europeos, con rusos. Coincidían claramente con este planteo: somos muy parecidos a los viejos países de la ex Unión Soviética: el valor de la cultura era un valor, la educación era un valor, tenían salud de acceso irrestricto y bolsillo de pobre. Hay pautas de consumo idénticas a nuestra lógica en Polonia, Hungría, Bulgaria. Cuanto más cerca de Europa Central, menos ocurre esto. Cuanto más cerca de Rusia, más ocurre.

Milei y Karina y la nueva clase media. ¿Una representación perfecta?

El presidente Javier Milei y su hermana, Karina

-¿Milei y Karina Milei conectan mejor con esta nueva conformación de clase media? Pienso en Karina Milei, una persona común y corriente dedicada a la repostería, que por distintos atajos, o vendiendo tortas o en concursos en la tele, caminos que la clase media tradicional dejaba afuera como menú de opciones de crecimiento y de ascenso social, llega finalmente a convertirse en secretaria de Estado. Y Milei, bueno, aunque algo distinto porque tiene un título universitario de economista. ¿Hay algo que representa mejor que nadie estos cimbronazos en la concepción de la clase media?

-Salvo el núcleo duro de sostén de Milei y de Karina, el resto de esta adscripción de gente que hoy dice “estoy bien o la paso mal pero quiero que esto siga”, que es mucha gente porque baja 3 o 4 punto pero se mantiene, y es maravilloso cómo aguanta ese número, no tiene una descripción ideológica ni de identificación. Pero los Milei sí los representa y le dan el espacio, pero no es que apoyan porque se sienten identificados por ese camino. Milei y Karina son eso, son ellos, por lo tanto los entienden. Vienen de esa capa pero no es que el que apoya cree que si sigue ese camino, va a lograr algo. La idea sí es: me están habilitando para que yo pueda hacer lo que quiera. Es un pacto un poco más lábil. Hoy son ellos, Milei y Karina, y mañana podrían ser otros si estos no dan respuesta. Hay que ver cómo sigue la película pero hasta ahora, no es cómo se construyó el radicalismo, el peronismo e incluso el PRO. Es una relación mucho más distante.

-Más utilitaria.

-Sí.

Argentina vs. Chile. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian sus clases medias?

-Me interesa la comparación con otras clases medias de la región, para no irnos tan lejos. Por ejemplo, la clase media en Chile, un país de enorme estabilidad macroeconómica, que ha logrado insertarse en el mundo de una manera más moderna en términos de concepción económica y que tiene un nivel educativo mayor, con sistemas que funcionan mejor. ¿Cómo es esa clase media?

-Esa comparación es muy sintomática. Venimos haciendo este trabajo desde hace más de veinte años con los chilenos. Hace tres semanas, estuvo el número dos de Coca-Cola del mundo, John Murphy, que tuvo a su cargo a Argentina y Chile durante varios años. Yo venía de Chile. Murphy me dijo esto sobre Chile: ni hace diez años estaban tan bien ni hoy están tan mal. Hoy la clase media chilena está deprimida. Siente que no puede entender donde está, no acepta dónde está, se enoja con dónde está, no quiere nada de lo que le ocurre y no sabe qué hacer con todo lo que le ocurre, y actúa como tal. Van a elecciones en poco tiempo y es un temón. La clase media chilena define su pauta de consumo por cómo está su salario en ese minuto: si está bien, consume y si está mal, no consume. Está muy racionalista. La clase media argentina define sus consumos por la expectativa de cómo le va a ir no por cómo está hoy. La Argentina tiene tantas crisis que no define por cómo está hoy sino cómo cree que va a estar: si cree que va a estar peor, restringe y si cree que vas a estar mejor, expande. De noviembre a enero, por tomar el último período entre fin de 2024 e inicio de 2025, se creía que íbamos a estar mejor y hubo crecimientos de consumo enormes y el PBI creciendo arriba del 5,5. Y hoy empieza a haber un escozor, con índices de inflación que empiezan a crecer.

