La derrota ante River completó el tridente. Porque el 1-2 de Boca en el Monumental es otro traspié en un partido clave en su corto ciclo. Que se suma a aquel insólito 4 a 3 de Vélez por las semifinales de la Copa Argentina 2024 (después de remontar un partido adverso y ponerse 3 a 2 arriba) y la tan reciente como histórica y dolorosa eliminación por penales de la Copa Libertadores en la Fase 2 ante Alianza Lima, en la Bombonera.
Otra vez, no pudo con su genio. Otra vez, modificó lo que funcionaba bien para que Boca vuelva a funcionar mal. Otra vez, un análisis tibio en la conferencia de prensa en medio de un clima caliente, de hastío, casi de fin de ciclo. Fernando Gago volvió a fallar en un partido clave, inoportuno, en el menos indicado. Modificó el esquema con el que había ganado seis triunfos en los últimos siete juegos.
Estrenó sistema en el Monumental, se mostró abatido durante varios pasajes del encuentro y su equipo -y sus decisiones- no estuvieron a la altura del clásico. A dos meses de la eliminación con Alianza Lima, otro golpe al mentón que seguramente dejará secuelas.
Es cierto: las bajas de Edinson Cavani (desgarrado) y Milton Giménez (esguince en el tobillo derecho) privaron a Gago de repetir el 11 con que había superado con justicia al Estudiantes de Eduardo Domínguez. Sin embargo, por la postura que mostró el equipo, la sensación que quedó fue que Boca no estaba dispuesto a cambiar golpe por golpe, a imponer condiciones desde la tenencia, desde la postura, a plantarse de igual a igual.
Quedó claro cuando la voz del estadio anunció las formaciones de los equipos: línea de cinco en el fondo con la inclusión de Ayrton Costa y Miguel Merentiel como una única referencia de ataque, con Palacios flotando por detrás, sin rol y sin posición fija. Exequiel Zeballos, al banco. Y solo 23 minutos en cancha para intentar destrabar un partido que asomaba cuesta arriba.
"ME GUSTÓ EL SEGUNDO TIEMPO." Atención al análisis de Gago sobre los últimos 45' de Boca. ¿Coincidís con Pintita?
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— SportsCenter (@SC_ESPN) April 27, 2025
“Intentamos contrarrestar los movimientos que podían hacer ellos y a partir de eso tratar de lograr lo que conseguimos en el segundo tiempo, con un poco más de amplitud y más circulación. El partido se dividió en dos partes: el primer tiempo nos faltó un poco más de juego y en el segundo tiempo sabíamos que íbamos a tener mayor velocidad y control del partido”, explicó Gago en su conferencia.
¿Por qué no jugó Zeballos? “Por las características del jugador, no aposté por Chango. Tiene la característica de tirarse a la banda e íbamos a perder el retroceso o el juego interno. Quería tratar de buscarle los espacios para poder aprovechar su velocidad”. Sin el punta, el plan tampoco salió.
El gol fuera de contexto de Merentiel le dio la chance a Gago de corregir el planteo inicial. Era momento de replantear el tablero e intentar reorganizar el equipo. Pero prefirió seguir igual, mantuvo su esquema improvisado y el 2-1 de Sebastián Driussi volvió a dejarlo sin reacción. Sin público visitante en el Monumental, las redes explotaron cuando Boca salió sin cambios a jugar el complemento. Y cuando dos de las cuatro variantes fueron figurita por figurita, posición por posición. El colmo: la entrada de Marcelo Saracchi por Lautaro Blanco a los 42, y el ingreso de Brian Aguirre por Milton Delgado, a los 45, consumiendo la última ventana. Hasta el minuto final, Boca mantuvo la línea de cinco, pese a que River ya no atacaba con tres hombres.
“Estábamos en una situación donde teníamos control del partido y porque estábamos defendiendo y atacando muy bien en una zona muy alta. Entonces, preferí no cambiar porque jugar con tres defensores implica tener mucho más control del partido y más espacio”, sostuvo el DT, por más que durante la mayor parte del juego tanto Blanco como Luis Advíncula estuvieron más pendientes de la marca que de trepar la cancha en ofensiva.
Tras la dolorosa eliminación en la Copa Libertadores, la cúpula dirigencial de Boca resolvió mantener a Gago en el cargo ad referéndum de los resultados y, por sobre todas las cosas, de sus decisiones en el armado del equipo. No más cambios radicales y tolerancia cero a la improvisación. Y si bien el técnico resistió la embestida con una seguidilla de triunfos en el Apertura, esta derrota contra River, por la forma en que se dio, parece volver a quitarle el crédito. A volver a foja cero.
En sus anteriores 20 partidos en Boca, Gago había utilizado una sola vez la línea de cinco. O “de tres”, como él mismo la describió. Fue en su cuarto partido en el cargo, en la derrota 1 a 0 con Lanús con el gol de Eduardo Salvio sobre el final, aunque aquella vez había atacado con tres hombres, con Belmonte y Miramón en el eje, con Zeballos, Cavani y Aguirre.
El desconcierto general llevó a Boca a recibir cinco tarjetas amarillas, casi todas para los integrantes de su defensa: Costa, Rojo, Advíncula (se salvó de la expulsión en la última jugada del partido) y Battaglia. “Los comentarios que tuve con el árbitro (Nicolás Ramírez) fueron porque en los primeros 20 minutos ya teníamos tres amarillas y me pareció un poco exagerado. Condicionó todo en poco tiempo, dejándonos en una situación de posibilidades de cambio en el segundo tiempo porque el juego era muy friccionado”, se quejó el DT, que sigue sin poder contra Gallardo (seis partidos, cinco derrotas).
Gago gastó una nueva vida deportiva en el Monumental y su futuro dependerá de lo que ocurra en los playoffs, donde Boca ya está clasificado y espera por su rival en octavos. Un premio alejado de los objetivos que no alcanza el carácter de consuelo.