
“Las elecciones del 26 de octubre resultaron un punto de inflexión en materia política que marca el inicio de una nueva etapa del proceso de estabilización iniciado en diciembre 2023. El resultado electoral, contundente e histórico a favor del oficialismo, permite dejar atrás meses de alta tensión macroeconómica, principalmente en el frente cambiario y financiero. Es un nuevo punto de partida, que el Gobierno debe aprovechar”.
Así inicia su análisis Esteban Domecq, economista y director de Invecq Consultora, consultor en estrategia financiera y uno de los referentes a la hora de desmenuzar la coyuntura de la macro argentina, la entrevista exclusiva de Infobae. Repasa con precisión quirúrgica y gráficos muy elaborados las claves de la nueva etapa que comienza tras los comicios de medio término y plantea los puntos centrales a seguir para evitar un nuevo desencanto.
— ¿Cómo ve la economía tras las elecciones de 2025?
— Las elecciones del 26 de octubre resultaron un punto de inflexión en materia política que marca el inicio de una nueva etapa del proceso de estabilización iniciado en diciembre 2023. El resultado electoral, contundente e histórico a favor del oficialismo, permite dejar atrás meses de alta tensión macroeconómica, principalmente en el frente cambiario y financiero. Es un nuevo punto de partida, que el Gobierno debe aprovechar.
A lo largo de 2025, transitamos un escenario de tensión generalizada en aumento, en el cual se combinaba inestabilidad política, incertidumbre electoral, volatilidad financiera y presión cambiaria con una economía que dejó de recuperarse en febrero y un mercado interno en retroceso desde hace al menos un año.
“Ordenar la economía tenía como condición necesaria ordenar primero la política”
Ordenar la economía tenía como condición necesaria ordenar primero la política. El principal ordenador en ese sentido eran las urnas. El resultado despejó muchas incógnitas y el mercado reaccionó muy positivamente en los días posteriores a las elecciones, con una recuperación histórica de los activos argentinos. No obstante el mejor clima financiero, en el plano real, las señales aun no anticipan una recuperación vigorosa hacia adelante, la economía real aún sigue anémica.
Resumiendo, escenario político más ordenado, frente financiero despejado, pero la economía real aún trabada.
— ¿Cuáles son, desde su perspectiva, los primeros signos de cambio que se observan en el escenario económico post electoral?
— En las primeras semanas post elecciones, destaco dos señales que me parecen relevantes. Por un lado, la reacción del mercado. El índice de riesgo país que al inicio del mandato estaba en 2.000 puntos básicos, comenzó el 2025 con 570. En el peor momento preelectoral alcanzó los 1.500, para llegar a las elecciones en 1.050 post salvataje del Tesoro americano. Hoy ya está nuevamente en la zona de los 600 puntos básicos.
— ¿Implica esto que Argentina tiene acceso a los mercados?
— Aún no, pero da cuenta de una recuperación histórica, tras un año que había sido de marcado retroceso. En materia de acciones y ADR se observó una dinámica similar. A pesar de los pendientes y desafíos del programa económico, el mercado empieza a descontar que Argentina avanza hacia la vuelta a los mercados.

La segunda señal positiva es la reacción de la política monetaria del Banco Central. Tras el salto en las tasas de interés que se observó a partir del desarme de LEFI a mitad de julio, tras un error de diagnóstico desde mi punto de vista, las tasas de interés estuvieron volátiles y en niveles muy elevados, producto de una estrategia monetaria que tuvo un sesgo muy contractivo para morigerar la presión dolarizadora en la previa electoral.
Dicha estrategia generó un aumento en la morosidad de las familias, mayor irregularidad en la cartera de préstamos de los bancos, aumento de cheques rechazados, complicaciones en las cadenas de pagos y contracción del crédito.
“Las tasas de interés bajaron drásticamente de la mano de la baja de tasa de referencia del BCRA”
Tras las elecciones, las tasas de interés bajaron drásticamente de la mano de la baja de tasa de referencia del BCRA (tasa de simultáneas bajó al 22%), lo que da cuenta de un cambio en la estrategia de política económica relajando el frente monetario, muy necesario para empezar a oxigenar la actividad económica.”