Consumo como síntoma. ¿Por qué cae la pobreza pero también el consumo masivo?

-Preguntas finales. Tema del consumo, que se discute mucho. Cuando se dio el indicador de pobreza de este mes, se dio una discusión: cómo es que baja tanto la pobreza si hay disminución del consumo desde el año pasado, aunque se está estabilizando y hoy la caída es menor. Hubo un pico de caída del consumo masivo, supermercados y autoservicio, en septiembre de 2024, cuando cayó 22 por ciento, y en febrero, cayó menos, el 9,8 por ciento. El poder comprar o no sobre todo alimentos y los de primera marca, teniendo en cuenta que los alimentos quedaron más impactados por la caída del consumo y por la inflación, ¿influye mucho en la autodefinición de clase media?

-Lo que ocurre es que este cambio social que estamos viviendo ha construido otra realidad. Empieza a haber dos clases medias. Siempre había una, y ahora hay dos: la que se cree rica y la que siente que nunca va a ser clase media, y en el consumo masivo hay que trabajar con las dos. Ya hay marcas que lo están haciendo fantásticamente bien. Ya no alcanza con poner una marca y después: me va mejor, crece el volumen o me va un poco peor, baja el volumen. Hay que trabajar con una sola fábrica, pero con dos lógicas distintas. Al que puede trabajar con dos lógicas distintas le está yendo fantásticamente bien. Al que trabaja con una sola, le está yendo mal. En la Argentina, los promedios dejan de existir. Hay supermercados que con su sola marca saben trabajar todas las clases sociales y les está yendo fantásticamente bien: son los que la gente considera más cercanos. Les va muy bien en su balance.

-¿Cómo funciona del lado de la gente tener que consumir una u otra marca? El indicador de pobreza muestra que bajó, pero algo pasa en la experiencia del supermercado donde el consumo de alimentos cayó, aunque algo de esa caída se frenó en los primeros meses del año. ¿Qué se dice a sí misma la gente sobre su situación?

-El humor social siempre se definió por el área metropolitana pero ahora deja de definirse a partir de ahí. Tenemos que mirar qué está pasando en Córdoba, Rosario, Salta, porque eso está influyendo enormemente. Hay polos que vienen de estar muy bien y crecen mucho. El humor social del AMBA va a ser cada vez más depresivo.

Milei y el permiso para ser rico. ¿Crece la fragmentación? ¿Cómo afecta a la política?

-Y la última pregunta: subrayó que el pico de la pirámide social está empezando a percibirse orgullosamente como rico. Ya no tiene el pudor o el prurito que tenía antes, cuando decía: soy clase media. Y usted destacó que eso tiene enormes consecuencias. ¿A qué consecuencias se refiere?

-Tiene una primera consecuencia comercial. Esta gente empieza a requerir espacios propios donde quede reflejada. La Argentina se construyó en los últimos veinte años con grandes recorridos con barrios totalmente fuera de circuito entre lugares comerciales que los concentran, donde esos consumidores encuentren su estacionamiento privado y acondicionado, su lugar de funcionamiento sin necesidad de venir al centro porque después de la pandemia nadie se mueve. Empieza a haber lugares que son anclajes de esos segmentos que quieren legitimidad.

-Una fragmentación todavía mayor de la Argentina.

-Sí, mucho mayor. Las clases sociales ya no se ven como son sino que se construyen por preconceptos. Una clase alta ya no ve a una clase media o una clase baja. Ya no hay lugares comunes, como antes eran las plazas, las canchas.

-No hay cruces.

-No se cruzan. Empieza a dominar el preconcepto sobre el otro en una sociedad que hasta acá había sido inclusiva. No sabemos cuál inclusiva va a seguir siendo en el futuro.

-Y el último punto es el impacto que eso tiene en la representación política. Si hay un sector que se autopercibe a partir de un arquetipo que ahora es socialmente aceptado, como el de “soy rico”, también su influencia puede empezar a pesar mucho de una manera más abierta en las decisiones políticas o en las políticas que se discutan.

-Ya lo está haciendo, ya lo está haciendo.