Donald Trump, presidente de Estados Unidos (Vincent Thian/Pool via REUTERS)

En EEUU habitualmente el segundo mandato de los presidentes está dedicado a su legado histórico, a buscar recursos y ubicación para su futura biblioteca Presidencial (la de Trump se construye en Miami) y a aprender de los errores del primero. Además, correr contra el reloj, ya que a partir de las elecciones de medio término (noviembre 2026), pasan a ser patos cojos, ya que al día siguiente comienza la carrera presidencial del 2028.

Hoy vemos temas del primero, tales como que el poder estadounidense no debiera seguir retrocediendo o la competencia con China, pero con un ritmo y claridad de ejecución que no se vio entre 2016 y el 2020. Trump reingresó a la Casa Blanca con un equipo de colaboradores elegidos por una lealtad probada durante los procesos judiciales en su contra, que llegaron mucho más preparados y combatiendo a todos lados, fueran adversarios o antiguos aliados, siempre en torno a la consecución de ciertas metas.

Para entender lo que ocurre me ayudo con una imagen para mi poderosa y explicativa, la de un historiador del futuro que dentro de muchos años mira hacia atrás intentando entender los años que estamos viviendo no en cualquier país, sino en aquel que sigue siendo la principal superpotencia, y estoy seguro de que esta persona destacará que hoy para lograr sus objetivos, EEUU está nada menos que poniendo fin a la que fuera su propia creación, los acuerdos políticos y económicos post segunda guerra mundial. Por razones de espacio nos concentraremos fundamentalmente en el plano internacional, además, que, en lo interno, el partido Demócrata está tan lleno de problemas que en ningún caso es una oposición efectiva, encontrándose en plena travesía del desierto, sin un liderazgo reconocible y sin propuestas, salvo rechazar todo lo que Trump dice o hace.

Como en definitiva una elección es una selección entre alternativas, no es bueno para ninguna democracia y no lo es para EEUU la actual irrelevancia del partido Demócrata. Es de tal modo así, que muchas decisiones políticas claves de Trump van a ser decididas por la Corte Suprema, que por lo demás pondrían fin a disputas en el único lugar que Trump parece encontrar una oposición que logre detenerlo o demorarlo, lo que ocurre en algunos niveles del poder judicial. Es el caso de los aranceles y la política de inmigración, solo por mencionar dos temas que fueron claves para ganar convincentemente las elecciones, es decir, la situación económica y las fronteras abiertas. Al respecto, no es bueno prejuzgar el hecho que, por rara vez en mucho tiempo, hoy existe una mayoría conservadora en la Suprema, ya que la historia demuestra que, en muchas ocasiones, los jueces adquieren una gran independencia, razón del prestigio de esa Corte.

Al buscar éxito y fracaso del actual proceso de transformación, muchos economistas cometen el error de sumar y restar en el tema de aranceles y no considerar que aún más importante es hoy la variable geopolítica, al menos para los dos actores más relevantes, EEUU y China, lo que se une al error de quienes hacen su análisis a partir de la emoción y no de la razón. Por lo demás, es raro que no se aprecien verdades tan grandes como que EEUU sigue siendo hoy la potencia indispensable para lograr objetivos que nadie más puede obtener, no solo ceses del fuego, sino también que en el tema de aranceles muchas naciones acepten rápidamente la propuesta, por la sencilla razón que el mercado estadounidense sigue siendo sin duda el más importante para ellos al igual que para el resto del mundo.

Por lo demás, no hay otro camino que intentar este tipo de análisis, ya que nadie, ni siquiera la Casa Blanca, parece tener claro lo que vendrá en el futuro, solo el obvio hecho que será moldeado por el resultado de la confrontación, a la vez económica y geopolítica entre China y EEUU.

No es fácil hacerlo por varios motivos, en primer lugar, hasta el momento ni de Trump como tampoco de sus colaboradores o quienes escriben libros, a favor o en contra, ha surgido una buena descripción analítica de lo que se intenta hacer. En segundo lugar, no se logra elevar la conversación toda vez que el debate público gira entre la total admiración de quienes todo lo respaldan como quienes, en el lado opuesto, reaccionan en su contra solo porque es Trump. A alguna o mucha gente le desagrada tanto que no se molesta en entender, juzgándolo por intenciones más que por resultados. Trump siempre opina, pero no hace análisis. Su información viene más de la TV que de los libros, es pensamiento hablado, cambiando a veces de opinión el mismo día. Además, en lo demostrado en los aranceles, vive en negociación permanente, si yo te doy, ¿qué me das tú?, parece ser recurrente en su persona.