— Tras el resultado de las elecciones de medio término se produjo una drástica baja del riesgo país. Sin embargo, muchos economistas parecen haber subestimado este fenómeno, ya que se concentraron más en el uso o no del swap acordado con Estados Unidos y las críticas al régimen de bandas de flotación cambiaria sin intervención del Banco Central. ¿Qué piensa usted sobre las prioridades del análisis económico actual?
— El riesgo país bajó porque las elecciones dejaron una expectativa de mejor gobernabilidad, de “orden político” y de un programa macro que puede persistir en el tiempo. En resumen, se redujo el riesgo reversibilidad del giro que está aconteciendo en la Argentina. Y eso es muy valioso.
No obstante la mejora en el frente financiero, y más allá de la utilización del swap, del acuerdo con EEUU o de las incógnitas respecto al régimen de bandas, para los analistas, y para el mercado también, la clave hacia adelante pasa por la consistencia del programa económico: el equilibrio fiscal, la política monetaria, la estrategia de financiamiento, el saneamiento del BCRA, la recomposición de reservas y la dinámica de las cuentas externas.
Sin esa columna vertebral firme, será difícil hacer el “catch up” definitivo para que el riesgo país alcance la zona de 300/400 pb y Argentina recupere el acceso a los mercados voluntarios de deuda para hacer frente a los vencimientos de los próximos años.”

— ¿Cree que la baja del índice de riesgo país está siendo interpretada adecuadamente por el mercado y los analistas locales?
— La reducción del índice de riesgo país se explica por una mejora en las expectativas, asociado a un resultado electoral, no por una mejora en los fundamentals macro. El resultado electoral redujo incertidumbre política, despeja el horizonte, eso mejora el clima, mejora la confianza, pero no es sinónimo de que está todo arreglado. La macro está prácticamente igual a como estaba hace un mes, en la previa a las elecciones. Los activos financieros están mucho mejor, pero no es un sustituto de consistencia macro.
“El resultado electoral redujo incertidumbre política, despeja el horizonte, eso mejora el clima, mejora la confianza, pero no es sinónimo de que está todo arreglado”
El desafío sigue siendo el mismo: revertir el déficit externo, las reservas negativas del BCRA, la baja productividad, los problemas de competitividad, el estancamiento estructural, las reformas pendientes, etc. Lo positivo es que, con el apoyo popular ratificado en las urnas y el visto bueno del mercado, hay mucho más espacio para avanzar a fondo en todo lo que falta.”
— En el marco de un gobierno de perfil libertario, ¿debería permitirse que la cotización del dólar flote libremente sin intervención, incluso si sube abruptamente, pero intervenir en caso de que el peso se aprecie demasiado? ¿Existe realmente una “lógica de mercado” coherente detrás de esta posición?
— En una economía completamente estabilizada y normalizada, el tipo de cambio podría flotar sin mayores intervenciones, como sucede en casi toda la región. Pero ese es un punto de llegada. En nuestro caso, aún con reservas netas negativas, cuenta corriente deficitaria, economía bimonetaria dolarizada, sin acceso a los mercados, permitir movimientos abruptos del dólar sería arriesgar la estabilidad nominal, y por ende poner en riesgo el proceso de desinflación.

El proceso de estabilización está avanzado, pero inconcluso. Dejar cierta libertad al tipo de cambio es razonable, pero hacerlo sin mecanismo de contención implicar asumir muchos riesgos. El esquema de apreciación cambiaria se terminaría vía:
- relajamiento de la política monetaria (reducción de las tasas de interés, normalización de niveles de encajes),
- flexibilización de las restricciones aún vigentes (utilidades de compañías previas a 2025, restricciones cruzadas, operaciones de comercio exterior), y
- a través de un Banco Central que comienza a comprar y, más importante aún, acumular reservas internacionales.
Probablemente el tipo de cambio de ese mercado normalizado sea superior, pero más consistente para el programa y más sano para la actividad económica.
— ¿En dónde se ubicará?
— Esa es la incógnita. El nivel dependerá de la confianza, del contexto internacional y de lo que suceda en la cuenta financiera (acceso a mercados, organismos internacionales, financiamiento del sector privado, inversión extranjera, etc.)”
— Viendo la experiencia internacional, ¿hay modelos exitosos de flotación cambiaria en economías bimonetarias similar a la argentina, y qué aprendizajes deberían considerarse?
— Chile comenzó con un crawling peg que luego mutó a bandas, pero ambos, piso y techo, eran ascendentes, ligados a inflación esperada y a términos de intercambio con controles macro prudénciales para capitales de corto plazo. A los diez años terminó con un régimen de flotación en el marco de un esquema de metas de inflación.
“El aprendizaje clave es que la flotación requiere anclaje de expectativas, mucha credibilidad, régimen institucional fuerte, consistencia macro y reservas de respaldo”
Israel utilizó bandas fijas horizontales actualizables anualmente por inflación durante cuatro años, y luego mutó a bandas con crawl prenunciado; la banda se fue ensanchando y el régimen migró a flotación con metas de inflación. Ambos casos terminaron bien.
Brasil estabilizó con el Plan Real a través de un sistema de bandas fijas horizontales, que se actualizaban anualmente por inflación. La desinflación inicial fue exitosa, pero con atraso cambiario y flujos volátiles. En 1999 sufrió un ataque especulativo, se abandonaron las bandas y se comenzó a flotar tras un salto cambiario.
Cada experiencia es diferente, única. El aprendizaje clave es que la flotación requiere anclaje de expectativas, mucha credibilidad, régimen institucional fuerte, consistencia macro y reservas de respaldo. Si no tenés esos pilares, la flotación se transforma en devaluación. La lección es que bandas con atraso cambiario y déficit externo tarde o temprano se agota. O se corrige a tiempo (crawl consistente) o termina en ruptura.
— ¿Cuál es su opinión respecto a la política del Gobierno de comprar dólares para cancelar deuda en vez de acumular reservas en el Banco Central?
— La prioridad debe ser continuar con el saneamiento del balance del BCRA. Esto sucedería a través de la acumulación de reservas, tal cual está establecido en el programa acordado con el Fondo Monetario Internacional firmado en abril de este año. Con reservas en el BCRA, al mercado mismo le será atractivo refinanciar al Tesoro los próximos vencimientos de deuda.
Caso contrario, el mercado seguirá viendo a un país sin reservas, con desequilibrios externos, sin capacidad de acumular dólares y con el prestamista de última instancia (FMI), que es acreedor privilegiado, que es al primero que hay que darle salida. Difícil que el mercado quiera financiarnos en ese escenario.

