El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio habla durante una conferencia de prensa en el Departamento de Estado, el viernes 19 de diciembre de 2025, en Washington (AP Foto/Julia Demaree Nikhinson)

El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, llamó este jueves al primer ministro de Camboya, Hun Manet, para impulsar un alto el fuego con Tailandia, en medio de un nuevo ciclo de enfrentamientos armados pese a la vigencia formal de un acuerdo de paz firmado hace apenas dos meses.

Según un comunicado del Departamento de Estado, Rubio expresó su “preocupación por la violencia en curso entre Camboya y Tailandia” y subrayó “el deseo de paz del presidente Donald Trump”, además de la necesidad de “implementar plenamente los Acuerdos de Paz de Kuala Lumpur”, firmados en octubre tras una mediación directa de Washington.

El jefe de la diplomacia estadounidense reafirmó que su país está “dispuesto a facilitar conversaciones” entre Phnom Penh y Bangkok para garantizar la estabilidad en una de las fronteras más sensibles del Sudeste Asiático, una región clave para las cadenas de suministro y la seguridad regional.

Las gestiones de Estados Unidos coinciden con el inicio, este miércoles, de una nueva ronda de negociaciones bilaterales entre Tailandia y Camboya, previstas para durar cuatro días, con el objetivo de frenar los choques militares registrados desde el 7 de diciembre a lo largo de la línea fronteriza común.

De acuerdo con balances oficiales y fuentes regionales citadas por agencias internacionales, los enfrentamientos de las últimas semanas han dejado al menos 86 muertos, entre soldados y civiles, además de miles de desplazados temporales en comunidades rurales cercanas a la frontera.

Un miembro de un equipo de manejo de explosivos muestra fragmentos de metralla mientras inspecciona el lugar donde impactó un cohete durante enfrentamientos entre tropas tailandesas y camboyanas, en el distrito de Kantharalak, provincia de Sisaket, Tailandia, el lunes 15 de diciembre de 2025 (AP Foto/Sakchai Lalit)

El conflicto tiene raíces históricas profundas. Ambos países mantienen una disputa de soberanía sobre varios tramos fronterizos, definidos originalmente por la cartografía colonial francesa en 1907, cuando Camboya formaba parte de la Indochina francesa. Esos mapas siguen siendo objeto de interpretaciones divergentes más de un siglo después.

Las tensiones se concentran en distintos puntos de los aproximadamente 820 kilómetros de frontera común, donde en el pasado ya se han producido escaramuzas armadas, especialmente en zonas cercanas a templos y enclaves estratégicos con valor histórico y simbólico.

El pasado julio, tras varios días de intensos enfrentamientos que dejaron cerca de medio centenar de muertos, Trump intervino personalmente como mediador. Según reveló entonces el propio mandatario, ambos gobiernos aceptaron frenar los combates después de que Washington amenazara con represalias comerciales si persistía la escalada.

Ese proceso desembocó en la firma, en octubre, de los Acuerdos de Paz de Kuala Lumpur, presididos por Trump en la capital malasia Kuala Lumpur, con compromisos explícitos de desescalada militar, verificación y diálogo político permanente.

Sin embargo, a comienzos de diciembre los combates se reanudaron, poniendo en evidencia la fragilidad del acuerdo y la falta de mecanismos efectivos de supervisión sobre el terreno, un punto que ahora Washington busca reforzar con una mediación más activa.

Para Estados Unidos, el conflicto no solo tiene una dimensión humanitaria, sino también estratégica: una escalada prolongada en la frontera entre Camboya y Tailandia podría desestabilizar el Sudeste Asiático continental y afectar intereses comerciales y de seguridad en una región atravesada por la rivalidad entre grandes potencias. Sobre la rivalidad entre Washington y Beijing.

(Con información de EFE y Europa Press)