Ya hay una Doctrina Trump en el uso del poder militar, de entrada y salida tal como tuvo lugar en Irán. El llamado tercer mundo parece inexistente y Europa, irrelevante. Lo suyo es America First, y quizás por ello, dice entenderse bien con Xi Jinping, al hablar el mismo lenguaje, el del poder, y aunque EEUU sea una democracia, ambos intentan que sus países prevalezcan independientemente de lo que a otros les parezca. Además, la supremacía hoy se juega también tanto en superioridad industrial como en la Inteligencia Artificial. Xi Jinping parece haberse formado la idea de Trump como negociación transaccional, de acuerdos concretos más que de principios ideológicos. En todo caso, estoy convencido que la ventaja sigue siendo de EEUU y que más temprano que tarde China cederá, por mucho desconcierto que genere el hecho que los aranceles suban o bajen dependiendo de cuán bien o mal hablan los interlocutores de Trump.

Ya hay una Doctrina Trump en el uso del poder militar (REUTERS/Jonathan Ernst)

Lo de la Inteligencia Artificial es particularmente relevante, tanto que Trump transformó a las grandes empresas tecnológicas en sus aliados para el objetivo de derrotar a China, lo que entiendo, pero no me gusta, ya que el poder que han adquirido es tal, que hubiese preferido que cumpliera su promesa electoral de que sería revisado su rol en la censura que sufrió Trump en la elección del 2020, ya que sigue siendo necesaria la revisión de la Sección 230 que les da desde los 90s privilegios que son peligrosos para la salud democrática, además que otorga impunidad a empresas, ejecutivos y propietarios al impedir que en la práctica sean llevados a tribunales.

La razón por la cual se deben separar en EEUU las razones de política interna de lo internacional se aprecia claramente en días como los actuales, toda vez que el gobierno ha estado efectivamente cerrado desde el 1 de octubre por disputas entre republicanos y demócratas, que en definitiva están condicionados por elecciones que tienen lugar el 4 de noviembre, algunas tan disputadas como las gobernaciones de Virginia o New Jersey, como también la manera como se posicionen ambos partidos para las generales del próximo año.

Como Trump no puede reelegirse, en el caso de los republicanos parecen haber dos contendientes presidenciales ya en carrera, aunque ellos lo desmienten, como son el vicepresidente J.D. Vance y el secretario de Estado Marco Rubio, hoy, la ventaja sería de Vance. En el caso de los demócratas, estos no han resuelto lo que hicieron los republicanos entre el 2020 y el 2024, donde muchas primarias entre partidarios de Trump y el sector republicano más tradicionalista terminaron en el triunfo indiscutible de Trump. Nada semejante se ha visto entre los demócratas, por lo que al parecer la ventaja ha sido tomada por el sector más izquierdista, sobre todo, a nivel municipal, como lo demuestra el caso de Zohran Mamdani en Nueva York. Es un sector que ya no se define como socialdemócrata o liberal, sino derechamente como socialista.

En todo caso, si esto se resuelve a favor de este sector, no sería raro, ya que ocurrió con el predominio liberal a su interior en la década del 70, ya que es habitual que los partidos políticos, sobre todo cuando tienen características de movimiento como es el caso de EE. UU. cambien de orientación cada cierto número de décadas, obedeciendo tanto a cambios internos como a cambios en la sociedad de la cual forman parte, lo que también tuvo lugar en la década del 60 cuando ese partido pasó a ser el “arcoíris” de las minorías, sobre todo de la afroamericana, después de haber sido en el sur el partido de los dirigentes del KKK, el temido clan racista, ya que el republicano era todavía visto como el partido de Lincoln. Hoy, no se ha desprendido todavía de lo que predominó en el último gobierno, una expresión más woke que socialdemócrata o liberal.