— El equipo económico suele ser reservado sobre sus movimientos en materia financiera y cambiaria, argumentando que ‘no debe mostrar todas las cartas al mercado’. ¿Considera apropiada esta postura? ¿Hasta qué punto la falta de transparencia es compatible con una política económica eficaz?
— Es un debate eterno entre reglas y discrecionalidad. La discreción tiene sentido en ciertos momentos porque mostrar todas las cartas, en un contexto de tanto “desorden macro”, puede generar especulación y desvíos irreversibles. Pero como todo, hay un límite. Si la opacidad se convierte en una regla, en incertidumbre sistemática, erosiona la confianza.
Una política eficaz es aquella que comunica lo esencial, que mantiene credibilidad y que tiene reglas al fondo. No se trata de contar cada jugada, pero sí de que el mercado entienda la estrategia y vea coherencia. En Argentina, donde la confianza es un bien escaso, me inclino a que más transparencia y una comunicación más efectiva ayudaría mucho.”
— El Gobierno espera que el nuevo Congreso apruebe el Presupuesto 2026 antes de fin de año. ¿Qué importancia tiene esto para las perspectivas económicas inmediatas? ¿Qué mensaje envía a los mercados y a la sociedad?
— Tiene una importancia simbólica y otra práctica. Simbólicamente muestra gobernabilidad, acuerdo político y respaldo al programa macro general. Muy valioso tras dos años sin Presupuesto aprobado por el Congreso.
“Las dudas son en torno a los supuestos macro con los cuales se bosquejó el presupuesto varios meses atrás, supuestos que hoy lucen muy optimistas, o incluso irreales. Eso habría que corregirlo”
En el plano práctico, el Presupuesto aprobado le da al Gobierno un andamiaje de orden fiscal, mayor credibilidad, reglas de juego claras, y permite que el sector privado y los mercados empiecen a planear con menos incertidumbre. Las dudas son en torno a los supuestos macro con los cuales se bosquejó el presupuesto varios meses atrás, supuestos que hoy lucen muy optimistas, o incluso irreales. Eso habría que corregirlo.”
— Respecto a las reformas tributaria y laboral propuestas por el Poder Ejecutivo, ¿cree que serán suficientes para reimpulsar la actividad económica y, en particular, el empleo? ¿Identifica trabas políticas o estructurales que podrían limitar su efectividad?
— Las reformas son absolutamente necesarias. La Argentina, estancada desde 2011, presenta desventajas de competitividad muy marcadas: inestabilidad macro, costo impositivo elevado, mercado laboral rígido, inseguridad jurídica e institucional, financiamiento escaso y caro son los principales detractores de la competitividad. Pero por sí solas no alcanzan.
La combinación debe ser: reforma tributaria + laboral + apertura + mejora institucional. Y aquí surgen dos grandes trabas:
- la política -sin consenso amplio, las reformas se diluyen o se revierten-;
- la estructura microeconómica -empresa pyme, sector informal, baja productividad-.
Si no se trabaja simultáneamente en ambos frentes, las reformas se convierten en buena intención y no en resultado efectivo.”
— A pocas semanas de que el Gobierno cumpla la mitad de su mandato, ¿qué balance puede hacer de la gestión económica hasta ahora? ¿Y cuáles son sus expectativas para la segunda parte de la gestión?
— El balance es positivo en la general por lo que se logró; y más positivo aún por lo que se evitó. Hay logros valiosos a nivel macro:
- ordenamiento de las cuentas públicas,
- eliminación del déficit fiscal,
- desarme de pasivos remunerados,
- cumplimiento de compromisos de deuda,
- respeto de contratos,
- reducción de subsidios y sinceramiento de precios relativos,
- baja acelerada de la inflación,
- recomposición de los ingresos (privados casi todo, públicos aun falta), recuperación de la actividad económica.
Es una estabilización macro avanzada, pero inconclusa; con aciertos, méritos, logros, pero también con pendientes, desafíos y cierta insatisfacción micro.
La segunda parte de la gestión va a depender del ritmo de las reformas, de la gobernabilidad y de la capacidad del programa macro para “derramar” hacia la micro, el empleo, la inversión y el consumo.”

