Cheney fue seleccionado por George W Bush por su conocimiento profundo del establecimiento de poder de Estados Unidos, su dominio de la política exterior y su lealtad al partido republicano. Y durante los cuatro primeros años de su mandato George W Bush confió la política exterior y la respuesta a los ataques terroristas de Septiembre 11 del 2001. En ambas dimensiones de la política su legado es controversial.
Desde el punto de vista de la respuesta a los atentados terroristas muchos estudiosos de los servicios de inteligencia consideran que la reestructuración acometida por Cheney si bien mejoró sensiblemente la capacidad de los estamentos de inteligencia para operar fuera y dentro de los Estados Unidos, también complico los procedimientos y no sirvió para acabar con las guerras entre agencias.
Desde el punto de vista del andamiaje legal de la república muchos consideran que Cheney pensaba que el proceso de Watergate había debilitad mucho a la institución de la presidencia. Por lo tanto desarrolló un plan de reformas institucionales destinadas a empoderar a la presidencia. Esto afectó negativamente el sistema de pesos y contra pesos diseñado por los padres fundadores de Estados Unidos cuyo temor mayor era la consolidación de una presidencia fuerte capaz de imponerse al poder legislativo e intervenir el poder judicial.
En materia de política exterior Cheney compró la tesis de algunos analistas neoconservadores en el sentido de que era necesario destruir la dictadura de Saddam Hussein para iniciar la democratización del Oriente Medio y establecerse como fiel de la balanza de poder de la región. El resultado fue realmente adverso porque al destruir a Irak, Irán se constituyo en la potencia dominante del Medio Oriente. Los líderes Iraníes ven a Occidente en su conjunto como el enemigo a derrotar. El líder de Occidente para ellos es Estados Unidos país al que describen como el Gran Satán. Los iraníes de inmediato trazaron un plan para destruir a occidente mediante el apoyo al terrorismo. En el Líbano financian a Hezbollah y en los territorios palestino as Hamas. Ambas agrupaciones son responsables de horrendos crímenes de lesa humanidad y de atentados terroristas en Occidente. También financia irán a los Hutíes quienes atacan las embarcaciones comerciales que cruzan el estrecho de Ormuz. En síntesis: Cheney abrió una caja de Pandora que liberó las fuerzas más negativas y destructivas posibles en el Medio Oriente. El actual conflicto que lleva mas de 90.000 muertos es parte de su legado.
Desde el punto de vista de las libertades cívicas la Ley Patriota que Cheney promovió como mecanismo de defensa ante el atentado terrorista del 11 de Septiembre del 2001 sirvió el propósito de mejorar sensiblemente la coordinación entre las agencias encargadas de proteger la seguridad nacional de Estados Unidos y las de garantizar la observancia de la ley. Pero en las áreas de las libertades cívicas, las iniciativas apoyadas por Richard Cheney sirvieron para montar un sistema de captura de meta data de los ciudadanos norteamericanos en general sin que estuvieran acusados de algún crimen. Esta violación del precepto constitucional que garantiza el derecho a la privacidad a todos los ciudadanos norteamericanos fue quizás el peor error de Richard Cheney y el que le gano la antipatía de sus conciudadanos para siempre.
Hoy el propio Donald Trump lucha contra algunos aspectos del legado jurídico de Richard Cheney porque pese a sus tendencias autoritarias sabe que algún día va a ser un ciudadano común mas y no le hace la menor gracia saber que parte de sus derechos han sido limitados por un andamiaje legal que restringe las libertades individuales y le da demasiado poder al establecimiento de defensa.