JD Vance y Marco Rubio se perfilan hoy como los favoritos a suceder a Trump cuando finalice su mandato (REUTERS/Jonathan Ernst)

A nivel internacional, el escenario no solo lo ha cambiado Trump a nivel mundial, sino que también se ha logrado a nivel específicamente regional, en lugares que habían sido de escaso interés para EEUU en las últimas décadas (incluyendo el primer gobierno de Trump) como es el caso de Latinoamérica, ya que la actual movilización en contra de la delincuencia organizada transnacional (Cartel de los Soles) y el cambio de régimen que se busca, idealmente sin ocupación militar, en Venezuela, marcan un cambio de escenario para América Latina, donde más temprano que tarde, al igual que en la superada guerra fría, los países tendrán que optar, y ello definirá el tipo de relación que tendrán con EEUU, aunque la diferencia es que en esta ocasión, la dificultad para quienes apoyan a EEUU es lograr que la Casa Blanca y Trump en particular, mantengan el interés que ahora se demuestra para ayudarlos, lo que es cierto tanto de la oposición democrática venezolana como de la Argentina de Milei, siendo extraño que ninguno de los dos haya llegado todavía a Washington con una oferta de asociación de largo alcance que hoy se consigue con las tierras raras que EEUU busca con desesperación, sea en Australia o Ucrania.

Vemos hoy una Casa Blanca que premia la cercanía y castiga la lejanía, claramente en la forma como se ayuda a Milei o se castiga a Petro, toda vez que es indudable que ambos se ganaron sus respectivos lugares, aunque el colombiano no ha gozado de la suerte que ha tenido el chileno Boric, cuyos también frecuentes ataques a Trump han pasado desapercibidos en Washington.

En todo caso, no sería raro que, pasado algún lapso, EEUU se desinteresara, toda vez que la suerte internacional de Trump se define fundamentalmente en dos lugares, además los únicos con la fuerza suficiente para darle el tan deseado Nobel de la Paz, el Medio Oriente y Ucrania, demostrado también por el hecho que los siete otros ceses del fuego conseguidos (como el de India-Pakistán) con rapidez han perdido protagonismo mediático.

Por lo demás, en los aranceles, lo único relevante es la negociación con el país que por su fuerza económica ha podido confrontarlo de igual a igual como lo es China, la primera negociación real entre ambos, ya que, con anterioridad, el país asiático se incorporó al esquema multilateral existente, precisamente el que hoy está cambiando. Sin duda alguna esta negociación es tan importante, que su resultado obligará a todo otro país a incorporarse a estas nuevas reglas del juego, a partir de ese resultado, cuasi obligatorio para todo el resto del mundo.

Por lo demás, si lo que se está modificando es un sistema de reglas multilaterales, se debe al hecho que en comercio internacional la URSS fue un actor marginal, ya que de otra manera se hubiese dado un acuerdo bilateral tal como ocurrió en Yalta o la mencionada relajación de tensiones conocida como deténte, es decir, poder geopolítico por sobre el mercado. Por lo demás, en lo financiero, las reglas fueron y son establecidas por Wall Street, para perjuicio de muchos países pequeños o todavía impuestas por el propio EEUU debido a algo tan clave para su poder y seguridad nacional como es el US dólar, algo donde ser desafiado simplemente no es aceptable para Washington y que está en el origen de la confrontación actual con Brasil, por lo demás, iniciada antes que apareciera la sentencia del juez Alexandre de Moraes contra Bolsonaro, como por lo demás la campaña de Lula contra el predominio del dólar fue iniciada al asumir la presidencia de los poco importantes BRIC.

¿De qué depende la negociación de paz o al menos el cese del fuego en Ucrania? Hoy depende de Rusia, algo que Trump tiene claro. Y, ¿qué es lo que quiere Putin? Lo mismo que ha pedido desde que asumió el poder hace un cuarto de siglo, por lo demás, también demanda de alguien tan diferente como Gorbachov en sus memorias, en el sentido que el desplome de la exURSS fue tan rápido, que no hubo tiempo de negociar con Occidente las fronteras de los nuevos países.

Por cierto, Putin no quiere todavía el cese del fuego, ya que, aunque sea a un gran costo sigue ganando en el terreno, avance difícil que se mide en metros más que kilómetros, pero no se ve que Ucrania puede revertir ese desenlace como tampoco existe la voluntad en la OTAN para entregarle armas capaces de modificar esa realidad, debido a que ha funcionado efectivamente la disuasión actual de Rusia, que usaría armamento atómico a nivel táctico si corriera peligro de derrota.

