El impacto del uso de la remolacha forrajera en el sistema de engorde es contundente, según la experiencia de un productor: permite producir entre 2300 y 3500 kg de carne por hectárea en solo seis meses, con costos muy competitivos que rondan los US$0,50 por kilo de carne producida. Los números parten de modelos productivos que lleva adelante Alejandro Pérez Iturbe, en su campo Don Antuco, ubicado en el partido de Carmen de Patagones, a través del desarrollo que replicó tras un viaje técnico a Nueva Zelanda y Australia, en 2017. Allí comenzó como una curiosidad agronómica que se transformó en una alternativa concreta: el uso intensivo de Beta vulgaris, una remolacha de alto valor energético capaz de ofrecer un sistema de engorde sustentable, incluso en invierno.
En escenarios de alta productividad —con 30 a 36 toneladas de materia seca por hectárea—, la carga puede superar los 20 animales por hectárea, con ganancias diarias de peso de 750 a 900 gramos por animal. Este sistema no solo mejora la eficiencia en invierno, cuando escasean los verdeos, sino que triplica o cuadruplica la producción de carne respecto a sistemas extensivos tradicionales, con un margen bruto estimado en 800 dólares por hectárea. El modelo está redefiniendo el sistema productivo, y la remolacha es apta para el consumo humano.
Hace ocho años Pérez Iturbe hizo un viaje con productores ganaderos por Nueva Zelanda y Australia, donde vio que había ganaderos alimentando con remolacha forrajera al ganado. “Al principio decías que es una platita, un cultivo más. No le dimos mucha importancia. A la segunda vez que la vimos había 50 novillos Charolés, de 500 kg comiendo y ya era otra cosa”, describió.
Hace seis años y tras investigaciones con firmas semilleras, en su campo comenzaron a desarrollar el sistema con las variedades aptas para los animales, que es la Beta vulgaris. La primera inversión que hizo fue de US$1700 por hectárea para la implantación, pero en el medio se fueron generando más gastos, según aclaró. “Empecé sembrando siete hectáreas en el campo, y se sembraron otro par de hectáreas en la zona de Choele-Choel para probar y ver si andaba. Anduvo muy bien y el desarrollo de las plantas fue espectacular. Fue tan revolucionario que fue para acelerar el proceso”, dijo.
Señaló que, históricamente, hubo antecedentes de que cuando los animales consumían remolacha se morían por un tema de toxinas. Sin embargo, había una serie de particularidades importantes de que la forrajera deriva de la azucarera que tiene alto contenido energético: 3 megacalorías por kilo de materia seca, similar a un grano de maíz. Mientras que la hoja también tiene un alto contenido de proteína, además de la energía. Es decir, la remolacha tiene proteína en la hoja y en la raíz la energía. Todo el combo hace a este alimento una dieta equilibrada y óptima para el engorde.
Para que el ganado pueda ponerse bajo este sistema de pastoreo tiene que atravesar un proceso de adaptación de al menos 20 días, por el cambio en la flora microbiana. La productividad de materia seca es de 45 toneladas. La carga de animales es de 20 a 30 animales por hectárea; varía de acuerdo con la categoría del animal. Se les da un kilo de fibra adicional, que la realizan con maíz.
La región pampeana y Nueva Zelanda están en la misma latitud, lo que permite los mismos números. “En el viaje dijimos, esto es una bomba, tiene que andar en la Argentina y cambia completamente el sistema productivo y engorde”, subrayó.
El antecedente de este tipo de producciones en la Argentina era el de la remolacha azucarera en el Norte, pero al competir con la caña de azúcar no había generado tanto interés. La remolacha forrajera se siembra entre agosto y octubre y necesita 900 mm en todo el ciclo productivo. En marzo está apta para habilitar el ganado en el campo: muchas adoptan un tamaño espectacular.
“Esto es muy importante para las economías regionales, porque en cuatro hectáreas podés meter 100 animales a engordar. Hay mucha gente que tiene chacras de 50 hectáreas y que puede tener la posibilidad de hacerlo, porque es algo muy revolucionario. Nosotros lo veíamos desde ese lado”, sostuvo. Estimaron que el costo de la ración por kilo ganado de animal es menos de la mitad que si se hace un encierro tradicional en un feedlot.
