
Esta semana salió a la luz una investigación judicial por presuntos abusos contra alumnos del colegio Palermo Chico. La causa se inició a mediados del año pasado y tiene como acusado a Marcelo Porcel, un empresario de 51 años con trayectoria en el sector inmobiliario y agropecuario.
En la denuncia se describe un mecanismo que empezó a tomar forma cuando varios estudiantes coincidieron en que el investigado invitaba adolescentes a reuniones en donde, según contaron los menores, los incitaba a beber alcohol y a hacer apuestas on line. Las mismas tuvieron lugar en la casa de Porcel en Palermo, en un departamento vacío de su madre en la Torre Le Parc de Puerto Madero y en oficinas de su propiedad.
Así lo relataron en un expediente que avanza bajo secreto de sumario en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°50, dirigido por Carlos Manuel Bruniard, y con la intervención de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°1, cuyo titular es Pablo Turano.
Los encuentros comenzaron en 2022 y solían realizarse los fines de semana, involucrando a chicos de los dos cursos donde concurrían los dos hijos mayores de Porcel, separados por un año de diferencia. Se organizaban en un grupo de WhatsApp en el que el presunto anfitrión usaba el apodo “El Capitán”, de acuerdo a la denuncia.
Allí, según contaron fuentes del caso a Infobae, el empresario ofrecía dinero, transferencias a billeteras virtuales y premios como figuritas del Mundial Qatar 2022 para quienes aceptaran desafíos o permanecieran en las reuniones. Incluso les proponía pagarles los trasladados hasta el punto de encuentro a través de aplicaciones de viajes.
Los intercambios incluían propuestas de tomar alcohol y apuestas deportivas. Las fuentes dijeron que entre las descripciones de los hechos denunciados también se habla de masajes en las piernas tras partidos de fútbol, de un video de chicos corriendo en calzoncillos en el despacho de Porcel y de una supuesta foto de un adolescente duchándose.
Los padres de la comunidad educativa, por su parte, sostienen que, mediante el dinero, el acusado habría buscado generar confianza y asegurar el silencio de los chicos. “A ellos les decía cosas como ‘esto no se lo cuenten a nadie, esto es entre El Capitán’ y ustedes’”, afirmaron los familiares de alumnos consultados por este medio.
Según sus relatos, el acusado también asistía a actividades extracurriculares donde los adolescentes jugaban al fútbol. Y en estas situaciones, se ofrecía a organizar los traslados o proponía que los chicos durmieran en su casa.

El caso empezó a tomar cuerpo después de que varios padres compartieran sus inquietudes sobre determinadas situaciones vividas por sus hijos. “Cuando fueron creciendo, los chicos se fueron dando cuenta de que todo eso no era inapropiado”, señaló uno de los adultos al tanto de la causa.
Una vez que algunos estudiantes comentaron episodios similares, las familias se pusieron en contacto para confirmar los relatos. De allí surgió una red de alertas entre adultos que permitió identificar un patrón común en las conductas denunciadas.
En la denuncia inicial, presentada a mediados de 2024, cuatro familias participaron con testimonios directos. Posteriormente, se sumaron dos nuevos denunciantes y luego otros tres. Estos últimos aún no declararon en Cámara Gesell, según reconstruyeron fuentes allegadas al expediente.
Después de la denuncia, la Justicia dispuso una orden de restricción que prohíbe al acusado acercarse a menos de 300 metros de las presuntas víctimas, el colegio y el club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA).
El magistrado también ordenó diferentes allanamientos en domicilios y oficinas de Porcel. Se secuestraron celulares y computadoras que están siendo peritados como prueba para la investigación.
El empresario se encuentra imputado, pero aún no fue indagado. ¿La razón? El fiscal pidió la semana pasada que se lo llame a indagatoria, pero al sumarse un nuevo denunciante el expediente debió volver a manos de Turano para que le corra vista. Una vez resuelto este paso procesal obligatorio, el juez Bruniard podrá decidir cuándo citar al imputado.
En medio de todo ello, en el Palermo Chico transcurrió un ciclo lectivo con un clima extraño. Los padres comentaron que representantes del colegio argumentaron que esperaban avances judiciales antes de tomar medidas formales.
Tras la difusión pública del caso, desde la institución escolar informaron que la familia de Porcel ya no pertenecía a la institución, señalando que los hechos investigados no ocurrieron dentro del establecimiento.
“Tan pronto fue informado, el Colegio actuó de manera inmediata, activando los protocolos vigentes, dando intervención al Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, y poniendo los hechos en conocimiento de las autoridades educativas jurisdiccionales. Queremos, asimismo, informar que la familia involucrada ya no forma parte de nuestra comunidad educativa», detallaron en un comunicado.

“Muchos chicos enfrentaron miedos y vergüenza antes de poder hablar con sus padres o amigos”, mencionaron las familias, y agregaron que alumnos afectados manifestaron signos de retraimiento, tics nerviosos y comportamientos de aislamiento, necesitando acompañamiento psicológico. “Hubo situaciones en las cuales los chicos volvían de vacaciones y querían cambiarse de curso y no hablaban, estaban callados”, detallaron en diálogo con este medio.
En este contexto, no descartan nuevas presentaciones judiciales por parte de otros padres y estudiantes.