Trump y Putin se reunieron el pasado mes de agosto en Alaska

¿Qué quiere Putin?

Que como sucesor de la ex URSS se negocie con él en forma similar a como se hizo en la detente de Kissinger (también allí Europa fue irrelevante), años después que en Cuba el mundo estuviera en peligro de confrontación nuclear. A partir de esa negociación ese acuerdo pasó a ser el nuevo marco de poder para las relaciones internacionales, en algunos casos hasta la desaparición de la URSS, y en otros, hasta la llegada de Trump.

Y ¿por qué se cree que podría ser de interés para EEUU? Por ahora no se ve ninguna ganancia, pero en el futuro podría haberla, si para la definición de la principal potencia del siglo XXI, Rusia se acercara a Washington alejándose de su alianza actual con China, ya que fue la política estadounidense de cancelación de Rusia como castigo a la invasión, lo que creó esta desventaja actual para EEUU.

¿De qué depende la paz en el Medio Oriente?

Trump, como lo hemos intentado explicar en otras columnas, obtuvo un aplaudido cese del fuego y algo tan difícil como la devolución de los rehenes, pero no es la paz, la que estoy convencido que depende de que se consolide en un Tratado la incipiente alianza entre Israel y los países árabes sunitas, pero que en el caso específico de Gaza, ello depende de algo hasta el momento por Hamas rechazado como su desarme, a lo que ha colaborado la derrota militar de Irán y la superioridad aérea de Israel en toda la región. En todo caso, Arabia Saudita lo condiciona a la creación de un Estado palestino, pero según EEUU se debe ahora aceptar lo que se ha rechazado desde 1948, convivir con Israel como Estado judío, paso que ya han dado varios países árabes.

Para imponerse a China, le falta a Trump definir lo que fuera tan importante para triunfar en la guerra fría, líneas rojas que le clarifiquen al resto del mundo lo que es tanto aceptable como inaceptable para Washington, aquellas situaciones que lo llevarían a la guerra como también cuál es la alianza que quiere encabezar para seguir siendo superpotencia. Por su parte, la actual negociación sobre aranceles ha probado cuán distinto es el escenario contra China, ya que a diferencia de la ex URSS es un actor económico poderoso, que simplemente no acepta las limitaciones que EEUU le quiere imponer y que además es capaz de responder de igual a igual a las sanciones.

Trump y Xi Jinping se reunirán el próximo jueves (REUTERS/Kevin Lamarque)

Una China, que, aunque sea una dictadura, también hay política a su interior, es decir, lucha por el poder, por lo que su última provocación tuvo lugar al limitar la exportación de tierras raras a EEUU, precisamente cuando se informaba de una cumbre entre Xi y Trump. Como detrás hay geopolítica más que comercio, no hay duda de que en ello influyó la reunión que en estos días ha tenido el Comité Central del partido Comunista, en momentos que trascendió la existencia de cuestionamientos al liderazgo de Xi. Como otras veces, el jerarca respondió repitiendo su ofensiva contra la “corrupción”, delito que en China acarrea pena de muerte. Esta situación de responder a EEUU en reuniones cumbres del partido, recuerda cuanto perjuicio le causó al propio EEUU el error cometido en agosto de 2022 por Nancy Pelosi al viajar en visita oficial a Taiwán, contra el consejo de Biden y del Pentágono, donde la respuesta de Beijing fue un simulacro de invasión, peligro que se mantiene desde entonces.

Sobre todo, la confrontación con un adversario como China, requiere lo que EEUU no ha logrado, recuperar su unidad nacional, hoy derrotada por la polarización, lo que he llamado la latinoamericanización de su política. Esa podría ser una tarea para Marco Rubio, alguien que ha superado con creces lo que se esperaba de él, de tal forma que es hoy el primer latino con posibilidades reales para competir por la presidencia, y quien podría tener ante sí la capacidad de hacer regresar la política bipartidista para unir al país detrás de un proyecto de futuro, que solo EEUU puede materializar, la reforma o idealmente el reemplazo de la desprestigiada ONU, además de explicarle al mundo hacia dónde va EEUU al buscar la modificación de su propia creación, los acuerdos políticos y económicos posteriores a la segunda guerra mundial.

@israelzipper

-Máster y PhD en Ciencia Política (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)