“Había que ponerse las pilas y tratar de desarrollar el cultivo acá“, dijo. Se recomienda sembrar una caja de 100.000 semillas por hectárea, con eso, y teniendo un buen coeficiente de logro de plantas, lo ideal sería tener muchas plantas logradas de 3 kg de materia seca por planta. De acuerdo con la cantidad de plantas que se logre, va a ser la productividad que hay de materia seca por hectárea.
“La remolacha tiene un gran poder de compensación. Supongamos que no se alcanza el 80% del rendimiento ideal, al no tener competencia a su alrededor se desarrolla mucho más. Puede alcanzar una raíz de 1 kg si la semilla cayó mal y quedó sola, y si no tiene competencia cercana puede llegar a 15, 16 o incluso 18 kg. En una oportunidad se obtuvo una remolacha de más de 18 kg. Es un desarrollo impresionante”, contó. Aunque el tamaño impacte visualmente, lo ideal no es tener ese tipo de desarrollo individual, porque implica que hubo pocas plantas por metro cuadrado.
Por ejemplo, con 80.000 plantas por hectárea, y un peso promedio de 3 kg por planta, se lograrían 240.000 kg de materia verde. De eso, entre el 15 y el 16% corresponden a materia seca.
“En nuestro sistema utilizamos riego por gravedad, al igual que en el Valle del Río Negro, donde se puede desarrollar sin problemas, con rendimientos muy similares. También se puede implementar en zonas con riego por pivote. En Australia, los cultivos que observamos utilizaban este sistema, con rendimientos de 30 o 35 toneladas por hectárea, e incluso más. Es posible desarrollarla en zonas más húmedas y cultivarla en seco, como en áreas que reciben entre 700 y 800 mm anuales. En la zona de Suárez, donde ya se ha probado, en estas condiciones los rendimientos son mucho menores, aproximadamente la mitad”, subrayó.
La rentabilidad varía de acuerdo a la productividad lograda de materia seca del cultivo, acorde a eso va a ser la carga animal que se haga. Por ejemplo, se podría hablar de hasta 36 toneladas de materia seca por hectárea como productividad máxima de la remolacha. A ese nivel se puede asignar una carga de 26 animales por hectárea, con una ganancia diaria de peso de 750 gramos por animal.
Desde una entrada de 250 kg hasta una salida de 385 kg se obtiene una producción de carne de 3500 kg por hectárea. Ese sistema genera un costo estimado de US$0,50 por kilo de carne producida.
Según calculó, con un rendimiento de 25.000 kg de materia seca por hectárea, una carga de 18 animales por hectárea y una ganancia diaria de 750 gramos por animal (entrando con 250 kg y saliendo con 385 kg), se obtendría una producción de carne de aproximadamente 2300 kg por hectárea. Y, si se plantea un modelo intermedio con un rendimiento de 30 toneladas de materia seca por hectárea, se puede aumentar la ganancia diaria de peso. Podría proyectarse una ganancia de 900 gramos por día, partiendo de animales de 300 kg, ya que con esa cantidad de materia seca disponible el alimento no sería un limitante.
En este caso, con 30.000 kg de materia seca por hectárea y una carga de 21 animales por hectárea, con una ganancia diaria de 900 gramos los animales entrarían con 250 kg y saldrían con 412 kg. Eso da como resultado una producción de carne de 3300 kg por hectárea en un período de 6 meses. En un lote de 14,2 hectáreas de remolacha se podrían mantener 300 animales bajo estas condiciones.
Con este rendimiento de 30.000 kg de materia seca, dio, la carga animal de 21 animales por hectárea, y la misma ganancia diaria de 900 g (entrada con 250 kg, salida con 410 kg), se repite una producción de carne de 3300 kg por hectárea. El costo estimado de la ración continúa siendo de US$0,50 por kilo de carne ganada.
“A valores actuales, el margen bruto ronda los US$800 por hectárea. Este número se ve favorecido por un valor de la carne algo superior en la zona sur respecto al norte del río Colorado, aproximadamente un 15% por encima”, narró. En todos los casos, el animal se mantiene comiendo remolacha todo el día.