El reciente acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y China, tras la reunión entre Donald Trump y Xi Jinping en Corea del Sur, marca un giro decisivo en el comercio agrícola bilateral. El acuerdo allana el camino para que China vuelva a adquirir grandes volúmenes de soja estadounidense en los próximos años, un gesto que reanuda el flujo comercial interrumpido por la guerra comercial iniciada durante el mandato de Trump.
Según explicó Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, en declaraciones a Fox Business, “los chinos han acordado comprar 12 millones de toneladas de soja durante esta temporada, entre ahora y enero, y luego, durante los próximos tres años, comprarán un mínimo de 25 millones de toneladas por año”. Sus palabras confirman oficialmente una expectativa que circulaba desde hacía semanas en los mercados agrícolas internacionales.
Antes de este anuncio, las compras chinas de soja estadounidense se encontraban prácticamente paralizadas, pese a que China había importado en 2024 alrededor de 27 millones de toneladas. Por su parte, el Ministerio de Comercio chino se limitó a señalar que aumentará la compra de productos agrícolas estadounidenses, sin ofrecer cifras concretas.
El secretario estadounidense también señaló que Washington cerró acuerdos paralelos con países del sudeste asiático para la adquisición de 19 millones de toneladas adicionales de soja, ampliando así el horizonte comercial del sector. Subrayó la importancia estratégica de estos pactos al afirmar que “nuestros grandes productores de soja, a quienes los chinos utilizaban como peones políticos, ya no están en peligro y deberían prosperar en los próximos años”, destacando además su propio vínculo con el sector, tras haber declarado recientemente ser “productor de soja”.
En palabras del propio Bessent, “este acuerdo es la culminación de todo ello y pone en marcha grandes acuerdos de compra para los próximos tres años y medio”, lo que refuerza la percepción de una nueva etapa de estabilidad para los agricultores estadounidenses.
El pacto bilateral también contempla una reducción de aranceles vinculados al fentanilo, el levantamiento temporal de las tarifas portuarias recíprocas y la suspensión de las restricciones chinas a la exportación de tierras raras —pese a que Trump había declarado previamente que ese asunto ya estaba “solucionado”—. Estas medidas buscan rebajar las fricciones acumuladas durante años, brindando previsibilidad tanto al sector agroexportador estadounidense como a las cadenas de suministro industriales de ambas economías.
“Diría que en una escala del 1 al 10, siendo 10 la mejor, la reunión fue un 12”, declaró Trump a bordo del Air Force One al partir de Busan. El mandatario indicó que ambos países cooperarán en el tema de Ucrania, aunque precisó que el comercio de petróleo ruso por parte de China no se abordó en profundidad. Otro tema que no se trató fue Taiwán, y ambos líderes evitaron responder preguntas sobre la isla, en medio de la preocupación de Taipéi por posibles concesiones de Washington a Beijing. Además, confirmó que visitará China en abril, y que recibiría a Xi posteriormente en Washington o en Palm Beach, Florida.
(Con información de EFE)