— Teniendo en cuenta el acuerdo con el FMI y la dinámica de pagos para los próximos años, ¿cree que hay margen para lograr sustentabilidad en el frente externo, o son necesarias nuevas negociaciones y condiciones?
— Creo que el margen es estrecho. La cuenta corriente de la balanza de pagos negativa implica que la economía gasta más dólares de los que genera, que es la contracara de un ahorro doméstico insuficiente para financiar la inversión. Esto se explica por:
- la recuperación de la actividad,
- el bajo tipo de cambio real,
- el crecimiento de las importaciones,
- el tour de compras a países limítrofes,
- el boom de turismo emisivo; y
- algunos problemas estructurales en el sector externo (fletes, servicios, pagos de intereses, giros de utilidades, transferencias corrientes).
A este desbalance externo debemos sumar la dolarización de los argentinos (economía bimonetaria), los vencimientos de deuda (mercados, organismos internacionales, préstamos, swaps) y los dólares que se necesitan para recomponer las reservas del BCRA, según las metas acordadas con el FMI.
Habrá que ver qué sucede en el corto plazo con un eventual retorno a los mercados financieros y la velocidad a través de la cual se pueden activar las inversiones extranjeras en el país (RIGI) para compensar la presión sobre las cuentas externas. En estas circunstancias el margen de maniobra es estrecho y el programa vulnerable a una reversión de flujos de capitales.”

— ¿Cuáles son las estimaciones de Invecq para el cierre de 2025 respecto a actividad económica, tipo de cambio, inflación y reservas netas? ¿Podría compartir sus primeras proyecciones para el año próximo?
— En Invecq estimamos que para 2025 la economía cerrará con una expansión de alrededor del 4% anual, que punta a punta da cercano a cero en el año. Para el año que viene estimamos un crecimiento del PBI de 2%, algo por debajo del consenso de analistas, pero implicaría crecer por segundo año consecutivo tras más de quince años. Sería un gran logro.
La trayectoria del tipo de cambio dependerá de las decisiones que tome el Gobierno juntamente con el FMI respecto a cómo sigue la política monetaria, cambiaria y las metas de acumulación de reservas. El “trade off” es apuntalar el sendero de desinflación o comenzar a dinamizar el mercado interno y la actividad. Son dos objetivos contrapuestos. En el primero el dólar va a la zona de $1.700 a fines del 2026, en el segundo lo vemos en la zona de 2.000 pesos.
“La trayectoria del tipo de cambio dependerá de las decisiones que tome el Gobierno juntamente con el FMI respecto a cómo sigue la política monetaria, cambiaria y las metas de acumulación de reservas”
La inflación la vemos bajando, cerrando este año en torno al 30% y en el orden de 20-22% para 2026, siempre que el programa macro se mantenga. En la medida que no haya que hacer movimientos traumáticos en el esquema cambiario, el disciplinamiento macro seguirá ayudando a avanzar con el proceso de desinflación.
Esto tiene que ver con el ajuste fiscal, la prudencia monetaria, con una demanda que no está pujante, con alguna tónica recesiva, y una economía que se está abriendo. Todo eso disciplina macroeconómicamente los precios.”

— Para finalizar, ¿podría dejar una reflexión general sobre el rumbo económico argentino y los principales desafíos rumbo a 2026?
— La Argentina tiene hoy una oportunidad singular, quizás histórica: un mundo quebrado geopolíticamente que demanda recursos naturales, un giro y reordenamiento político con validación social y una macro que muestra avances en su proceso de normalización. Pero es una ventana estrecha: si no se aprovecha con reformas, inversión, integración y gobernabilidad, el tren pasará y la paciencia social será una incógnita.
La agenda es clara:
- apuntalar la estabilización,
- cerrar la brecha externa,
- mejorar la competitividad, y
- elevar la productividad
Todo en el marco de una política macro consistente, de sustento político y de fortalecimiento institucional para evitar un nuevo desencanto.